martes, diciembre 21, 2004

Recado postelectoral

Con evidente retraso debido a situaciones que más o menos les he relatado a algunos de ustedes, envío el balance que prometí hace mes y medio. Ya se me ha pasado la cruda de la derrota electoral de los demócratas en Estados Unidos, y posiblemente algunos de mis comentarios se sentirán reiterativos o fuera de tiempo, pero pues va de todos modos con los resultados que todos conocemos: un país dividido, un aire de desesperanza en los estados que votaron mayoritariamente demócrata, y un gobierno que después de cuatro años de dudosa legitimidad, se coronó con una ventaja de cuatro millones de votos que le dará carta blanca para actuar de aquí al 2008. Pero también una población que, sorprendentemente, desde un día después de la elección sigue haciendo campaña anti-Bush para que la gente se mantenga alerta ante lo que ocurra estos cuatro años.

Tengo mucho que contarles sobre otros aspectos de nuestra extraña e interesante vida aquí, pero no quería seguir sin sacar este pendiente, así que comento “brevemente” algunas cosas vistas desde este microrincón de California, demócrata hasta las cachas.

Todos a promover!
Fue impresionante el despliegue que hicieron todos los sectores para promover el voto. No hablo de los esfuerzos para hacer campaña por uno u otro candidato; me refiero a la motivación para que la gente saliera a las urnas. Canales de televisión, ONG´s, empresas, escuelas, actores, asociaciones, en todos lados veías invitaciones a votar. Una organización de mujeres lanzó un spot en TV que decía: “En el año 2000 más de un millón de mujeres registradas para votar no acudieron a las urnas... la elección se ganó por menos de 600 votos. Hoy tienes una oportunidad. Vota”. En otro, aparecía Jennifer Aniston (la actriz de Friends) diciendo: “Tú no permitirías que alguien te dijera qué ropa ponerte, qué auto comprar, a dónde ir, qué comer. ¿Por qué vas a permitir que alguien decida quién te va a gobernar? Ejerce tu derecho a decidir: vota”. MTV hizo una super campaña de información para los chavos; hizo programas especiales, entrevistó a los dos candidatos con preguntas de interés para ese sector, como las relativas a sexualidad, drogas y empleo. También transmitió spots con cantantes, desde Christina Aguilera hasta Snoop Dog, invitando a votar. En todos lados te recordaban las fechas límite para registrarte, y muchísimos sitios de internet, desde los informativos hasta los que venden shampoo, te ofrecían la forma de registro para votación. En verdad, la campaña de promoción del voto, al menos aquí, me pareció impecable. Y sí, en algunos casos, fue promovida por los detractores de Bush, pero en general, descubrí una consciencia colectiva de la importancia de promover la cultura del voto y la participación ciudadana.

Yo pienso así, tú piensas así
Aunque como les he dicho, California se puede calificar como demócrata, siempre hay algunos núcleos anti-Bush. Nos tocó en una ocasión, en Santa Mónica, ver una discusión interesante. En esa ciudad, ubicada junto al mar y en la zona conurbada de Los Angeles, existe una zona comercial-cultural en la que hay tiendas y tienditas, y en la que se instalan algunos artistas callejeros, activistas, etc. Bueno, ese día, un grupo de promotores del voto pro-Bush puso una mesita con su propaganda y te invitaba a afiliarte al partido republicano. De volada reaccionaron algunos chavos que llegaron a poner a un lado, eso sí, respetuosamente, sus propias propagandas improvisadas pro Kerry y anti-Bush. Por supuesto, un par de chavos, uno de cada bando, empezó a discutir (no me refiero a pelear, me refiero a debatir, intercambiar ideas), y alrededor de ellos se empezaron a hacer bolitas (la de los anti-Bush más grande). Varios intevinieron, unos más vehementemente que los otros, pero los argumentos eran los mismos: los pro-Bush, convencidos de que la guerra vale la pena para salvar la bondad y la rectitud del mundo, porque además se hace para estar acorde con lo que manda la Biblia; los anti-Bush seguros de que la guerra, y más esta guerra, es una idiotez, y que más importante que la interpretación parcial de cualquier libro religioso es la dignidad y el respeto a las vidas humanas.

Tal vez les parecerá una obviedad, pero no lo es. Por ejemplo, en nuestro país, aunque tengamos grandes diferencias en materia política, partimos de una plataforma de valores más o menos similares: en cuanto a la familia, al respeto por la vida, a la supremacía del amor o la salud sobre el dinero, en la condena de la corrupción y las prácticas clientelares, etc. Ningún partido político mexicano defendería una guerra en su plataforma electoral, ni justificaría la pérdida de vidas. Y hasta el momento, ningún partido en México (al menos ninguno de los que han logrado conservar su registro) promovería la legalización de las relaciones homosexuales en una campaña política. Nosotros en general, y algunos otros países, podremos tener grandes diferencias en materia de acciones, pero no en materia de valores. Sin embargo, en este debate que les refiero presenciamos cómo dos sectores de la misma sociedad discutían sobre plataformas de valores completamente diferentes: unos condenaban el derecho de las mujeres a decidir si desean o no un aborto, pero justificaban la muerte de niños en medio oriente; otros defendían la pluralidad pero condenaban la religiosidad de los opositores. Las posturas, al menos aquí, son radicales, y la gente está verdaderamente convencida de la propia. Creo que por eso los resultados fueron tales: los indecisos no votaron, y los que votaron lo hicieron con ahínco y pasión. No sé cómo puede esto impactar en el futuro de un país, pero no creo que nada bueno pueda salir de ello.

Los anti-Bush: "Sorry, world!"
Todos, todos los sitios por donde pasamos durante las semanas previas a la elección, hacían una parodia de este presidente: por tonto, por malinformado, por incapaz. Como saben el Halloween, celebración de gran importancia en este país, tuvo lugar dos días antes de las elecciones. En la tradicional celebración que se hace en West Hollywood –una ciudad progresista conocida por su tolerancia religiosa y respeto a la diversidad sexual- se acostumbra cerrar una avenida a lo largo de varias cuadras y por ahí circulan las personas con disfraces insólitos e ingeniosos, en una mezcla de carnaval, desfile del orgullo gay y festival de la primavera de un kinder, una cosa muy loca. Muchísimos de estos disfraces fueron encaminados a hacer propaganda antibush. Una chica disfrazada de nerd, con lentes, dientes enormes y cara de mensa, cantaba por toda la calle “four more years”. Unos tipos disfrazados de banqueros millonarios como los que dibujan los moneros mexicanos, arrastrando bolsas de dinero y propaganda a favor de la guerra, también hacían campaña por la reelección. Eso hizo que, aunque siempre supimos que iba a ganar Bush, nos sintiéramos menos solos y menos tristes.

Finalmente, desde hace mucho les quería comentar sobre la página www.sorryeverybody.com para quienes aún no la conozcan, interesantísima en el link que dice “gallery”. A uno de estos jóvenes americanos conscientes, afligido por las consecuencias que tendrá la reelección para el mundo, se le ocurrió escribir en una hoja: “Sorry! Hicimos lo que pudimos”, tomarle una foto y subirla a internet. Es la hora en que decenas de miles de estadounidenses y personas de otros países siguen subiendo sus fotos, para hacerle saber al mundo que aunque ganó el asno, hay casi una mitad de país sensata, que seguirá luchando por enderezarle el rumbo al barco, a sabiendas de que, involuntariamente, son parte importante del timón. Créanme, ha sido muy reconfortante saber que la juventud informada e ilustrada de este país es consciente de lo que está ocurriendo, porque son ellos, y no los viejos religiosos de Texas, quienes dirigirán el rumbo de los Estados Unidos durante los próximos años. Y querámoslo o no, eso es una esperanza para el mundo.

domingo, noviembre 21, 2004

Political affairs’ Recado

En busca de la política

Empiezo por decir que nuestra "reciénllegadez" a Estados Unidos no nos quita el interés político, pero sí nos hace víctimas de enormes vacíos que resultan en falta de información de pasillo. Por un lado, la geografía política de este país es muy particular; en México, si vives en el D.F., fácilmente tienes el pulso de una gran parte del país, debido a la centralización de poderes, a que ahí está la sede de los partidos políticos y la sede de los principales medios de comunicación. Tienes todo a la mano.

Este país es diferente en ese sentido. Aunque Washington D.C. concentra los poderes, los partidos políticos dividen su peso en diversas sedes además de la de Washington; aún así, en el caso de California el punto de interés no está en Los Ángeles, sino en Sacramento, la capital. Las cadenas de televisión, por su parte, compiten por las exclusivas pero "circulan" las sedes; así, los debates presidenciales se dieron en exclusiva a una cadena diferente cada vez (NBC la primera vez; ABC la segunda y CNN la tercera) y cada una transmitió desde distinta sede. Por supuesto, como algunos de ustedes sabrán, ninguna de ellas estuvo en California. Lo que quiero decir es que no hay sólo una ciudad clave para estar al tanto de todo lo que ocurre, pero encima de eso, la ciudad en la que estamos no es, ni lejanamente, de las que juegan un rol protagónico en lo que a política federal institucional se refiere.

El otro asunto es que tampoco hemos dado con la sociedad más politizada de esta ciudad. Muchos de nuestros amigos están indocumentados o son residentes, pero no ciudadanos, y el hecho de que no puedan votar hace que pierdan interés en la contienda, aunque tengan un candidato favorito "por default". Nosotros seguimos atentamente los tres debates, pero dentro del medio en el que nos estamos moviendo hasta ahora, fuimos los únicos. Hace poco hicimos contacto con un grupo interesante; estuvimos en una reunión y salió el tema, pero eso fue en días recientes.

Con este contexto, que expongo sólo para dejar claro que tengo sólo una muy pequeña parte de la fotografía completa, procedo a hacer mis observaciones.

Anyone but Bush

Lo primero que hay que resaltar es el ánimo anti-Bush. Se lo dije hace tiempo a un amigo que se burló de mí, diciendo que si yo creía que eso sólo ocurría en California; "pero si eso lo piensan todos desde Argentina hasta Canadá", me dijo. Pues sí, pero bueno fuera que al interior de todo Estados Unidos fuera así. California tiende a ser demócrata (a pesar del tropezón con "Shuarsenéguer"), y el hecho de que haya un elevado índice de indocumentados hace que cualquier connato de conservadurismo sea vituperiado, lo cual está ocurriendo con el flamante "goberneitor", y por supuesto, con el propio Bush.

Pero ojo, no es lo mismo anti-Bush que pro-Kerry; creo que eso lo tenemos claro como mexicanos, porque en nuestras históricas elecciones del 2000, muchos, más que votar por Fox, votaron contra el PRI. Aquí ocurre algo similar.

Empiezan a abundar las estampas en los autos con leyendas tipo: "Beat Bush in 2004"; o "Anyone but Bush". La consigna es sacar a Bush; que llegue el que sea, pero que salga Bush, cuya política belicista ha dejado de lado la política migratoria, que es uno de los temas pendientes por acá.

Sin embargo, veo dos "peros" ante esta postura. El primero, es que el resto del país no piensa así. Las encuestas, todas, dieron por ganador a Kerry en los tres debates; pero las encuestas, TODAS, siguen teniendo a Bush arriba en las preferencias electorales. Se habla de un 10% de indecisos en el electorado, de los que hablaré más adelante. Pero el hecho es que, en las preferencias definidas hasta hoy, Bush va por la reelección. Por lo poco que he podido platicar con gente pro-Bush, las razones van, desde una absoluta ignorancia que hace que esta gente afirme que "todos los árabes son malos" (textual), hasta la idea de que los migrantes, de los cuales una gran parte son mexicanos, violan la ley al entrar al país ilegalmente y por ello no merecen ningún atisbo de legalidad. Esta gente apoya al "goberneitor" en su decisión de no dar licencias a migrantes indocumentados, y apoya a Bush cuando dice que no habrá amnistía; pero esta misma gente -en concreto una chica mexicana casada con un gringo, que me dijo esto de manera apasionada y se jacta de vivir en la legalidad- contrata a estos indocumentados mexicanos (el jardinero, el carpintero, la señora del aseo) porque les paga menos que lo que le tendría que pagar a un gringo y no les tiene que dar prestaciones. Pero eso sí, que no osen aspirar a una licencia de conducir; por eso, ella apoya a Bush.

Sorprendentemente, también me han tocado personas que creen que la guerra contra Irak fue una guerra justa y digna, "porque ellos atacaron primero derribando el WTC". Y cuando les dices que no, que las torres gemelas no las derribó Irak, sino Afganistán, y que no han ido a una, sino a dos guerras, y que la segunda no tenía motivos (realmente la primera tampoco, pero en fin), verdaderamente no entienden de qué les hablas. "Porque Hussein representaba un peligro, eso lo saben todos".

Todavía no entiendo mucho de economía gringa, y creo que el balance de esta administración no es malo, aunque no sé que tanto influya en eso el hecho de estar en guerra; sin embargo, el desempleo y el empleo informal se han incrementado (¿les suena conocido?). El caso es que hasta el momento no me ha tocado hablar con gente que me dé argumentos diferentes, que sean contundentes, para defender a este asno presidencial.

El segundo inconveniente que veo es que, al querer sacar a Bush a cualquier precio, se está dando una falta de búsqueda de información fidedigna sobre lo que ofrece Kerry, quien al parecer tampoco es el candidato ideal, pero tiene algunas propuestas rescatables.
De lo que he visto hasta ahora, hay tres aspectos generales que me han llamado la atención. El primero es que él plantea que Bush cometió un error al ir a la guerra solo, sin un apoyo real de otros países. El tipo asegura que la política internacional tiene que ser regida por el consenso de naciones y las acciones emprendidas por cualquier gobierno deben ser legitimadas por una parte importante de la comunidad internacional. Hasta ahí, me gusta. Sobre el retiro de tropas en Irak, es cauteloso.

Otro aspecto que me gustó es que, sin ser abiertamente liberal, en su discurso ha manifestado respeto por las diversidades religiosa y sexual. En el primer aspecto, aunque se confiesa creyente, no exhibe ni utiliza su religiosidad como propaganda, lo que sí hace Bush. En el segundo aspecto, apela a la tolerancia, el respeto e incluso deja ver que podría apoyar el reconocimiento legal de las preferencias sexuales diferentes; Bush, en cambio, condena cualquier relación diferente a la relación hombre-mujer.

El tercer aspecto es el relacionado con los migrantes. La oferta más generosa de Bush en ese sentido es un acuerdo de empleo temporal. Kerry fue más allá en el último debate, dejando ver que impulsaría una amnistía para los residentes ilegales sin antecedentes penales, que hayan desarrollado una vida productiva en E.U., tengan hijos nacidos aquí y hayan pagado impuestos en los últimos años. Esto último, tal vez, podría influir en algunos de los indecisos.

Voto Latino

Voy ahora a ese tema, el 10% de indecisos. En todos los medios, gringos y extranjeros, se ha mencionado en más de una ocasión que la comunidad latina será decisiva en estas elecciones. Bueno, la latina o cualquier otra; recordemos que la elección anterior se definió al final por menos de 600 votos. Pero a lo que se refieren muchos de los analistas es al hecho de que una parte importante de este 10% estaría conformada por latinos de segunda o tercera generación.
El problema con los latinos, no sólo con los indecisos, sino con todos, es que ninguno de los dos candidatos ofrece algo que haga que esta comunidad se identifique con ellos. Bush, siendo hijo de quien es, está lejos de conocer la realidad, no sólo de los mexicanos, sino de la comunidad migrante en su país; es un hombre que al parecer piensa que su país, y el mundo entero, son ranchotes como el suyo en Texas, parejos, parcos y sin matices. Kerry, por su parte, es originario de Massachussets y honra al más puro tipo bostoniano. Viene de un entorno en el que nadie se apellida Pérez ni López, y en el que las "housekeepers" (bonita palabra para denominar a las sirvientas) son negras, no latinas. Y como muchos de ustedes saben, su esposa, Teresa Heinz, es la heredera de un importante imperio de productos alimenticios, lo que nos lleva a que el fulano no tiene la más remota idea de lo que pasa en el este o el sur de Los Ángeles o en las comunidades latinas de otras ciudades de Estados Unidos. ¿Cómo es que esperan que esta comunidad latina, "decisiva" según ellos, vea en alguno de estos dos a "su" candidato? Lo que resulta de ello es un elevado índice de abstención en nuestra comunidad, la comunidad latina; creo que ese 10% de indecisos, al final se puede convertir en un 10% de abstenciones.

Esta comunidad, influyente en la economía nacional, en la cultura, en las cadenas productivas, en la diversidad gastronómica, musical, artística, no piensa a largo plazo. En el ámbito local, nos tocó ir a un desfile del 15 de septiembre, y la gente en las calles sostenía letreros con el nombre de un candidato a la alcaldía de la ciudad, que es popular porque ha impulsado la iniciativa de ley que permitiría dar licencias de conducir a los indocumentados. La gente latina en California puede o no tener una postura sobre la guerra o sobre política económica, pero, al igual que en todas las sociedades, las necesidades inmediatas son el caldo de cultivo de las propuestas políticas, y sorprendentemente los candidatos a la presidencia no parecen saberlo y se empeñan solamente en aprender a decir "buenous días, amigous"; no hay agenda en sus plataformas políticas que apele a las necesidades de esta comunidad, indocumentada o ciudadana, y quien sí puede ir a las urnas, como que no entiende para qué, si nada de lo que ocurra impactará directamente su realidad.

Una parte a resaltar de todo esto son las excelentes campañas de invitación al voto que hay en todos lados. Estoy muy asombrada de ver el absoluto interés que decenas de organizaciones ponen en ello. Ya hablaré de esto en mi próximo recado.

En fin, para terminar por hoy con este tema, es cierto; la mayoría de los latinos que votará, al menos en California, lo hará por el partido demócrata; pero pocos, poquísimos, votarán por Kerry y su plataforma de gobierno. Y como lo vimos en el caso mexicano, a mediano plazo eso también podría ser un peligro. Aunque las encuestas dicen que no tanto: ojalá, ojalá que Bush no ganara, pero todo parece indicar que tendremos rebuznos de aquí hasta el 2008. Dios nos agarre confesados.

viernes, junio 18, 2004

Recado noticioso


Este recado va para ponerlos al tanto de cómo anda la cosa por acá; menos reflexiones y más noticias.

Huele a miedo

Lo primero que tengo que contarles es lo horrible que está la situación para nuestros paisanos indocumentados en este lugar. Hay redadas. Es horrible. Hay lugares, como les había comentado en correos anteriores, en los que claramente predomina la población latina indocumentada. Vas a esas zonas, y las casas, la gente, los autos, hasta los olores, todo es como si estuvieras en México. Algunos son salvadoreños u hondureños, pero en su mayoría son nuestros "paisas".
Ya les he contado mucho de lo que hacen ellos, de la importancia de esta gente en la economía y en la sociedad californiana. Pero no tienen papeles. Entonces son víctimas de las redadas.

Una redada es más o menos así: los oficiales de migración, por supuesto, saben sólo con ver a la gente quién es ilegal y quién no. Los huelen. Y saben hasta sus horarios, sus rutinas, qué calles pisan, todo. Pues estos oficiales se suben en un auto particular, y sin aviso, llegan a los lugares de concentración de esta gente, siempre en sitios públicos, y ¡todos a correr como despavoridos! Pero no todos corren, y los que se quedan, pues van pa’tras. El problema es que estas redadas empiezan haciéndose en mercados u otros espacios, y la gente empieza a saberlo y deja de ir. Hace un tiempo un locutor de radio solía tener una "oreja" en las oficinas de migración que le avisaba por dónde andaban los oficiales. Entonces en su programa decía: "Los compas del lugar X, aguas porque allá andan los limones", porque el uniforme de la migra es verde. Pero también se van pasando la voz por otros canales, ya ven que para eso nos pintamos solos.

Así que las modalidades van cambiando, y ahora las redadas son en los lugares en los que la gente está más vulnerable. Saben en qué esquinas se paran los jornaleros para ofrecer su trabajo como albañiles o carpinteros, hagan de cuenta como los del zócalo del D.F.; casi siempre es cerca de un Home Depot o alguno otro lugar de venta de materiales. Ahí hacen las redadas; el jornalero se esconde y esos días no puede trabajar y por ende no gana dinero, y considerando que hasta ahora van más de dos semanas de redadas, se podrán imaginar lo que eso significa para esta gente. Otros lugares son los bazares de fin de semana, e incluso las iglesias. Las escuelas vespertinas para adultos en las que se dan clases de inglés también son un buen punto: los latinos salen de trabajar, se van a la escuela, van saliendo a las 10 de la noche y a esa hora los están esperando afuera. Pero lo peor es lo que hacen en las escuelas de los niños. Cuando la mamá o el papá están llevando a sus hijos a la escuela, ahí los agarran. Agarran solo a los papás, porque la mayoría de los niños son ciudadanos porque ya nacieron aquí. Entonces el niño se tiene que chutar la bonita escena del "apañón" de su papá, se queda sólo llorando a media calle, pero además al papá lo mandan derechititito a Tijuana; si agarraron a una mamá soltera o a los dos papás, los niños se tienen que quedar con un familiar o un vecino hasta que los papás logren pasar otra vez. Porque así es; los deportan y todos regresan, o al menos mueren (literalmente) en el intento. La Casa del Migrante en Tijuana acaba de reportar que, de los deportados que han llegado en las últimas semanas, el 70% ya ha hecho contacto con algún pollero para que lo vuelvan a cruzar (con sus respectivos tres mil dólares de pago). En los últimos días se ha dicho que incluso llegan a tocar a las puertas de las casas, sacan a la gente, y si no pueden comprobar que están legales, los detienen y los deportan.

Ya se imaginarán la cantidad de historias que surgen a partir de esto; unas muy trágicas, otras francamente de risa. Como la del alcalde de Pomona, que era latino y estaba arreglando su casa. Fue al Home Depot a comprar materiales para hacer los arreglos, en fachas por supuesto, y que le toca una redada y que lo agarran. Y ahí va con todos los detenidos; por supuesto cuando llegó a los separos ya había hecho mil llamadas y se armó una de aquellas; pero es que estos no preguntan, primero te agarran y después investigan. Incluso han detenido a gente que no es latina, pero los ven morenitos y por el rumbo inadecuado, y órale.

El fin de semana pasado hubo una super marcha de protesta organizada por grupos de defensa de los latinos; los medios en español le han dado mucha cobertura al asunto, los medios en inglés no pelan mucho y la gente tiene un miedo tal que no sale de su casa. En ciudades como Pomona y Ontario las calles están vacías. Se ve a una mujer llevando a diez o doce niños a la escuela, porque es la única del vecindario que está legal. La gente no abre la puerta, no circula por ciertas calles, no va de compras. Tenemos varios amigos en esa situación, gente que tiene aquí entre cinco y 17 años. Gente que llego de 18 años, que ha hecho una carrera, que ha comprado un auto, que paga impuestos, que incluso son personajes públicos (dos de ellos han trabajado como locutores de radio), pero que hoy andan temerosos, evitando ciertas zonas y con el teléfono del consulado y de un abogado en la cartera. Una amiga publica un periódico en la ciudad de Lynwood: se quedó casi con la edición completa de este mes porque le da miedo salir a repartirla, ya que esa es una de las ciudades con mayor índice de mexicanos en todo el condado de Los Ángeles.

Cuando preguntamos por qué vino este "boom" de detenciones tan de repente, las versiones son varias: que se da periódicamente para meter miedo a la gente, que se están realizando justo en las zonas en donde ha habido presión para que se autorice la ley que permita dar licencias a los indocumentados, que tiene algo que ver con el próximo proceso electoral. Pero alguien nos dio una posible explicación que no se si sea cierta, pero es super interesante.

Como les conté en un mensaje anterior, los mexicanos sin papeles no tienen derechos, pero eso sí, pueden ofrecer su trabajo a un precio bajísimo y además pagar impuestos. Cualquiera, aunque no tenga papeles, puede tramitar su ITIN (Individual Taxpayer Identification Number); con ese numerito va y paga sus impuestos y nadie se queja. La cosa es que por ley cada año, después de la declaración anual, el gobierno regresa el dinero de los saldos a favor, puntualmente (como se supone que tendría que ser en todos los países). Y los indocumentados con frecuencia tienen saldo a favor. Entonces la hipótesis es que cuando viene el periodo de devolución de impuestos se organizan las redadas; el trabajador se va, pierde su empleo e incluso su casa, que por lo general es rentada; el gobierno no pierde mano de obra porque sabe que en unos meses van a regresar, y van a regresar a buscar un nuevo empleo, en donde van a tener que empezar otra vez desde abajo, cobrando por su trabajo menos de lo que ya cobraban, y tendrán que sacar un nuevo número falso de seguro social, un nuevo número de ITIN, y el cheque que les tocaba por el ejercicio fiscal anterior se desvanece en el aire. O en las arcas del gobierno.

Política nacional

Muchos de ustedes nos han escrito preguntándonos si sabemos del enorme circo que ha sido la política mexicana en los últimos meses y qué se dice por acá al respecto. Creo que casi todo nos llega. Extrañamos muchísimo a CNI, pero a través de Galavisión nos llega el noticiero de López Dóriga y gracias a DirectTV el de Canal Once y los lunes Primer Plano. La señal de Radio Fórmula llega hasta aquí, así que nos chutamos los programas del mismo López Dóriga, el de Ciro Gómez Leyva, el de Pepe Cárdenas y el de los "alebrijes" (David Páramo y sus secuaces). Voluntariamente a fuerza nos tuvimos que suscribir a Reforma en línea, y también checamos La Jornada, Milenio y El Universal. Y Proceso llega a un puesto de periódicos de aquí cerquita, pero siempre tienen el de la semana pasada. Además, La Opinión, el periódico más importante en español, reproduce editoriales de varios periódicos mexicanos.

Como podrán ver, sí sabemos lo que pasa, aunque siempre nos faltan los chismecitos de pasillo y por supuesto los chistes al respecto (por cierto: ya tenemos computadora en casa y Yahoo acaba de aumentar su capacidad en los buzones de correo, así que si nos quieren reenviar algún chascarrillo que valga la pena, ahora sí se les agradecerá).

La percepción desde aquí es otra: francamente nos indignamos con muchas cosas, pero otras hasta risa dan cuando se ven de lejos. Como el debate por el cambio de jardineras en Reforma o la visita de Rosario Robles al reclusorio; en verdad, como de comedia. Lo otro, lo de los videos, las demandas de juicio político, las descalificaciones, nos tienen de pronto medio "empachados". No sabemos si las cosas siempre han sido así de densas y nunca nos habíamos dado cuenta, o sí casualmente estando aquí se dieron en cascada todos estos acontecimientos que tienen convertida a la política nacional en un zoológico.

Lo más triste es que el partidismo, que es lo más importante allá, aquí es lo de menos. Los medios dicen que López Obrador, que Estrada Cajigal o que Murat, y nosotros leemos PRD, PAN o PRI. Pero aquí no. El grueso de la gente de origen mexicano (y no hablo de gente obrera indocumentada; hablo de gente que trabaja en los medios, profesionista, más o menos informada) no tiene idea de quién es quién y menos qué partido es cuál; para ellos todos son políticos, y al final el comentario es el mismo: "Ay, estos políticos mexicanos siempre igual de rateros y corruptos; están igualito que cuando me salí", me dijo un hombre que lleva ¡50 años! viviendo aquí. Chéquense esto: otra chava que tiene 15 años aquí no me creía cuando le dije que el D.F. está gobernado por un partido de izquierda. Me vio con cara de "esta pobre loca" y simplemente no me creyó.

El tema que sí interesa y enciende pasiones es el relativo al voto de los mexicanos en el extranjero. Las organizaciones aquí están presionando para que se logre; cada reunión de los líderes de las federaciones de los estados en California con el Consulado lleva al tema. Hay quienes dicen que si no vives ahí no debes votar, que ni puedes conocer a los candidatos ni puedes valorar el trabajo de los gobiernos como para saber si sigues respaldando a un partido. Pero el argumento de ellos es contundente: somos la segunda fuente de ingreso después del petróleo, nuestro dinero paga impuestos y genera riqueza y tenemos derecho a decidir quién va a administrar esa riqueza. Tienen un punto: el año pasado las remesas (las registradas) fueron de 14 mil millones de dólares.

Por lo que toca a los gringos, la verdad es que lo que pase en México no les importa mucho. Platiqué con una chava que es ciudadana gringa de origen filipino, muy interesada en cómo ha sido el cambio de partido en México y cómo nos está yendo, pero nunca supo decirme el nombre de nuestro presidente. "Fox", le dije yo, y ella me vio un poco apenada por no haberse acordado de un apellido tan fácil, sobre todo si hablas inglés. Le dije que ha tenido graves deficiencias, en materia económica, sí, pero sobre todo políticas, en política interior principalmente, aunque también en política exterior. "Pero si es muy amigo de Bush, ¿no?". Guardé un silencio cordial y respetuoso.

Otro amigo, gringo también, me preguntó que cómo es que en la política mexicana no ha podido haber un aspirante a la presidencia bien intencionado, sin planes de abusar del poder y con un deseo legítimo de ayudar al país. "No entiendo que entre 100 millones de personas no hayan encontrado a uno solo". Le dije que yo creía sinceramente que Fox era un hombre bueno y bien intencionado, que deseaba lo mejor para su país; pero que en la política mexicana y en cualquier otra, las buenas intenciones no son suficientes.
- "¿Entonces qué le falta"?, me dijo.
-("Güevos", pensé yo). "Carácter y colmillo. Ser político", dije yo.
Se quedó pensando en lo del colmillo, y se lo traduje como "la malicia que da la experiencia". Creo que se quedó igual.

Aguacatitos

Para quienes me han preguntado sobre el tema, lo que pinta mejor, mucho, mucho mejor, es la comida. Empezamos comprando en los supermercados cercanos a la casa: frutas y verduras preciosas a precios prohibitivos. Luego alguien nos dio el tip de un super llamado Vallarta, que es de un mexicano y está sensacional. De entrada, el techo está pintado de azul clarito y en cada caja hay una altísima palmera artificial (esa es su manera de "recrear" Vallarta, supongo). En la entrada está el área de comida, con sus mesitas y todo, y es una delicia: pancita, birria, barbacoa, chiles rellenos, chilaquiles, tacos de carnitas, bisteces a la mexicana, sopecitos, todo debidamente acompañado de arrocito a la mexicana, guacamole, salsitas molcajeteadas y frijolitos refritos con manteca. Comida "de a deveras", pues (espero que la querida Nohemí Colín ignore este apartado).
Una de mis primas me decía: "ay, pero no es la mismo sazón...". Pues a veces hasta mejor, porque obviamente a quienes tienen ahí cocinando es a las mujeres de los pueblos que se vinieron a alcanzar al marido que se vino de mojado y que decidieron buscar una chamba en donde pudieran hablar en español y hacer lo que saben. También venden pan dulce, tamales y tortillas que están haciendo ahí mismo (es sensacional el ruido de tortillería en medio del super), así que compras tu paquete de tortillas calientitas. En ese mismo lugar importan todo de México; díganme cualquier cosa, enlatada, envasada o natural, y ahí lo tienen. Lo único que no he encontrado es flor de calabaza; de ahí en fuera, todo.
Así que estábamos siendo muy felices comprando en el Vallarta, cuando alguien nos dio el tip de un mercado en el sureste de Los Ángeles. Fuimos, y no’mbre...! Hagan de cuenta que entran a un meracado mexicano; tal cual. Todo en español, los letreros, los precios, el "pásele pásele", todo. La fruta y la verdura, baratísima y deliciosa. Y, por fin: unos aguacates que han hecho las delicias de cada comida. Pero además la carne, el pollo, el queso, todo, con sabor a nuestra casa. Nos ha cambiado la vida. Claro, llevamos dos semanas sin ir, porque ahí andan siendo las redadas, y como estos no investigan, ni de chiste queremos pasar el mal trago para que al final nos salgan con el internacional "disculpe usted".
Y ya para terminar, les cuento de Cruz. Cruz es un señor que tiene un camión, hagan de cuenta como repartidor de Bimbo, pero este tiene unas frutas dibujadas y dice "Cruz Produce". Este hombre es una miscelánea mexicana ambulante en la zona de Hollywood, donde lo interesante es que habemos muy pocos mexicanos. Pues el tipo llega diario como a las ocho de la noche; como vivimos en un área en la que el estacionamiento en la calle está restringido, no se puede estacionar; así que toca dos veces su potente claxon con la melodía de La Cucaracha. Cuando en medio del silencio de la noche se oye: "Turururú-ru, turururú-ru, túru-túru-túru-rú....!, todo el mundo sabe que ya llegó Cruz y sale corriendo. El tipo detiene su camión en doble fila y de volada se forman un montón de chinos, negros y gringos que salen de sus depas para comprar: huevo, fruta, verduras, pan bimbo, pan dulce –que según nos dijo trae de Tijuana-, cigarros –que también trae de Tijuana y son más baratos que aquí-, cocas, leche, crema, bolillitos, pero además trae colgando del techo: Miguelitos, Tama-rocas, paletas Vero, pepitas y cacahuates enchilados, papas Sabritas y Cazares, en fin, mil cosas.
La gente ya sabe que tiene que comprar rapidito, porque no se puede parar más de diez minutos, y mientras él vende en su regular espanglish, su mujer –gordita, de mandil- sentada al volante echa aguas para que no los agarre una patrulla. Es bien interesante que somos los únicos mexicanos que le compramos, y sin embargo lo que más rápido se le acaba es el pan dulce; el otro día un güero formado delante de mí se "agandalló" las seis "conchas" que traía y me dejó puros "ojos de pancha"... gacho!

domingo, mayo 30, 2004

Recado de gringos y mexicanos


Seguramente les ha ocurrido: Van caminando, digamos, por Paseo de la Reforma, cuando un gringo(a) con gran aplomo y enorme sonrisa se les acerca y les dice algo así como: "Esquiusmi, ¿¿jaucanaigotudesocalouuuu??". Como en la escuela nos enseñaron a medio masticar el inglés, rápidamente queremos poner en práctica nuestros escuetos conocimientos y de volada nos ponemos a decirle que si "raitoverder" o que si "tublocstudeleft". Pero fíjense qué chistoso: si viajamos a Los Ángeles, por ejemplo, y tenemos que preguntar cómo llegar a los Estudios Universal, de volada nos sentimos en la obligación de, nuevamente, sacar el pequeño Larousse español-inglés para, tímidamente, hacer nuestra preguntita en nuestro mal espanglish. O sea que si venimos acá, tenemos la obligación de saber inglés, y si ellos van allá, tenemos la obligación de saber inglés.

La anterior reflexión siempre me ha rondado por la cabeza y me da como corajito, razón por la cual, cuando me ha tocado el gringo buscador de zócalos, elegantemente respondo en el inglés más perfecto del que soy capaz: "I'm sorry, I don't speak english". "Ton's que estás haciendo", pensarán los gabachos, que de la pura sorpresa ya no pueden hacer nada más que tratar de masticar español, cosa que desde luego no logran pero que al menos deberían haber intentado al abordarme en plena calle y en mi país, porque también hay diccionarios inglés-español. Claro, al César lo que es del César: aquí soy incapaz de dirigirme a un gringo en español, porque si pido respeto, pues tengo que empezar por mi casa.

Todo esto viene al caso (al fin!, dirán) porque ahora que hemos estado trabajando en el guión para el documental sobre los latinos en California, he revisado detenidamente el polémico artículo publicado por Samuel Huntington, profesor de la Universidad de Harvard, llamado "The Hispanic Challenge", así como las múltiples reacciones que provocó. Para quienes no están al tanto, en breves líneas, Huntington afirma que la llegada constante de inmigrantes hispanos, mexicanos sobre todo, amenaza con dividir a Estados Unidos en dos pueblos, dos culturas y dos lenguas, ya que, a diferencia de otros grupos inmigrantes, los mexicanos y otros grupos hispanos, en lugar de integrarse a la cultura estadounidense dominante, han formado sus propios enclaves políticos y lingüísticos que van en contra de los valores que construyeron el American Dream. Los mexicanos, pues, somos una amenaza para el american-way-of-life.

Por supuesto las reacciones han sido abrumadoras y el tipo no se podrá sacudir ya el calificativo de fascista, retrógrado y reaccionario, en el mejor de los casos. Cientos de plumas, tanto en México como en Estados Unidos, han respondido recordándole al tipo lo que la comunidad latina, en su mayoría mexicana, hace por su país en todos los sentidos, pero sobre todo en la cuestión económica. Creo que la idea se resume muy bien en una imagen que evocó Enrique Krauze: si uno va un miércoles por la calle en Los Ángeles, verá orientales, negros, rubios, latinos. Los orientales, negros y rubios, traerán en su mayoría calzado vario: tenis, sandalias, zapatos de vestir; los mexicanos, en su mayoría, traerán botas de trabajo.

Más interesantes sin embargo me parecen las respuestas dadas por algunos otros, como César Zapata (en La Crónica) o Jim Sleeper (en LA Times), en otro sentido: el mexicano no sólo está dispuesto a trabajar por este país más horas de las que marca la ley por menos dinero del que marca la ley, sino que ha estado más que dispuesto a integrarse.

Aunque suene a cliché, ya sabemos cómo somos los mexicanos: desmadrosos, desobedientes, desordenados. Quien ha vivido en el D.F. lo sabe, y quien no ha vivido ahí también, porque toda ciudad mexicana, chiquita o grande, tiene sus propias formas de caos que no se encuentran en otro país. Basta con que pongan un letrero que dice "no estacionarse" para que haya una fila de personas peleándose por ese lugar; mejor aún si el lugar es especial para minusválidos, porque lo interpretaremos como una orden para estacionarnos ahí, y cuando llegue un "cuico" a ponernos una infracción le contaremos la historia de las secuelas de la fractura de tobillo de sufrimos en la secundaria antes de soltarle el billete de cien pesos. Hacemos una fiesta en un parque, y al rato parece el paraíso de los pepenadores; si alguien pinta un mural de Sor Juana, le ponemos bigotes; si no hay mural, hacemos el nuestro y lo fimamos como "puto el que lo lea". Y si hay que pagar impuestos, pues que paguen los otros, que al fin el gobierno es bien rata, y ya ven a López Obrador y sus secuaces, y al Fox que prometió tanto y ni ha hecho nada, mejor vámonos a chupar. Ya sé que algunos de ustedes están diciendo "ay, yo no soy de esos", y sé que en algunos casos es así, pero no lo neguemos: hablando como sociedad, esta generalización, desafortunadamente, aún nos queda como traje a la medida.

Pues esta interesante condición, que parecería inherente a la mexicaneidad, se nos borra nomás llegar acá. En su mayoría, el mexicano que viene, viene sin papeles. Sin hablar inglés. Sin dinero. Muchos, sin contactos. Sin empleo. Pero eso sí, con un enorme costal lleno de mitos y realidades sobre la migra, sobre qué pasa si te agarran, sobre qué pasa si te retachan, sobre que eres la única esperanza de la familia acá en México y nomás que empiecen a llegar los dólares le compramos los zapatos a la niña. Vienen aterrados a un país que, por lo demás, resulta ser ordenadísimo, aún en lugares de natural caos como Los Ángeles. (Diego y yo platicamos mucho sobre esta paradoja, ya que en el país que se ostenta como el de mayor respeto a las libertades, la imposición constante de reglas, que lleva implícita una restricción de las libertades, se convierte en un mecanismo de alienación sutil y suave. Pero la maquinita funciona).
Con tanto orden impuesto, el desorden es más notorio. Bueno, resulta que en los semáforos hay cámaras con un sensor y si te pasas un alto, la cámara automáticamente te toma una foto, y a tu carro, y a las placas; las fotos te llegan por correo con tu multa anexa para que vayas a pagar sin posibilidad alguna de alegar, porque ante tal evidencia ni modo que digas que "es que el carro lo traía mi compadre". Si te falta un foco en las direccionales o los cuartos traseros del auto, te detienen. Si no traes el cinturón de seguridad, te detienen. Si no pagaste la renovación de las placas (es como un equivalente a nuestra tenencia, para que no digan que México es el único país en donde se paga tal impuesto), te detienen. Si tiras basura, te detienen. Si un comerciante se queja de que hiciste un desmán en su tienda, te detienen. Si bebiste y manejas, te detienen (sí, el alcoholímetro tampoco es exclusiva nuestra). Si tus niños no traen un asiento especial en el carro, te detienen. Si grafiteas una pared, te detienen. Le voy a parar a la lista; asumo que ya captaron el mensaje.

Pero el asunto es: si eres indocumentado y te detienen, pues hay una probabilidad de que te deporten. Y entonces la niña se queda sin zapatos. Así que los compatriotas indocumentados, los mismos desmadrosos y desordenados, en general aquí NO se pasan los altos, NO andan sin luces, NO manejan ebrios ni sin cinturón, NO omiten pagos al gobierno, NO tiran basura, NO grafitean, NO hacen desmanes y NO traen a sus niños brincando sobre el volante. Si eso no es asimilación, al menos a las reglas, pues entonces no sé qué es. Forzada, pero ahí está.

Eso por lo que toca al orden. Ahora, César Zapata en su reflexión hace mención de otro asunto interesante. La gran mayoría de las escuelas públicas, no sé si del país, pero al menos sí las de California, cuentan por las tardes con clases de inglés para adultos. Gratis, sólo hay que llegar, pagar seis dólares por materiales, y ya está: tres horas diarias cuatro días a la semana, seas legal o no, mexicano, ruso o taiwanés. Bueno, pues los mexicanos tienen invadidas estas escuelas; las zonas en donde hay altas concentraciones de nuestros migrantes presentan sobrecupo en su turno vespertino, al que llegan estos hombres y mujeres después de trabajar para tomar sus clases y así sentir que empiezan a formar parte. Quieren aprender el idioma, dominarlo y compartirlo con sus familias; quieren entender lo que dicen los hijos, que por ir a una primaria que da clases en inglés ya no saben muy bien en qué idioma pedir ayuda para hacer la tarea. Los mexicanos quieren hablar inglés; si lo vemos en pleno Paseo de la Reforma, en donde sin necesidad ahí andan haciéndole al tourist leader, pues con más razón en este lugar. Desde luego, también quieren conservar su idioma, pero así lo han hecho desde hace décadas los italianos, los coreanos, los chinos, los armenios, los japoneses, los judíos, y a ellos no se les acusa de no integrarse a la sociedad norteamericana. Es más, todos estos grupos están en muchos sentidos mucho más organizados para conservar su identidad cultural, en fondo y forma; ahí andan los árabes con sus mil capas de tela, las mujeres indias (originarias de la India) con sus lunares en la frente, las japonesas con sus kimonos de etiqueta yendo a sus ceremonias y los judíos con sus atuendos negros (con un calor del demonio), de barba y trencitas acudiendo a sus sinagogas. Y estos últimos, además, financiando una guerra contra Palestina. Y ahí van los mexicanos el domingo, paseándose por el mall con sus tenis Nike, su playera de los Lakers y su gorra de los Dodgers, siendo señalados por el viejito neurótico de Harvard que dice que esa subespecie es un peligro porque no se quiere integrar.

Sleeper, por su parte, alude a otra cuestión: tan integrados están los latinos, los mexicanos, que existe en ellos una disposición a servir y morir en las fuerzas armadas estadounidenses, muchos de ellos por las oportunidades educativas y escolares que surgen al ingresar, otros más por un sentimiento de gratitud por las oportunidades recibidas. Hasta mayo de 2004 la cifra era de 130 mil latinos, una representación desproporcionadamente alta; las tasas de muertos entre los latinos en Irak son incluso más desproporcionadas. La fuerza americana en este conflicto ha sido comandada por el General Ricardo Sánchez, quien creció en uno de los condados latinos más pobres de Texas.

No son los mexicanos los que inventaron el Taco Bell, ni los que crearon un menú de "burritous" en McDonald’s. No son los mexicanos los que pusieron operadoras bilingües en las líneas telefónicas para solicitar productos o servicios; cuando vas a contratar cable, teléfono, cuando ordenas una pizza, cuando llamas para comprar el torso-toner o la pulsera iónica milagrosa para adelgazar, tienes la opción de un menú en español. No son los mexicanos los que hacen comerciales de Ford, Honda, Nissan o Toyota en español; son los empresarios gringos, que saben que estos peligrosos mexicanos que vienen a trabajar también vienen a consumir, y con ello, a contribuir doblemente en la activación económica del país. California es la quinta economía del mundo (sí, solita como estado), y Texas, Illinois, Nueva York y Florida tienen, cada uno, un PIB superior a varios países de Europa; todos estos estados tiene altísimos porcentajes de población migrante originaria de América Latina. Y nomás chéquense esto: el propio gobierno ha creado un mecanismo mediante el cual los trabajadores ilegales pueden, a través de una clave, pagar impuestos; y los mexicanos lo hacen, porque el propio gobierno ha dicho que quienes comprueben que han contribuido con el fisco tendrían ventaja en caso de haber una amnistía. ¡¡Pero bueno, ya quisiéramos que todas las amenazas del mundo fueran tan redituables!!

Finalmente, si somos una amenaza para la identidad gringa y somos incompatibles con esta cultura, ¿por qué los gringos se sienten tan cómodos yendo a nuestro país a caminar por Reforma y a hablarnos en inglés?

viernes, mayo 14, 2004

Recado de cineastas

Pues resulta que en México el hijo de Enrique Krauze, de nombre León, está haciendo un programa sobre los mexicanos en Hollywood. Y como aquí vivimos, pues nos contrataron para rentarles nuestro equipo, hacer la grabación y hasta un cachito de producción, de manera que trabajamos en las flamantes entrevistas de Alejandro González Iñárrutu (Amores Perros, 21 gramos) y Guillermo del Toro (Mimic, El Espinazo del Diablo, Hellboy).

Iñárritu. Resulta que vive en una casa in-cre-í-ble, así, con tono de señora de Las Lomas. En una zona también increíble, amueblada increíble, con su increíble mujer guapísima y sus increíbles hijos. Tan increíble, que pues la verdad uno termina por casi no creérsela; y con eso de que es cineasta... El caso que el tipo habló, y habló, y habló durante dos horas de entrevista y todavía una hora mas de platica post entrevista.
Es vaciadísimo porque funciona como a mil por hora, así que en ese tiempo pudo hablar de su trabajo (resultado de la evolución que vivió al pasar primero por la radio y después por la publicidad), de la "no-nacionalidad" del cine (¿Qué es el cine mexicano? Si los actores son argentinos, el director es mexicano, el fotógrafo es cubano, el guionista es colombiano y se filma en Inglaterra, ¿de dónde es esa película?), de sus esfuerzos por trabajar en proyectos "independientes" (es decir, sin recibir lana del Fonca, del Imcine, de Conaculta, etcétera), de su apuesta a proyectos como 21 gramos, en fin, de MIL cosas que encontraran si hojean cualquier revista Cine Premiere. Es un tipazo, culto, guapo, muy interesado en escuchar aun cuando su primera compulsión es hablar, y esta llenísimo de energía. Pero hubo algo que nos sorprendió un poco: tiene tres años aquí y parecería que no tiene un gran conocimiento de lo que ocurre con los mexicanos. En su conversación fuera de cámara hizo una serie de comentarios sobre la comunidad mexicana que francamente nos parecieron imprecisos, sobre todo en referencia a una supuesta falta de cohesión entre los residentes mexicanos en Los Ángeles.
Es muy curioso, porque nosotros hemos detectado precisamente lo contrario: un sentido de identidad al interior de los grupos que es lo que favorece la supervivencia del mexicano que llega. En algún momento Iñárritu dijo algo así como: "...porque aquí los judíos o los coreanos tienen un club a donde pueden ir a jugar tenis, o a estar ahí el fin de semana, pero los mexicanos no, no sé por qué no hay sentido de unidad...". Bueno, la verdad es que sí, no creo que haya un club campestre donde los mexicanos vayan a jugar tenis; pero la realidad es que existen decenas de clubes y federaciones de zacatecanos, guanajuatenses, jalisciences michoacanos, poblanos, sólo por mencionar algunos, que no sólo se agremian sino que trabajan juntos. La Federación de Zacatecanos, por ejemplo, participa en el programa del gobierno federal tres por uno: por cada dólar que envían ellos para obra pública, los gobiernos municipal, local y federal ponen otro. Así que el zacatecano que esta aquí no solo envía dólares para su 'amá, sino para que construyan el puente en su pueblo por donde va a pasar su 'ama, y las amigas de su 'amá, y los hijos de las amigas de su 'amá...
Por supuesto, cada persona que venga terminara viendo con distintos ojos y todas las visiones son válidas y seguramente parcialmente verdaderas, pero, aunque habría que estar loco para no querer ser vecino de Iñárritu en el hermoso barrio de Brentwood, creo que nosotros hemos sido muy afortunados al poder ver esta ciudad justo con estos ojos que nos están tocando hoy.

Del Toro. El tipo es CHIDÍSMO. Si alguien no ha visto su trabajo debe hacerlo, especialmente recomiendo El espinazo del Diablo, aunque recientemente hizo Hellboy y, para quienes gusten del arte secuencial (léase cómics), la película es imprescindible. La historia de Del Toro es interesantísima. Resulta que cuando era muy chiquito, un día él y su hermano vieron en la tele alguna imagen de un monstruo al que se le salían los ojos. El hermano entonces, en la noche, se puso en la cara unos lentes de esos que son como huevos estrellados y fue a asomarse en la cuna del pobre Guillermito que casi muere de un susto. A partir de esa noche, el tipo veía monstruos por toda la habitación, de tal manera que le aterraba levantarse al baño; entonces se hacía pipí en la cama y su mamá le ponía unas tundas buenísimas. Un día decidió enfrentar a los monstruos y hacer un pacto con ellos: si lo dejaban ir al baño, de ahí en adelante serían amigos. Y así fue.
La entrevista fue una tienda sensacional, una librería de terror en donde también venden artículos punketones, y memorabilia de personajes de cómics y del cine de vampiros. Los dueños de la tienda son dos tipos extraños e interesantísimos, rucones ("maduros", sería la palabra políticamente correcta), como atrapados en los setenta pero con una extraña influencia dark. Superbuena onda, porque al final de la entrevista nos regalaron unos carteles de la película para que Del Toro nos los firmara, uno para nosotros y otro para Memo, a quien le puso en la dedicatoria: "Para Memo, de Memo el gordo". Una buena experiencia, pues.

Y hablando de cine......gran tragedia ha sido para nosotros descubrir que en la meca del cine, ir al cine es casi tan complicado como ir a La Meca. Hasta ahora hemos encontrado dos tipos de salas: uno, que es como los cines estos extraños que había en el centro de la ciudad de México, en los que se presentaban dos funciones por un boleto. Así son estos cines tenebrosos, medios cochinones y, en efecto, algunos de ellos con sus dos tandas por un boleto, 3, 5 dólares por persona, . Los otros, los decentes, son realmente decentes: limpísimos, impecables, ordenados y con olor a mall gringo, ese olorcito como a nuevo tan característico aquí. Salas pequeñas, comodísimas, algunas con butacas numeradas -es decir, puedes llegar un minuto antes de que empiece la película y no tienes que pedirle a un tipo que se recorra para sentarte junto a tu novio-, una de ellas incluso con servicio de acomodador y un host que te hace una breve presentación de la pelicula minutos antes de que empiece. De 8 a 11 dólares en matiné, 12 a 14 en horario normal. Y ojo, que 14 dólares no son 140 pesos; al tipo de cambio de hoy son 165 pesos. Para nosotros, acostumbrados al cine semanal, a veces dos veces por semana, por módicos 45 pesitos, esto es una verdadera pesadilla.

Recado de migrantes


Charlotte, Norcarolina
Fuimos a Charlotte, que está en Carolina del Norte, a la cual los mexicanos de allá le dicen "Norcarolina" (y por supuesto, a Carolina del Sur, "Surcarolina"). Nuestra otra chamba para Clío fue para un programa que están haciendo sobre migración. El realizador entrevistó a un viejito en México que vino a Estados Unidos cuando estaba vigente el Programa Bracero, no le fue muy bien y se regresó a su pueblo. Pero resulta que ahora los hijos y los nietos viven en Charlotte, en Carolina del Norte, que esta cerca de la costa este, y el realizador se lanzó a entrevistar a la familia; nos contrataron y pues para allá nos fuimos.

El viaje de ida fue interesantísimo. Salimos de Los Ángeles; entonces cuando despegas se va viendo la masa inmeeeeeeensa que esta ciudad con su área conurbada, extendida, con un centro -downtonwn- que resulta majestuoso por los enooormes edificios que se yerguen entre la planicie de casas y casas. Hicimos un cambio de avión en Atlanta, y el paisaje es el mismo, pero mas chiquito: una ciudad extendida, mediana, con un mediano centro de edificios majestuosos. Y de ahí a Charlotte, e igual, pero mas chiquito: una ciudadcita con un centrito como con doce enormes edificios, y ya. Fue muy chistoso ver el mismo paisaje reduciéndose (la experiencia, muy parecida a lo que nos ha ocurrido con nuestros ahorros en el banco).

La ciudad es hermosa. Estos edificios del centro, supermodernísimos, con una arquitectura que recuerda a las películas de Batman, están rodeados por algunas otras construcciones más antiguas, con alguna influencia francesa, misma que se percibe por toda la ciudad. El resto del lugar es bosque con manchas de agua aquí y allá; en los suburbios las construcciones son casitas con techo de dos aguas entre el bosque, alrededor de lagos con patos y todo, un poco como en aquella película que en español se llamo "Los años dorados".

Las personas a las que íbamos a entrevistar nos recibieron superamables. Son personas de origen muy humilde, que gracias un primer pariente que vino y fue jalando a los demás (igual que lo que ocurre en otras ciudades de Estados Unidos) trabajan para empresas constructoras haciendo instalaciones eléctricas. Tienen una excelente calidad de vida, a años luz de su realidad en México. Por poner un ejemplo: nos pusieron un video de una fiesta familiar en su pueblo, en donde se ve a la mamá de esa familia en la cocina de un jacalito construido con tablas por en medio de las cuales se filtra la luz, y piso de tierra. Mientras veíamos el video, la señora, ahora en Charlotte, metía los platos de la comida a la lavavajillas y limpiaba su horno de microondas. Y no lleva aquí ni dos años. Sus hijos tienen auto propio, viven en casitas como las que describí antes y ganan en un día lo que en México ganarían en más de una semana. Pero todos, menos la hija, aseguran que algún día van a regresar a su pueblo, Nepantla. El papá de la familia incluso ya construyó una super casa allá, que ya está terminada y vacía. Su hijo, que vino hace cinco años, no ha regresado en todo este tiempo, así que paga para que una persona del pueblo vaya una vez al mes a encender su precioso auto rojo, que se quedó bajo una capota esperándolo.

El primer día que estuvimos con ellos se me ocurrió decir que desde que estoy acá se me antojan mucho los chiles rellenos; al día siguiente la señora nos hizo unos, y ya sé que esto es un clichesazo, pero ¡¡cómo se parece la felicidad a unos chiles rellenos!!

lunes, abril 05, 2004

Recado con ñ de español

Mexicano Power

Como es sabido, Los Ángeles, y en general California, están llenos de mexicanos, pero también de otros grupos: salvadoreños, que numéricamente son la segunda comunidad latina; armenios, chinos por supuesto, filipinos, coreanos por todos lados, japoneses, hondureños, guatemaltecos, entre otros. La zona a la que llegamos relativamente no cuenta con una altísima población latina, al menos no como en el sur-centro y en el este; hemos encontrado, por ejemplo, más orientales o armenios que latinos.
Aunque en todos los supermercados de la ciudad siempre hay una sección de comida mexicana –con esto no me refiero a chiles y tortillas; me refiero a alimentos producidos y/o envasados en México: Pan Bimbo, orejitas Tía Rosa, galletas Marías o de animalitos de Gamesa, Jarritos, Sangria Señorial, sopa de pasta La Moderna, leche condensada La Lechera, Cal-C-Tose, verduras enlatadas Herdez, puré de tomate Del Fuerte, por mencionar solo algunos-, en los "supers" de por aquí siempre hay una amplia sección de comida armenia, una gran cantidad de productos kosher (una gran población judía vive en la zona noroeste de la ciudad, entre West Hollywood y Santa Mónica), insumos para preparar comida árabe, china y japonesa y publicaciones originarias de los países de estos grupos. Pero ninguna revista en español.

Es un hecho que la discriminación racial negro-blanco ha disminuido notablemente. Es políticamente incorrectísimo, casi obsceno, referirse a alguien como "negro", aunque lo sea (es decir, aunque sea de raza negra). En cualquier circunstancia el adjetivo es "african-american"; lo extraño es que no les podemos decir "black", pero ellos sí pueden decir "white" y no "european-american" o algo así, y a los latinos se refieren como "brown". Sin embargo, la identidad de los grupos rebasa a la etiqueta política y se fortalece al interior como un mecanismo de supervivencia en esta caótica Babel. Hemos encontrado ghettos de cada país que en su pequeño micromundo reproducen, a veces de manera retorcida, los referentes que les dan identidad y los transmiten a las nuevas generaciones que realmente no saben muy bien quiénes son, pero que lo son con todo orgullo.

Fuimos a una marcha en San Fernando en memoria del nacimiento de César Chávez, el luchador social que peleó por los derechos de los campesinos en California. Mucha de la gente que estaba ahí lo conoció, pero la mayoría eran jóvenes que en la época de Chávez no habían nacido. Sin embargo, la idea general durante la marcha se basó en un planteamiento de Chávez, que dice que el triunfo de los mexicanos en Estados Unidos radica en que, aunque tengan un gran éxito económico, nunca olviden sus raíces ni su cultura. Entonces la marcha fue todo un evento. Al frente, un numerosisímo grupo de danzantes prehispánicos, con enormes penachos, tambores y caracoles de viento. Atrás, niños, jóvenes, mujeres, porristas, la banda de música de la secundaria local; mas atrás, un tractor, y al final, un grupo de charros a caballo, tres de ellos al frente con tres banderas: la de México, la de Estados Unidos y la del estado de California. A lo largo de la avenida principal de San Fernando, sobre las banquetas, grupos de mariachis alineados cantaban mientras pasaba la marcha. E imagínense esta escena: la marcha pasando bajo un freeway, frente a un McDonald’s; los gringos, detenidos en sus autos, mirando entre atónitos y atemorizados el numerito; y justo al pasar bajo el freeway, en el "tunel" que se forma, todos los caracoles sonando como canto de guerra. Híjole, yo sé que la imagen puede ser común en la ruta que va de la Alameda al Zócalo, pero estando aquí, sí se pone la piel chinita. A ver, esos güeros, anímense a echarse un tirito….

En realidad lo que vimos en esa ocasión y en muchas otras que no reseño para no extenderme, es una intensa necesidad no sólo del mexicano, sino del latino en general, de aferrarse a algo, lo que sea, que le diga que él ES, y que es con fuerza en relación con los otros grupos. Necesita sentir no sólo que pertenece a aquí, sino que este aquí le pertenece. Hay una frase de Los Tigres del Norte muy popular aquí: "Yo no cruce la frontera, la frontera me cruzo a mí". Y los mexicanos se lo creen; no sienten que están conquistando espacios, sienten que los están recuperando. Como quiera que esto sea, lo están haciendo no sólo por su importancia numérica, sino por su peso en la economía y en la sociedad californianas. No me refiero a quienes vienen de mojados a trabajar al campo. Me refiero a que cuando uno anda por la ciudad, los negocios y los comercios son propiedad de los coreanos, los chinos o los judíos, pero los empleados son mexicanos, guatemaltecos o salvadoreños, muchos de ellos legales e incluso de segunda generación. La comida de los mejores restaurantes, italianos, tailandeses, franceses, esta siendo cocinada por mexicanos. En una entrevista, el alcalde de San Fernando nos dijo: "Mientras la economía norteamericana siga creciendo, seguirá siendo necesaria la migración de mexicanos; la economía así lo requiere". Sé que tal vez no estoy diciendo nada nuevo, pero en estas pocas semanas, y sinceramente, romanticismo aparte, hemos descubierto de primera mano que el mexicano, solidario y chambeador, es uno de los grupos que han logrado una mayor cohesión interna como medida de resistencia y que al mismo tiempo siguen siendo sensibles para aceptar e incorporar lo que la sociedad americana les requiere; tanto, que ahora se han vuelto indispensables. Y eso tiene un gran valor.

Y para finalizar esta cursi y nacionalista exposición, ahí les va una anécdota. El otro día fuimos a comer a un Taco Bell. Mientras comíamos, un chavo güerito mugrosón entró con una mochilita en la espalda y se paro a ver el menú. Después se paró cerca de la entrada, sacó dinero de una bolsa y lo contó. Se formó en la fila y yo me forme atrás de él para pedir un refresco. Cuando llegó a la caja le pidió a la empleada (en inglés) dos tacos, que costaban 99 centavos cada uno. Con muchisisísima pena le dijo a la empleada que le faltaban unos centavos, que si podría de cualquier manera ordenar sus dos tacos, agregó en voz baja "porque tengo mucha hambre", y contó el dinero frente a nuestros ojos sobre el mostrador. Efectivamente le faltaban unos centavos. La empleada tomó el dinero, lo volvió a contar y le dijo: "No, usted contó mal; no le falta nada". Al tipo se le iluminó el rostro y sin complejo alguno paso a recoger la charola con su orden, en la que había tres tacos. Ambas empleadas, la cajera y la de la barra, eran mexicanas.
Esos somos nosotros.

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Con ñ de español

"Cuando lleguemos a Los Ángeles, lo primero que tenemos que hacer es hablar sólo en ingles; evitar hablar en español para perfeccionar el inglés". La frasecita la dijimos como diez veces antes de venirnos sin saber que cuando llegáramos iba a cambiar el panorama.

Hace unos días Irene Tovar, presidenta de Latin American Civic Association, hija de mexicanos que nació y creció en el valle de San Fernando, me contaba que cuando ella iba a la escuela a los niños los castigaban por hablar español. La maestra los pasaba al frente del grupo y –en inglés, por supuesto- les preguntaba: "A ver fulanito: ¿sabes por qué te voy a castigar?" y los niños tenían que contestar: "Por hablar español". Y entonces tenían que estirar las manos con las palmas hacia arriba y les daban reglazos. Y si llevaban una torta o un taco para la hora del lunch, se lo tenían que comer a escondidas, para evitar la burla de los compañeros. Y no estamos hablando de hace siglos; esta mujer tiene, cuando mucho, cincuenta años. Hoy lidera una organización que pugna por los derechos de los niños latinos en las escuelas públicas; por la educación bilingüe de calidad y por el respeto a los derechos de los niños de cualquier raza o posición económica.

En este sentido, las madres mexicanas que tienen hijos pequeños nacidos aquí, se encuentran en un conflicto. Las escuelas en el estado de California ofrecen educación bilingüe; es decir, si tu hijo sólo habla inglés, va a un grupo con clases en inglés; si tu hijo sólo habla español, va a un grupo con clases en español. El problema es que la calidad de la cátedra es mas baja en los grupos con clases en español que en los grupos con clases en inglés. Tenemos una amiga cuyo hijo está en esa situación. Ella quiere que el niño hable en español, pero lo inscribió en el grupo de clases en inglés para que no baje su nivel académico, pensando que al fin y al cabo el español lo aprenderá en casa, pero esto no está funcionándole. El niño cubre su necesidad de socializar fuera de clases con el inglés que ha aprendido en la escuela, y no "necesita" el español para vivir aquí. Si nuestra amiga lo hubiera inscrito en el grupo en el que se enseña en español, el niño hubiera aprendido bien estse idioma y, al salir de clases, tendría que hablar en inglés con el resto del mundo; el inglés se le volvería una necesidad y de esta manera dominaría los dos idiomas. Pero su nivel académico bajaría. Varias mamás están haciendo lo mismo, muy a su pesar. El resultado es que los niños de segunda generación están hablando muy buen inglés y un muy mal español.

¿A qué viene todo esto? Bueno, cuando llegamos empezamos a hablarles a los niños como el hijo de nuestra amiga en inglés. Hoy nos damos cuenta de que una de las cosas más valiosas que podemos aportar a esta comunidad, es un buen español. No tenemos vicios de habla ni modismos "pochos"; tenemos un vocabulario amplio, no tenemos acento chicano, tenemos buena dicción y solemos leer en español, lo cual incrementa nuestras posibilidades de mantener un buen nivel del idioma. En la medida en que conservemos esto podremos contribuir un poquito a preservar la valiosa lengua materna de estas generaciones. Al menos de quienes están cerca. Y nos aterra que un día acabemos diciendo: "Pásame la soda que esta junto a la printer encima del counter". Parece que no, pero si nos dejamos, podría suceder. Así que no; no hablamos en inglés más que lo necesario; nos hemos inscrito a cursos de conversación por las tardes en una escuela que esta a dos cuadras, para optimizar el manejo del idioma y para aumentar el vocabulario, pero en nuestra convivencia cotidiana el español, con eñes, es lo mejor que nos puede pasar.