domingo, diciembre 31, 2006

Recado de adiós al 2006

Este año fue particularmente difícil en muchos aspectos, así que cuando empecé a hacer el obligado balance de fin de año ya me iba a clavar en las pérdidas, particularmente la más grande que he tenido, y que ocurrió este año. Pero como buena mexicana que soy, me dio por darle al optimismo. A pesar de los vaivenes personales, este año fue de muchas experiencias lindas, intensas, de mucho crecimiento y aprendizaje. Y de mucho amor.

Sin sorpresa descubrí que como siempre, en el recuento salgo debiendo. He tenido una vida muy afortunada.


Gracias a quienes han estado cerca de mí este año. Y también a quienes ya no están, pero siempre estarán.


viernes, diciembre 29, 2006

Recado de Saddam y sus billetes

Pues se echaron al Saddam Hussein. Pero este post no opinará al respecto, lejos está mi ánimo para echarme el consabido speech sobre la justicia y la pena de muerte, y si sobre Bush merece más o menos o lo mismo. La cosa va por otro lado.
No mucha gente sabe que una de mis aficiones añejas es coleccionar billetes. No colecciono los caros o los poco comunes; la verdad es que soy una coleccionista más o menos constante, cuyo criterio principal para incluir un billete en su colección es que esté bonito o que parezca interesante.
Hace como unos ocho o nueve años compré mi primer billete de Irak. En el lugar donde lo encontré tenían tres o cuatro diferentes modelos de distintas denominaciones, entre ellos unos que traían la imagen del entonces todopoderoso Saddam. Pero siempre me han chocado los billetes que traen "señores" y me he ido más por los que traen animales, o representaciones de gente común y corriente, o diseños que me laten. Cabe aclarar que algunos billetes no son muy baratos, y que en esos tiempos era más pobre que ahora, así que sólo podía comprar uno.
Entonces escogí el de 25 dinares de 1990, un hermoso billete verde con unos caballos corriendo.


En 2003, cuando empezó la invasión a Irak y cayó Saddam, me llegó un conato capitalista y pensé que tal vez los billetes aquellos con la imagen del bigotón acabarían por valer cada día más en el mercado, y ni qué decir del valor como documento histórico. Así que ahí voy a la tienda susodicha, a ver si de churro. De los tres que solían tener encontré uno, el de 5 dinares de 1992.


Unos meses más tarde, en otra tienda, encontré otro, el de 100 dinares de 1994.


Ni idea de cuánto valgan ahora que el hombre ya no está. No ha de ser mucho.

lunes, diciembre 25, 2006

Recado navideño

Debo empezar por decir que a mí no me gusta la Navidad. Siempre me ha parecido una fecha más bien tristona y prefabricada, en la que la gran mayoría de la gente olvida lo que se supone que celebra y se comporta salvajemente en las calles, y agrede a los demás por las prisas y las carreras para llegar con su familia a pasar una noche de paz y a repartir regalos que muchas veces compraron en una barata y que en ocasiones dan por obligación. Pienso que es más congruente tratar de vivir en armonía con los demás y con uno mismo todo el año, que enloquecer y cantar y llorar y ser cursi un solo día.
Hecha la aclaración procedo a explicar la razón de este recado.

Resulta que este 25 de diciembre me tocó trabajar, y tuve la suerte ir a cubrir un evento lindísimo: una pareja homeless eligió este día para casarse, ante decenas de otros homeless, medio descuidadones unos, más arregladitos por la fecha otros, que se formaban para recibir una comida de Navidad.

Los Ángeles es la capital estadounidense de los homeless. Casi 90 mil de ellos deambulan por las calles de esta ciudad abandonados, sin un lugar donde dormir y buscando qué comer. Muchos de ellos van empujando carritos de supermercado, como los que se ven en las películas, en los que van recogiendo cosas que se convierten en su patrimonio.
Si bien algunos de ellos ya son viejos y vagan porque la familia los ha abandonado, porque no tienen a dónde ir o por padecer algún tipo de demencia senil, también hay otros muy jóvenes, relativamente saludables, que desperdician sus años productivos caminando por la ciudad con la miseria humana a cuestas. Algunos son veteranos de guerra lisiados físicamente o con algún trastorno mental producto de los meses en el campo de batalla, que no logran reincorporarse a la vida "normal".

Como el problema es grande, abundan los intentos para solucionarlo. Una de las muchas organizaciones que se ha dedicado a ello es la fundación "Food on Foot" (algo así como "Alimentos en Marcha"), que se dedica a promover la cultura del trabajo entre los homeless en lugar de la cultura del asistencialismo. Así, si un homeless desea recibir comida, debe trabajar un par un par de horas en las actividades de la fundación, por ejemplo, recolectando basura. Por dos horas de trabajo, la persona recibe 10 dólares en vales de comida. Algunos acuden al programa una vez a la semana, otros de plano lo hacen diario. Y a quienes muestran responsabilidad y constancia, se les da otro tipo de apoyo. Por ejemplo, a Kim y Ken.

Después de seis años de conocerse, Kim y Ken, ambos menores de 40 años, enfrentaron una serie de problemas de pareja y personales que los llevaron a vivir en la calle y a sentir que sus vidas ya no tenían sentido. El problema se agravó porque Kim es mamá de 2 niñas, una de 9 y otra de 11 años. Afortunadamente un día Ken encontró a esta fundación, trabajó un día, luego dos, y luego llevó a Kim y juntos empezaron a trabajar diario. Tres semanas después de acudir constantemente, los consejeros que trabajan de manera voluntaria en el programa decidieron dar el siguiente paso y los llevaron a vivir a un hotel en donde suelen alojar a aquellos homeless que desean dar un cambio a su vida.
Dos meses más tarde, Ken ha conseguido un empleo como guardia de seguridad y Kim está buscando trabajar como asistente contable, trabajo que ha desempeñado antes. Cuando lo logre, Food on Foot les facilitará un apartamento, les dará comida y les proveerá de los servicios básicos sin costo alguno. Es probable que tres meses más tarde la pareja esté lista para mudarse a su propio apartamento.
La historia es linda porque entre todos los homeless que hoy acudieron a recibir una comida de Navidad –después de sus dos horas de trabajo-, muchos de los cuales nunca logran salir del ciclo vicioso que se vuelve la vida en la calle, Kim y Ken hoy enviaron un mensaje de esperanza. Eligieron ese lugar para casarse, así, rodeados de otros homeless como lo eran ellos hace unas semanas. Él se puso un traje con una rosa amarilla en la solapa; ella se puso un vestido dorado, como de princesa. Sus hijas, con vestidos de terciopelo, entregaron a su mamá. Hace mucho tiempo que yo no veía tanto amor en una familia.

Una ministra ofició la misa y entre las lágrimas de los voluntarios presentes y de muchos homeless que conocían a la pareja, les recordó que el matrimonio implica estar juntos en la salud y en la enfermedad, en la pobreza y en la riqueza. Pero ellos ya lo saben; han sufrido juntos y ahora se han dado una oportunidad de ser felices juntos también.

Food on Foot les dio un regalo de bodas: cupones por 150 dólares para ir a cenar y una tarjeta de regalo para ir al cine. Cine y cena para dos que hasta hace poco no tenían nada, y que en el día en que la tradición cristiana celebra el nacimiento de Jesucristo, quien trajo esperanza al mundo, encontraron la manera de salir del fondo de una espiral y construir su propia esperanza.

Entre todos los renos y santacloses que abundan en esta ciudad, esta me pareció la más linda y honesta imagen de la Navidad.

*Las fotos se deben a los ojos de Diego

jueves, diciembre 21, 2006

Recado didáctico

Este 22 de diciembre habrá marchas en varias ciudades de México y Estados Unidos, incluida Los Ángeles, para recordarle al mundo que aunque ya estén aquí las navidades –y para los más afortunados también las nochebuenas-, Ulises Ruiz sigue donde está a pesar de los 350 presos políticos, los 370 heridos y los 24 muertos registrados desde mayo pasado, y las denuncias de tortura que empiezan a aparecer por todos lados tras la liberación de los detenidos.
Con ello como pretexto y por pura solidaridad, El Rincón del Recado presenta:
"Cómo hacer una pinta contra el gobierno de
Ulises Ruiz en 7 sencillos pasos"
-
1- Escoges una pared y pones tu plantilla

2-Pasas bien el spray por la colita de las "priratas"

3- Detallas a los "chappolines"

4- Firmas ahí abajito

5- Quitas la plantilla con cuidado

6- Te vas con estilacho

7- ¡Voilá!

jueves, diciembre 14, 2006

Recado tardío pero sincero


Con imperdonable retraso me he enterado de que algunos blogueros decidieron subir la imagen de una velita encendida tras la muerte de Augusto Pinochet, en solidaridad con el pueblo chileno que vio partir a este hombre sin pasar por la balanza de la justicia.

En el blog de Blas, quien subió un par de posts a propósito, encontré un comentario de una chica chilena al respecto. Sin permiso del colega, pero segura estoy que con su comprensión, me permití robar un fragmento de este comentario y reproducirlo aquí.

“Ha muerto un hombre.... pero los recuerdos y la historia no cambiarán por su muerte.
Para sanar uno debe hacer el ejercicio de botar la rabia, el rencor.
Pedir perdón, disculpas es de nobles y nos permite avanzar.... Eso no ocurrió....”
“Somos parte de una historia que nos marca y determina... Vivir en dictadura nos hace a veces un poco dictador....Debemos sanar, tal vez sólo abriendo el corazón al amor nos haga más libres”.

Hoy prendo mi velita con el sincero deseo de que al pueblo chileno llegue desde todos los rincones del mundo tanto amor, que la libertad de los espíritus resulte impostergable.

martes, diciembre 12, 2006

Recado guadalupano

Los mexicanos podemos tener nuestras diferencias. Ya no hablemos de las políticas, que no acabamos; pero sí aquellas que nos dividen en Chivas, Águilas o Pumas; en el Poli o en la UNAM; en chilangos o provincianos, en del norte o del sur, en nacos y fresas, en chidos y gachos, y así una lista larga como la cuaresma. Pero si una cosa en común tenemos los mexicanos, estemos donde estemos, es que somos reteguadalupanos.
La cosa es que por mas guadalupanos que seamos, uno no se da cuenta de cuánto, cuánto lo somos hasta que camina por el Este de Los Ángeles. Aquí la Virgencita de Guadalupe es más que la madre amorosísima, que el símbolo religioso, que la patroncita, que la morenita, que la reina de México y la emperatriz de las Américas. Aquí la virgen es símbolo de identidad nacional, es el pegamento que nos une, el manto bajo el cual nos cobijamos, la imagen que nos dice que hay una patria propia y una tierra nuestra que llora porque nos fuimos aunque los gobiernos celebren los dólares que mandamos.
Cuando se dieron las marchas en contra de las medidas antiinmigrantes, los dirigentes de organizaciones civiles acordaron no llevar banderas mexicanas para no generar controversia. Nuestra comunidad mexicana entonces cambió el águila y el nopal por la imagen de la morenita. Nadie nos dijo nada, pero todos sabíamos lo que eso significaba: somos mexicanos, y además, guadalupanos.
Así que me fui al Este de Los Ángeles a tomar fotos de unas cuantas entre todas nuestras virgencitas, las de este México del norte que tantos se empeñan en ignorar y que se ha vuelto patria y hogar para el que salió dejando el corazón atrás. Cada calle, cada muro, cada pedacito de pared disponible en el Este de esta mi segunda ciudad, tiene a una guadalupana velando por sus hijos. De verdad, es bien sorprendente y conmovedor.
Vayan, pues, unas poquitas; de las cuales algunas, como esa de la tienda de mascotas, son francamente de risa loca.
-












La realización de este post contó con la pericia al volante de Diego, quien hábilmente cafreó mientras yo subía y bajaba con mi cámara en cada esquina del "Istelei".

domingo, diciembre 10, 2006

Recado sobre Oaxaca (2)

Como mencioné en el mensaje anterior, hace dos semanas estuve en Oaxaca. Apenas se pone un pie fuera de la terminal de autobuses y ahí están: seis policías federales comprando gelatinas, champurrado y tamales. Por la esquina pasan tres camionetas patrullando, dos de la Policía Federal Preventiva (PFP), una de la policía ministerial. La gente apura el paso.

Son las seis de la mañana en esta ciudad que, según el gobernador Ulises Ruiz, desde hace más de un mes volvió a la normalidad gracias al ingreso de la PFP para desmantelar las barricadas instaladas por los integrantes de la APPO. Pero para quien ha visto Oaxaca en su plenitud, es obvio que hoy está lejos, muy lejos de vivir en la normalidad.
El conflicto en Oaxaca se inició en abril con la movilización de los maestros de la entidad que solicitaban un ajuste salarial y otras demandas de tipo laboral. Pero a diferencia de los gobernadores que lo antecedieron, Ulises Ruiz rechazó la negociación con el magisterio y, en lugar de ello, el 14 de junio decidió reprimir con la fuerza pública una manifestación en el centro de Oaxaca, en la que murieron dos profesores.

Ésta fue la gota que derramó el vaso. Habiendo llegado al gobierno bajo la sospecha de fraude electoral, durante su primer año de gestión Ruiz acumuló numerosas acusaciones de persecución y represión en las comunidades que desde el principio se opusieron a su gobierno. Organizaciones de defensa de derechos humanos, ciudadanos organizados, sindicatos, agrupaciones políticas e incluso religiosas se sumaron al movimiento de los maestros bajo una sola consigna: la renuncia del gobernador Ulises Ruiz.
Han pasado casi siete meses y aunque los maestros aceptaron regresar a clases —a pesar de que sus demandas no han sido respondidas— la situación en Oaxaca dista mucho de estar bajo control. Pero Ruiz se esfuerza por demostrar al país y al mundo que Oaxaca está en calma. En calma aunque el gobierno estadounidense sigue advirtiendo a sus ciudadanos que no viajen a la entidad. En calma aunque los negocios locales tengan pérdidas millonarias porque la gente local no se atreve a salir de sus casas. En calma aunque yendo por la carretera haya retenes improvisados en los que la policía revisa y catea y detiene a cualquiera que le parezca sospechoso, lo que hace que la gente evite moverse de un pueblo al otro. En calma cuando el propio gobernador tuvo que mudar su oficina de gobierno fuera de la ciudad para despachar, porque durante seis meses no pudo entrar al centro de la ciudad, donde se encuentra la sede de gobierno, ni siquiera cuando ya había entrado la PFP a la capital.

"La PFP tenía tres objetivos básicos y un mes después de su ingreso no han podido cumplirlos", me dijo Aurelio Maceda, coordinador regional del Frente Indígena de Organizaciones Binacionales, el 24 de noviembre, un día antes de la marcha organizada por la APPO que terminó en el enfrentamiento con la PFP que dejó varios edificios y automóviles quemados, decenas de heridos y desaparecidos, y cientos de detenidos.
El primer objetivo era levantar las barricadas, pero la de Cinco Señores seguía en su lugar. El segundo objetivo era patrullar la ciudad para que la gente volviera a hacer su vida normal, y el tercero era entregar la ciudad al presidente municipal y a Ulises Ruiz, pero ninguna de estas dos cosas ha ocurrido, ni siquiera ahora que se ha detenido a los líderes más visibles de la APPO. "Las cosas no les salieron como esperaban porque la gente sigue enojada", me dijo Aurelio.


Y no es para menos. En el lugar donde los simpatizantes de la APPO tenían montados sus campamentos, ahora acampan los policías de la PFP. Quien busque atravesar el zócalo de la ciudad tiene que hacerlo bajo la mirada inquisidora, intimidante de los uniformados, que tranquilamente se bolean los zapatos o entran a comer a los restaurantes, mientras el ciudadano ordinario apura el paso y evita quedarse en el sitio más tiempo del necesario. A mí me ocurrió. Con todo y mi gafete de prensa, y de que iba acompañada de Aurelio a plena luz de día, la mirada inquisitiva de los policías se me clavó en la espina dorsal. Traen una vibra mandada a hacer para la intimidación.
"Cuando estaban los profesores la gente les traía despensas", me contaba un taxista. "Luego se fueron los maestros y quedaron los de la APPO. Ahí yo vi que ya no toda la gente pasaba, sobre todo los hombres, porque a algunos nada más porque los veían feo les hacían algo, y ahí la única ley era la de la APPO. Pero ahora con la PFP nada ha cambiado; ahora las que tienen miedo de pasar por ahí son las mujeres".

El 25 de noviembre se realizó la marcha como respuesta a la declaracion de normalidad de Ulises Ruiz. A lo largo de los 12 kilómetros de recorrido iban llegando contingentes hasta sumar cerca de 15 mil personas. De las calles y las casas por donde atravesábamos salían personas que no se atreven a integrarse a la bola, pero que aplauden al paso de los que marchan. "¡Profesor, profesor!", gritaba una mujer agitando la mano al reconocer al maestro de su hija. "¡Estamos con usted!", y aplaudía y se entusiasmaba toda.

Algunos dirigentes iban boteando y la gente sí daba, de a cinco, 10, 20, hasta 50 pesos. Médicos y enfermeras voluntarios entregaban bolsas con agua a los que iban marchando, y cubrebocas y trapos empapados de vinagre, previendo que en el encuentro con la PFP les podía tocar una "gaseada", tal como ocurrió.

Durante la marcha, además de los contingentes identificados, se fueron sumando varios grupos de jóvenes entre los 12 y los 20 años con el rostro cubierto. Son grupos que se identifican como "anarcopunks", que poco o nada tienen que ver con el magisterio o con la exigencia de que renuncie Ulises Ruiz.
De acuerdo con la gente con la que platiqué, estos chavitos vienen de los barrios que rodean a la ciudad de Oaxaca formando un cinturón de miseria; algunos son niños de la calle y otros ni siquiera son de Oaxaca. Pero evidentemente todos han vivido una situación de marginación social que los lleva a buscar el enfrentamiento rabioso con la autoridad.

Al llegar al centro de la ciudad, y a pesar del llamado a manifestarse pacíficamente realizado por la dirigencia de la APPO, los jóvenes se volvieron incontenibles. Rompieron con picos el suelo de cantera de las calles y aventaron los pedazos a la tira, que para entonces ya estaba armada. Empezaron aventando canicas con resorteras, luego bombas molotov, y entre bomba y bomba, mentadas de madre a cada pefepé. Los policías sólo cierran los ojos y aprietan las mandíbulas; me cuesta trabajo creer que estén tan mal entrenados y se "calienten" tan rápido.

De pronto uno de ellos se paró solo a media calle, enfrente de la fila de pefepés armados, protegidos hasta las orejas, con los tanques detrás de ellos. El chavito se bajó el pantalón, se sacó los genitales y se los mostró. "Mientras tú estás aquí, yo voy a ir a tu casa y me voy a coger a tu madre, a tu hermana, a tu esposa, y van a tener hijos oaxaqueños", fue la frase retadora. El tipo no tenía más de 16 años.

Más allá del insulto, la escena me parece muy reveladora. A mí me dio un escalofrío; en ese momento, una provocación como esas fácilmente podía costarles la vida. ¿Qué ha pasado en este país para que un niño no tema a pararse enfrente de la policía armada para insultarla? Para mí, esa sola imagen merece que se lleve a juicio al gobierno local, al federal, al sistema mismo, porque esa es la acción desesperada de alguien con tal nivel de frustración que ya no tiene nada que perder.
Y dicen que el conflicto se resuelve encarcelando a Flavio Sosa.

Han pasado dos semanas de ese enfrentamiento y el gobierno de Oaxaca insiste en enviar señales de normalidad. Con desesperación busca que los noticieros transmitan imágenes de familias caminando por el zócalo y ha pedido que la PFP retire sus campamentos del centro de la ciudad. Pero mientras, en las afueras, en los pueblos, en los caminos, se sigue deteniendo a cualquiera que sea sospechoso de disentir con Ruiz.
"La mayoría del pueblo se identifica con el conflicto, pero tenemos que ser cuidadosos, porque nuestras organizaciones no tienen dinero para pagar la fianza si nos detienen", es lo último que me dijo Aurelio al despedirse. Hoy él, al igual que cientos de dirigentes comunitarios que no forman parte de la APPO, pero que han cuestionado las políticas de Ruiz, tiene dictada una orden de aprehensión.
--------
Para ver la galería fotográfica publicada en La Opinión, hagan click aquí abajo: