lunes, mayo 01, 2006

Recado boicotero

“Empacó un par de camisas, un sombrero,
vocación de aventurero, seis consejos, siete fotos, mil recuerdos...
El mojado tiene ganas de secarse.
El mojado está mojado por las lágrimas que bota la nostalgia”.
-Ricardo Arjona

Tuvo que pasar más de un mes después de la multitudinaria Gran Marcha celebrada en Los Ángeles el 25 de marzo, para que yo pudiera sentarme a enviarles este recadito, que formalmente está siendo terminado el primero de mayo, lo cual celebro, porque eso le da a este texto un simbolismo adicional.

Como les conté en correos pasados, este mes ha sido una locura, pero una locura bien sabrosa. Supongo que la gran mayoría de ustedes sabe algo o mucho sobre la ley Sensenbrenner, la iniciativa presentada por el senador republicano del mismo apellido, originario de Wisconsin, ignorante, racista y güey. Y estos calificativos se los endoso no sólo por lo aberrante de su propuesta, que oficialmente lleva el sonoro nombre de HR4437, sino porque con ella, sin saberlo, le hizo un favor a los inmigrantes indocumentados en Estados Unidos. Voy por partes.

Mucho de lo que les puedo decir ya lo vieron en imágenes; la marcha del 25 de marzo en Los Ángeles, al igual que la del 10 de abril en Phoenix y otras ciudades de este país, fue muy linda, muy emotiva, histórica por muchas razones; pero la principal es que por primera vez en la historia de Estados Unidos los inmigrantes salieron a la calle, demostraron que tenían voz y dijeron "ya basta".

Y no, no me refiero a los inmigrantes tipo Fox-Televisa, "los pobrecitos inmigrantes maltratados" vistos sólo con los ojos del cruce por el desierto y los millones de dólares que llegan cada año. No me refiero sólo al mito del mexicano maltratado, malcomido y discriminado haciendo trabajos "que ni los negros quieren hacer". Me refiero a esta gente que lleva aquí muchos años luchando y saliendo adelante; gente que es mirada con desprecio por la mayoría de los mexicanos que viven en México, pero que ha logrado escalar en la estructura social de este país y que si bien empezó lavando pisos o arreglando jardines, hoy ha puesto un negocito, le da empleo a otros paisanos, gana decenas de miles de dólares al año y habla los dos idiomas a la perfección. (Me consta que muchos profesionistas mexicanos, esos que los ven como los "pobrecitos migrantes", son incapaces de ordenar el platillo más sencillo de un menú en inglés y dependen de los buenos o malos humores de un patrón).
Bueno, pues esa gente, la que ha salido adelante con trabajo y tesón, es la gente que fue a la Gran Marcha y a las muchas otras marchas.

Ahora, si durante tantos años ha habido tanta gente inmigrante en tantas ciudades de Estados Unidos, aguantando tanto abuso y malas mañas… ¿por qué hasta ahora salieron todos a la calle? La razón es muy sencilla: nunca, hasta hace unos meses, se había tocado al inmigrante con documentos. Durante muchos años los antojos y malos humores de los políticos republicanos han llevado y traído propuestas de ley para amolar a los indocumentados (para quienes no lo saben: el argot de la gente progresista evita el uso de la palabra "ilegal" para referirse a los inmigrantes indocumentados, bajo la premisa de que "ningún ser humano es ilegal"); pero nunca se habían metido con los hijos, hermanos, amigos, parientes de esos inmigrantes indocumentados.

Aquí es donde entra el favorcito que nos hizo el amigo Sensenbrenner. Se le ocurrió inventar esta ley que, como ustedes tal vez sepan, convierte en criminales no sólo a los inmigrantes que estén indocumentados en el país, sino a todos aquellos que les proporcionen cualquier tipo de ayuda (para aclarar un poco, la diferencia entre con respecto a la sanción anterior es que antes la falta del indocumentado se consideraba un delito, por traducirlo de alguna manera, pero no un crimen. En inglés la palabra es "felony", e implica penas más severas y prisión).

Pues mira nada más qué error. Eso quiere decir que si, por ejemplo, un edificio se está incendiando y un bombero saca a los que estaban adentro, y alguno era indocumentado, el bombero es criminal. Que si en un salón de clases hay una maestra y veinte niños, ella tendría que asegurarse de que todos tienen documentos, para no ser criminal. Que si alguien nació aquí de padres indocumentados, y a la mamá le da una embolia y la lleva al doctor, entonces se convierte en criminal. Que si le das empleo, le das un aventón, le das comida, le extiendes la mano a un indocumentado, eres un criminal. Hilary Clinton dijo: "Esta ley convertiría al buen samaritano en un criminal". E inmediatamente la Iglesia Católica se tuvo que preguntar: "¿Qué habría hecho Jesucristo en esta situación?".

La bomba tronó, y ya vieron ustedes cómo. Los que salieron a la calle fueron inmigrantes, pero la mayoría de ellos con documentos, los del negocito y los dos idiomas. También salieron ciudadanos, y gente no sólo latina, sino de otras comunidades inmigrantes, y estadounidenses de muchas generaciones, que se sintieron ofendidos, agraviados, impotentes ante tanta estupidez, porque en diciembre pasado la ley Sensenbrenner fue aprobada por la Cámara Baja (por eso el nombre formal de la ley empieza con HR, "House of Representatives") y la pasó al Senado para su aprobación.

Salieron los niños y los papás y los abuelos y los jóvenes, y hombres y mujeres de todas las edades. Marcharon los obreros y los campesinos, muchos de ellos indocumentados, sí, pero también los que llevan 20 años aquí, a los que les tocó la amnistía de la década de los 80, pero que aún recuerdan lo que se siente ser perseguido, estar acorralado, vivir en la multicitada jaula de oro; pasar tres, cuatro, seis, diez años sin ver a tus padres, saber que murieron y no poder ir a decirles adiós; tener a tus hijos en otro país, conocerlos por fotos y por eternas llamadas por teléfono, sonreír sólo cuando vas a ponerles los dólares de esta quincena.

Marcharon los políticos que se hicieron chiquitos ante tanta gente, y los curas y los pastores y los líderes y los académicos y los artistas y los intelectuales. Salieron las banderas mexicanas, salvadoreñas, argentinas, cubanas, guatemaltecas, venezolanas, colombianas, ecuatorianas, hondureñas; salió la Virgen de Guadalupe en indecibles mantas y letreros, supliendo al escudo en nuestra bandera nacional. Y salieron miles de banderas estadounidenses, las playeras blancas para decirle a los güeros que no, que los migrantes no son una amenaza, ¿pues qué no se acuerdan? Son los que les limpian el jardín y a los niños cuando se ensucian, y los que cultivan su comida y arreglan sus autos y limpian su oficina y cocinan su comida; y también los que tienen una empresa de transporte o de construcción o de mantenimiento o un supermercado donde se encuentra la comida más fresca porque acaba de llegar de México. ¿Pues que no saben que cocinar, construir, cuidar niños, cultivar, es de lo más patriota que hay? ¿Pues qué más amor quieren, entonces?

El 18 de marzo en Los Ángeles se celebró la marcha anual contra la guerra, con tres mil personas en la calle. Se consideró un éxito. Esa es la magnitud de marchas que esta ciudad está acostumbrada a ver. Una semana más tarde, el 25 de marzo, un millón de personas vestidas de blanco se volcaron a las calles, marcharon en paz, agitaron banderas, cantaron, corearon consignas, sonrieron, se dieron confianza unos a otros; mandaron el miedo a la fregada y decidieron que ya no más. Nomás me acuerdo y se me pone la piel chinita; en un entorno de eterna incertidumbre, reunir el valor de salir a la calle con un cartel que pide justicia en las manos, requiere valor; pero no hay mejor satisfacción que voltear atrás mientras caminas y ver que junto a ti va todo un pueblo. Y los pueblos no se equivocan.
El lunes 27, dos días después de la marcha, la ley HR4437 no logró los votos suficientes para ser aprobada en el senado.

---------------

Así que llenos de valor, los latinos de todo el país se pusieron las pilas para ver cuál era el siguiente paso. El Senado, en sus ganas de resolver el asunto, y también de irse de vacaciones de Semana Santa, se dedicó la semana siguiente a inventar nuevas opciones para los indocumentados. Así, apareció otra propuesta de ley, conocida como el plan del Comité Judicial del Senado, que fue la instancia que la propuso, y que ofrecía un benévolo paquete para los indocumentados: la posibilidad de legalizar a quienes tuvieran más de cinco años aquí, y la opción de reingreso legal para quienes tuvieran menos de cinco y más de dos. Esa propuesta fue rechazada por el pleno del Senado casi inmediatamente.

En las próximas semanas el asunto deberá resolverse con una propuesta intermedia. No es lo que quieren las organizaciones de defensa de los derechos de los inmigrantes, que buscan una legalización para todo el que ya esté en el país, entre otras cosas, para preservar la unidad familiar (¿qué pasaría, por ejemplo, si los padres de una familia llegaron hace cinco años y trajeron a sus hijos al país apenas el año pasado, por ejemplo?). Sin embargo los analistas consideran que, con una elección de Congreso federal el próximo noviembre, es posible que la salida más rápida sea la que no se instale en ninguno de los dos extremos.
En términos generales, ahí está la cosa legal.

Pero mientras tanto, la comunidad está que arde. Porque ya se dieron cuenta que de verdad no están solos, que su trabajo vale y que su dignidad también. Así que este primero de mayo lo demostrarán diciéndole a este gobierno: "Vine porque te necesito, pero tú también me necesitas a mí, así que vamos negociando y poniendo a cada quien en su sitio". Lo demostrarán faltando a sus trabajos y escuelas unos, marchando y coreando consignas otros, cerrando sus negocios unos más, dejando de comprar y consumir la mayoría, sintiéndose orgullosamente latinos todos.

Yo así me siento; muy contenta de estar aquí en este momento y en este lugar, y muy orgullosa de ver a nuestra gente, la que guardando a su patria en el corazón vino a un lugar hostil para buscar lo que su gobierno le negó. Unos han dicho que el gigante estaba dormido, y que despertó, pero un hombre en Phoenix me dio su versión, y con esa me quedo: "El gigante no estaba dormido; estaba trabajando".

Hay muchas historias, anécdotas, detalles que aún deseo compartirles. Espero hacerlo en los próximos días. En tanto, anexo el link a algunas notas publicadas en La Opinión.

Un beso boicotero a todos.

www.laopinion.com

Del 25 de marzo:
http://www.laopinion.com/primerapagina/?rkey=00060325193301817572
http://www.laopinion.com/primerapagina/?rkey=00060325170307749818

Del 10 de abril:
http://www.laopinion.com/primerapagina/?rkey=00000000000000057390
http://www.laopinion.com/ciudad/?rkey=00000000000000057780

De todo un poco:
http://www.laopinion.com/ciudad/?rkey=00000000000000092590
http://www.laopinion.com/ciudad/?rkey=00000000000000092790

Del 1 de Mayo:
http://www.laopinion.com/primerapagina/?rkey=00060430174800661604
http://www.laopinion.com/primerapagina/?rkey=00060430193902430770