domingo, febrero 25, 2007

Recado bipolar

Este periódico en el que trabajo me hace sentir bipolar. La semana pasada todavía estaba con los lagrimones y la indignación por las historias a lo largo del muro. Hoy me tocó cubrir la alfombra roja en la ceremonia de entrega de los Oscar.
Y mañana me voy de vacaciones, pero prometo que pronto terminaré de subir los recados pendientes de la Marcha Migrante.

viernes, febrero 23, 2007

Recado de un alcalde decente

Marcha Migrante, días 4 y 5: El Paso-Ciudad Juárez


“Si el gobierno federal tiene dinero para construir un muro, que me lo dé y yo construyo un puente”. John Cook, alcalde de El Paso, Texas, resultó ser un señor gringo decente, sonriente, “bienvenidor” y consciente, que además es tajante sobre el tema migratorio. “Nuestra comunidad es muy proinmigrante, así que lo que necesitamos es una reforma que resuelva los problemas migratorios, tener a los trabajadores viniendo legalmente. No tenemos por qué tener a un padre que vive en el otro lado de la frontera y no puede ver a sus hijos de este lado. Eso no es humanitario y no es lo que caracteriza a nuestro país”, soltó de un solo golpe despertando las sonrisas de los presentes, entre ellos yo, que pensé que mira tú, no todos los alcaldes son falsos y maleantes.

El alcalde recibió a la banda de la Marcha Migrante, les entregó las llaves de la ciudad, y soltó otra: “Mi meta es asegurarme de que no usemos a la población migrante como un chivo expiatorio de la vergüenza que estamos pasando en Irak”. Luego dijo que la construcción del muro fronterizo no tiene nada que ver con el tema de la seguridad nacional. “Si esto es verdaderamente sobre seguridad, deberíamos estar cerrando no sólo la frontera sur, sino también la frontera norte. Pero toda la gente morena viene de la frontera sur, así que es un asunto racial. Y como alcalde de una ciudad que es en un 75-80% hispana, creo que tengo la obligación de hablar por la población minoritaria, que es mayoritaria en este caso”, dijo. Ya para entonces estábamos bien fans.

Este hombre, junto con otros ocho de los 12 alcaldes de ciudades fronterizas en Texas, visitó el mes pasado Washington D.C. para reunirse con legisladores y con el secretario de seguridad nacional, Michael Chertoff, para expresarles su desacuerdo con la construcción del muro en la frontera. Claro, en los días recientes ya nos enteramos de la postura del señor secretario .

“Les dijimos que no queremos un muro en Texas porque nuestro principal socio comercial es México”, siguió Cook, quien asegura que por cada 10 empleos que se generan en la industria manufacturera de Ciudad Juárez, se genera uno más en El Paso. “Puedes tener una devaluación del dólar y toma meses en repercutir en El Paso, pero se devalúa el peso y nos golpea el mismo día. En El Paso la frontera no nos divide, nos une. La gente en Washington, en particular los que están haciendo las leyes, no tienen idea de lo que está pasando en las comunidades fronterizas. Yo los invito a que se paren de sus sillas vengan a conocer mi parte de la historia”, dijo él.
¡Ea!, digo yo.

En los días siguientes hemos visto que efectivamente los alcaldes de este grupo están super activos. Hace dos meses los alcaldes de Del Río, Texas, y Ciudad Acuña, Coahuila, hicieron una caminata hasta Eagle Pass, donde los recibieron el alcalde de esa ciudad y el de Piedras Negras, del lado mexicano. El mensaje fue el mismo: no al muro.
Al día siguiente de la reunión con Cook cruzamos de carrerita a Ciudad Juárez.

El Paso del Norte, el puente que comunica a ambas ciudades, es la evidencia de lo que dijo Cook: la gente va y viene apurada, los de un lado se confunden con los del otro y son uno solo. Íbamos cruzando y un tipo: “Oigan, ustedes son los que vienen de California, ¿verdad?”. Ya viéndolo bien sí lo reconocimos, aunque no traía el uniforme: el guardia de seguridad de la oficina del alcalde es un juarense simpático y saludador.
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Las notas de la marcha publicadas en La Opinión se pueden leer aquí

miércoles, febrero 21, 2007

Recado que dice: "Pancho Villa was here"

Marcha Migrante, día 4: Columbus, Nuevo México

Si uno se para sobre la cima de Cootes Hill, también conocida como "la colina de Villa", hacia el sur se ve la frontera con México y hacia el norte el museo que esta comunidad ha construido para recordar a Francisco Villa y su breve invasión a Estados Unidos el 9 de marzo de 1916.

La historia narra que al amanecer del 9 de marzo de 1916 un grupo de 1500 invasores del ejército de Villa –aunque el reporte oficial del ejército estadounidense dijo que no eran más de 700, ¿les suena conocido?- atacó este pueblo, disparando a los civiles como represalia al reconocimiento oficial del régimen de Venustiano Carranza por parte del gobierno de Estados Unidos.


Esta fue una buena escala para la Marcha Migrante, sobre todo después de recorrer la línea fronteriza de Nuevo México y toparse de frente con los horrendos y sofisticados vehículos militares de la Guardia Nacional (post en los próximos días).
Me sorprendió darme cuenta de que yo, al igual que todos, caí en esta onda de "ja, aquí estuvo el Pancho Villa, nos los chingamos". Cuán deseosos estamos de chingárnoslos, que medio día de vengativos revolucionarios nos siguen sabiendo a gloria casi un siglo después.
Así que ahí vamos todos a ver el museo, a comprar libros y, por supuesto, el bonito souvenir.

Que es más bonito cuando está bien modelado.


De acuerdo con habitantes del lugar cada año, el día del aniversario de esta invasión, cerca de 100 simpatizantes villistas recuerdan la "hazaña" cruzando a caballo la frontera desde México hasta este lugar. Se antoja agarrar el primer pony que se atraviese y lanzarse este 9 de marzo.
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Las notas de la marcha publicadas en La Opinión se pueden leer aquí

domingo, febrero 18, 2007

Recado del tiradito: Matthew y los tocayos

Marcha Migrante, día 3: Tucson-Douglas

El tercer día de la marcha salimos de Phoenix y nos fuimos a Tucson, en donde hay un lugar en el que desde hace 30 años se celebran ceremonias en honor de los migrantes muertos y no identificados. Formalmente el nombre del lugar es Capilla de Anhelos, pero la gente la conoce como “capilla del tiradito”, debido a la leyenda de que ahí apareció el cuerpo de un hombre, cuyo nombre no se sabe, que presuntamente habría sido asesinado y luego “tirado” ahí por el padre o el esposo de alguna mujer de la cual era amante.

Hasta ahí llegó la Marcha Migrante para hacer su propia ceremonia, en compañía de algunos activistas y de gente de las organizaciones de esta ciudad. Entre ellos se encontraba Isabel García, presidenta de la Coalición de Derechos Humanos de Tucson y a quien seguramente recuerdan.

A Isabel recientemente le fue otorgado el premio de Nacional de Derechos Humanos 2006 del gobierno mexicano, y cuando iba a ser la ceremonia de entrega, en la cual estaría el chaparrito-peloncito-delentes, le anunciaron que no podía leer su discurso, en el cual haría una crítica al propio gobierno mexicano por su posición entreguista ante Estados Unidos en el tema migratorio. Como consecuencia de esto, Isabel no se presentó a recibir el premio.
La ceremonia en el lugar fue lindísima. Como no había un lugar en donde se pudieran “plantar” las cruces que la caravana viene colocando en cada punto donde se detiene, se decidió simplemente colocarlas en el piso y luego cada persona que así lo quiso prendió una veladora en honor de alguno de los migrantes muertos, identificados o no.

Francisco Domínguez, un fotógrafo de Sacramento, California, que viaja con nosotros, fue el primero en encender su veladora, verdaderamente conmovido. Como recordarán, en enero pasado la patrulla fronteriza asesinó a Francisco Javier Domínguez, de 22 años y originario de Puebla, en la franja fronteriza, cerca de Douglas, Arizona.
“Me impactó saber que una persona con mi nombre había muerto”, me dijo Francisco. “En parte eso ayudó a que me decidiera a venir a este viaje; algo así te golpea, porque sabes que aún hay gente que va a pasar por esta situación”. Así que Francisco escribió el nombre del migrante muerto, que es el suyo, en una veladora y la puso en la capillita.

La capilla, además de ser un sitio en el que hay una vibra superintensa, me imagino que debido a toda la gente que ha pasado por ahí en medio del ambiente racista y antiinmigrante de Arizona, también es un lugar muy interesante porque en uno de los muros ruinosos de lo que fue el templo, y que está lleno de hoyitos, la gente deja papelitos pidiéndole al “tiradito” algún favor. Por supuesto, dejé el mío también y el día que me lo cumpla prometo que se los haré saber.

Pero el momento más emotivo para todos nos lo dio Matthew, quien a sus 12 años está haciendo todo el recorrido con nosotros, en compañía de su papá, Russell. Cuando a Matt le tocó prender su velita y empezó a decir unas palabras, inesperadamente le ganó la emoción. “No entiendo. No entiendo por qué nuestro gobierno tiene que hacer esto. Tanta gente muriendo sin razón”. No pudo decir más porque no podía dejar de llorar. Nunca la verdad había sonado tan sincera.

Después de la ceremonia la gente de la Coalición nos dio sopa y pan, y de ahí nos fuimos a Douglas. Frente a la garita que comunica con la ciudad de Agua Prieta, en Sonora, el grupo plantó una cruz y rindió un homenaje a Francisco Javier Domínguez, el tocayo muerto.

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Las notas de la marcha publicadas en La Opinión se pueden leer aquí

viernes, febrero 16, 2007

Recado de la noche de un día difícil

Marcha Migrante, noche-día 2: Yuma-Phoenix

La idea después de los eventos del día 1 era quedarnos en algún hotel superbarato de Yuma, Arizona, para al día siguiente tempranito lanzarnos a Phoenix. El grupo de la caravana se quedó a dormir en una iglesia, pero nosotros teníamos la bronca de que no había dónde conectarse a la corriente eléctrica y necesitábamos cargar pilas de computadoras, cámaras, etcétera. Así que dijimos: “Pues buscamos un hotel bara en Yuma, y en la mañana nos lanzamos con la banda a Phoenix”. Ajá.
Yuma es una ciudad francamente equis. No tiene ningún atractivo, ninguno, deveritas ninguno. Pero por alguna razón, ese día todos los hoteles estaban ocupados. Recorrimos todos, desde los tradicionales Holiday Inn, hasta una cosa que se llamaba Corcovado Motel. Nada. Eran casi las doce de la noche y nosotros en el carro cargado hasta el tope de madre y media, habiendo dormido sólo tres horas la noche anterior, y habiendo recorrido el camino de Los Ángeles a San Diego, y a Holtville, y a Caléxico y a Yuma en un solo día-noche. Y las opciones para dormir eran: o manejar las cuatro horas que nos faltaban hasta Phoenix, o dormir en el carro.

Integrantes de la caravana colocan cruces en la reja entre Caléxico y Mexicali
El evento del día siguiente en Phoenix era alrededor de las doce, así que lanzándonos y metiéndole pedal podíamos llegar a las cuatro de la mañana, dormir unas siete horas y llegar puntualitos a la cita. Pero los dos nos caíamos de sueño, ni modo de manejar así. Pero a ninguno de los dos nos gusta dormir en el carro. Así que entramos a una tiendita de gasolinería, compramos unos cafés cargadísimos y nos echamos un volado mental gracias al cual Diego manejó y yo le fui contando historias para que no se durmiera, unas inventadas y otras mejor aún porque sí ocurrieron.

Los puntitos rojos indican la ruta de San Diego a Phoenix. Familiarícese usted con el mapita, que lo voy a usar varias veces
Estuvo chido. Arizona es padre cuando vas en carretera de día, los paisajes son loquísimos. Pero de noche es bien mística. Porque vas pasando por áreas rodeadas de montañas rocosas aunque por la obscuridad no las ves; pero la cosa es que las SIENTES, aún en lo obscuro y aunque vayas en el carro, es muy loco. Así que ahí íbamos en plena madrugada, como a 90 millas por hora cantando canciones de los Beatles y en algún momento, note usted la decadencia, cantando “El blues de la llanta” de El Tri. Qué barbaridad.
En un punto, vimos una imagen digna de programa de Jaime Maussán. Allá arriba se empezaron a ver unas luces avanzando como haciendo olas, arriba y abajo, superloco. Cuando nos dísponíamos a entablar conversación con otros mundos descubrimos que no, que eran vehículos de la Border Patrol, la patrulla fronteriza, la “migra”, con unas luces como para dejar ciego a Dios, recorriendo en megafriega las montañas rocosas. Nos intrigó cómo le harán, porque en verdad van de volada por áreas donde no hay caminos, y se movían rapidísimo.
Esa fue nuestra bienvenida a la sensación “estamos vigilados”, a la que dedicaré un recado particular más adelante; baste aquí con decir que en el trayecto a Phoenix nos detuvieron tres retenes de la migra para preguntarnos si éramos ciudadanos o residentes legales, así que los dieciocho paisanos que queríamos cruzar en la cajuela junto a nuestros sleeping bags tuvieron que buscar otro medio de transporte.
Llegamos a Phoenix a las tres y cacho de la mañana, nos quedamos en un hotel demasiado caro para las circunstancias, pero el cansancio lo ameritaba.
A la mañana siguiente nos reunimos con la banda de la caravana en el centro de Phoenix, en donde se celebraba una Convención de Líderes Hispanos que recibió a los 15 “marchantes” que iban en el grupo con aplausos y de pie. A lo largo de la marcha el número de autos y de “marchantes” ha ido variando dependiendo del día de la semana, de la ciudad que se visita y hasta del clima. Ya lo irán leyendo.

Más tarde fuimos a la sede de una organización que se llama “Migrantes sin Fronteras”, en donde hubo una ceremonia superemotiva: cerca de 300 personas esperaban a la marcha para una vigilia nocturna, con velitas y con historias de migrantes, cada una de las cuales tendría que ser suficiente para tocar el corazón de los congresistas cómodamente sentados en Washington.

Cruces colocadas en la sede de Migrantes sin Fronteras

Ahí estaban también 10 personas haciendo una huelga de hambre, que según me explicaron después no era tal, sino un “ayuno espiritual”.
“Una huelga de hambre es para convocar al hombre a que haya una reacción y que cumpla con algo, y no se deja hasta que eso se cumpla”, me explicó Elías Bermúdez, director del grupo, quien estaba entre los 10 que durante siete días no comieron. “Pero en este caso el ayuno es un acto de fe que se practica en todas las religiones del mundo, y lo estamos haciendo durante un tiempo fijo para convocar a un poder mucho más grande que el nuestro”.

Yo francamente no creo en el ayuno ni en su poder de convocación de milagros, de hecho no creo en el poder de los sacrificios basados en el castigo del cuerpo; pero sí debo expresar todo mi respeto a quienes lo hacen convencidos. En este caso lo que me conmovió es que además de los ayunantes, había decenas de simpatizantes que se sumaron a este esfuerzo de manera simbólica: haciendo un ayuno de un día, absteniéndose de tomar refrescos embotellados durante una semana o reduciendo la cantidad de alimento que consumen diariamente, “para cumplir el milagro de la reforma migratoria”.
Pero yo no creo que lo que se esté buscando sea un milagro; yo pienso que es simple y llana justicia.

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Las notas de la marcha publicadas en La Opinión se pueden leer aquí

miércoles, febrero 14, 2007

Recado de harto amor

Pa’ que no digan que no honro la fecha….

"Love people,
not things.
Use things,
not people".

-Leído en una iglesia bautista en Roma, Texas.

Si sienten que a este recado le falto emoción y romance, vayan aquí.
Saludos desde Nuevo México, donde nos ha tocado una nevada fenomenal.

lunes, febrero 12, 2007

Recado de los no olvidados

Marcha Migrante, día 1: San Diego-Holtville-Calexico

La Marcha Migrante inició su recorrido por la frontera entre México y Estados Unidos el 2 de febrero, día de la Candelaria, pero también día del aniversario de la firma de los tratados de Guadalupe-Hidalgo, bonito acto mediante el cual cierto oscuro personaje mexicano cedió a nombre de tooooodo México el territorio que hoy corresponde a los estados de California, Arizona, Nevada, Utah y parte de Colorado, Nuevo México y Wyoming, y estableció que el Río Grande sería la frontera entre Texas y México. Y ya sabemos quién fue el ganón.


El caso es que la cita era a las doce en San Diego, frente al muro de la garita de San Ysidro, y a las doce como ingleses llegamos Diego y yo y otras 40-50 personas. Ahí estábamos, acomodando maletas y sleeping bags y botellas de agua y ya se imaginarán, cuando llegaron aquellos: seis fulanos, tres mujeres y tres hombres, en dos camionetas. Entonces uno de los que trabaja con Ángeles de la Frontera dice de volada: “esos son minutemen”.
La verdad es que son una pena los minutemen. En Los Ángeles y áreas aledañas suelen hacer numeritos frente a los lugares en los que se ponen los jornaleros para trabajar. Pero llegan cuando mucho 10, y cuando uno los ve, verdaderamente te da la impresión de que están en ese rollo porque de otra manera no tendrían con quien platicar, porque su vida es miserable y porque se aburren ellos solitos, y ser minutemen es como jugar a las guerritas y te da pretexto de ponerte ropa camuflajeada que se ve bien “acá”, y ondear banderas americanas y decir muchas veces “fuck” e “illegal aliens”. Triste su vida, pues.
Pero para cuando llegaron ya estaba ahí la policía y ni chance les dieron de acercarse. No saben el berrinchazo que hicieron, sobre todo una tipa que gritaba indignadísima apelando a la primera enmienda. “Pues sí seño, primera enmienda, pero allá atrasito”, creo que le dijeron los tiras, porque nomás no los dejaron acercarse.


Así que pasado el incidente, empezó la ceremonia de arranque de la Marcha en el punto en el que el año pasado murió Óscar García Barrios debido al disparo de un oficial, frente a esa garita. ¿Se acuerdan? Por primera vez en décadas se cerró el cruce fronterizo más transitado del mundo, el de San Ysidro, debido a la muerte de García Barrios.


Enrique Morones, presidente de Ángeles de la Frontera, quien encabeza la marcha –y quien ha resultado ser un tipazo-, colocó una cruz en memoria del joven. La gente hizo una oración y un grupo de danzantes aztecas con estandartes de la Virgen de Guadalupe (y que alguien me diga que no existe el sincretismo) hizo una pequeña ceremonia toda olorosa a incienso y copal para marcar la partida de la caravana.
¿Y los minutemen? Bueno, después del berrinche se fueron al rincón. Uno de ellos subió su camioneta a una colinita enfrente de donde estábamos, sacó unas bocinas y le subió al radio mientras acá se hacía la ceremonia para García Barrios. Esa fue su forma de molestarnos. No’mbre, si son rete-malotes.


De San Diego nos fuimos a Holtville, un pueblo en California cerca de Caléxico en donde hay un cementerio para migrantes muertos en la frontera y no identificados. Llegar ahí es impresionante. Al frente del lugar, llamado Terrace Park, se ven las tumbas blancas relucientes de los familiares de quienes habitan el pueblo, rodeadas de césped verde con los nombres, apellidos y fechas de quienes descansan ahí. Algunas tienen encima unas flores, otras un regalito. Pero en la parte de atrás, el escenario es otro.


Un terreno agreste en tiempo de secas, lodoso cuando llueve, alberga los cuerpos de indocumentados que murieron sin que se supiera quiénes eran. Filas de ladrillos descoloridos, la mayoría con la leyenda “Joe Doe” para los hombres, “Jane Doe” para las mujeres, indican que ahí yace alguien cuyo nombre y cuya historia no se conoce. Ahora había llovido, así que los pies se hundían en la tierra húmeda mientras se sentía un frío de atardecer bien desconsolador.
“Ellos vinieron a trabajar en este campo, no a ser enterrados en él”, dijo Enrique. “Hay gente esperándolos, una madre, un padre, que no saben que han muerto. Si esta no es una buena razón para tener una reforma migratoria, no sé qué será”.
La gente que iba en la caravana de cerca de 30 autos colocó cruces de madera junto a los ladrillos de los migrantes desconocidos, en algunos de los cuales con anterioridad Ángeles de la Frontera ya había puesto otras cruces con la leyenda “no olvidado”. Algunos hicieron una pequeña oración, otros colocaron flores, alguien más recordó a un ser querido que se fue también así, por ser migrante.
Enrique me contó que hace cinco años, cuando este cementerio empezó a recibir los restos de los migrantes, había 20 tumbas. Hoy hay 440.


La última escala de la caravana durante el primer día de Marcha fue en el cruce fronterizo entre Caléxico y Mexicali. Del lado estadounidense el grupo colocó algunas cruces sobre la reja en memoria de los migrantes caídos. La idea es colocar 4400 cruces a lo largo de toda la frontera.
Del otro lado de la reja que divide los dos países, un vendedor ambulante observaba el movimiento. Finalmente, se acercó a preguntar quiénes eran los que estaban ahí.
“Venimos en una marcha, vamos a ir por toda la frontera. Estamos pidiendo que les den a los migrantes una oportunidad de tener una mejor vida”, le dijo Guillermo, que venía en la caravana con su familia. “Estamos poniendo cruces por todos los que han muerto al cruzar”.
“Pues a nombre de mis paisanos yo se los agradezco”, respondió el hombre emocionado. “Tanto yo como mis hermanos que están de aquel lado de la frontera se los agradecemos, a usted y a todas las personas que nos tienen presentes”.

Cada lugar nos ha contado una historia. Como la de la mesera que atiende en un restaurante de comida china cerca del cruce, y que después de narrar cómo han detenido migrantes en las últimas semanas, sólo atinó a decir: “Qué bueno que alguien hace eso, que vienen de tan lejos, porque a veces uno quiere hacer algo, pero estando acá se siente tan solo…”.
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Las notas de la marcha publicadas en La Opinión se pueden leer aquí.

domingo, febrero 04, 2007

Recado desde la línea

Pues ando de gira. Resulta que hay una organización que se llama Ángeles de la Frontera, de la cual tal vez alguno de ustedes habrá oído hablar: con sede en San Diego, este grupo se dedica a colocar “estaciones” con agua en el desierto, para los migrantes que cruzan la frontera indocumentados.
Pues los Ángeles de la Frontera han organizado una Marcha Migrante, que recorrerá toda la línea fronteriza, desde San Diego en el Pacífico, hasta Brownsville en el Golfo, recopilando historias de migrantes, de sus familias, de autoridades, de gente común y corriente que se ve afectada por la falta de una reforma migratoria en Estados Unidos que permita a quienes ya viven acá regularizar su situación y ser reconocidos por su aportación al desarrollo de este país, y que facilite el flujo para aquellos que desean venir a trabajar, a reunirse con su familia o simplemente a probar si aquí pueden construir un futuro que se acerque más a lo que aspiran. Y que evite que en el intento de hacerlo, los migrantes sigan muriendo.

La idea de reunir todos estos testimonios es llevarlos a Washington, D.C. y entregarlos a los congresistas cuando inicie el debate sobre la reforma migratoria. Ponerle un rostro, un nombre y una historia a las cifras de migrantes asesinados, deportados, de familias divididas o de paisanos explotados por vivir al margen de la ley. Sensibilizar a quienes aún están indecisos y recordarles que la aprobación de cualquier ley conlleva consideraciones económicas y políticas, pero que también afecta la vida de millones de personas.

Con esta intención, la caravana de la Marcha Migrante salió el viernes pasado de San Diego. Ya iré contando en los próximos días las experiencias del camino, si el propio camino me da un chancecín.

Recado pirata

Porque sin pedirle permiso, me pirateé esta foto que tomo Diego en la fila para cruzar la frontera de Tijuana a San Diego.

¿A poco no está chidísima?

Si quieren ver más fotos de Tijuana, capital mundial de lo feo (con perdón de mi carnal El Yorsh), denle click aquí; nomás que esas fotos ya las tomé yo. Ah, y el El Yorsh publicó una crónica sobre este cruce fronterizo, aquí.

jueves, febrero 01, 2007

Recado para mí

Ya me regañaron…

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Apreciable señora Chilangelina:

Por este medio nos permitimos hacer llegar a usted nuestra más enérgica protesta por el uso de la palabra "jumento" para describir al ex presidente Vicente Fox en el recado que está acá abajo.

El hecho de que la literatura occidental relacione la figura del asno, burro o jumento con la idiotez y la necedad, no le autoriza a usted a insultar a nuestra especie haciendo semejante analogía. Nosotros somos honrados, trabajadores, leales; sí, un poco tercos, pero no soberbios. Nunca escuchará usted que se hable de la "pareja jumental", ni se enterará usted de que hemos comprado implementos para el hogar con valor superior a los 4 mil pesos, 400 dólares para sus lectores internacionales. Y nunca, por ningún motivo, adjudicaremos un Premio Nobel a alguien que no lo haya recibido.

Le suplico a usted que, otorgándonos nuestro derecho de réplica, se sirva publicar esta misiva en el mismo medio en que lo hizo con el citado recado, y mucho apreciaremos que en lo sucesivo se sirva abstenerse de hacer comparaciones entre los animales de buena fe, y los otros.

Reciba usted un cordial saludo,

Asociación Internacional de Asnos, Burros y Jumentos (AIABJ).