jueves, noviembre 25, 2010

Recado que da las gracias (recado de mi mamá)


Como algunos de ustedes saben, este jueves se celebra en Estados Unidos el Día de Acción de Gracias. Ya en un recado anterior hablé sobre lo que esta fecha significa para mí, así que en esta ocasión la aprovecho para hablar de una de las cosas por las que más agradecida estoy con la vida: mi hermosa mamá.

Ya ven que uno a veces da por sentadas las cosas. Tienes cosas buenas, chidas, y te acostumbras tanto que a veces las dejas de ver. En el caso de mi mamá, yo doy por hecho, y a veces olvido, lo chida y alivianada que puede ser esa señora que me amarraba los zapatos y me compraba libros hace treintaytantos años, y que ahora, a sus sesentaytantos, me viene a visitar para hacerme chiles rellenos y sopa de fideos.

Ah, pero afortunadamente siempre hay algo que hace que lo recuerdes; en esta ocasión:

Una tienda de sombreros.












No sé quién fue el encargado de repartir mamás, pero desde aquí, gracias por la que me tocó.


miércoles, septiembre 22, 2010

Recado de los 100 años



Hoy nuestra UNAM, mi casa, nuestra alma mater, nuestro orgullo mexicano, cumple 100 años. Y las razones de mi orgullo personal, están en el Recado Azul y Oro.

¡Cómo no te voy a querer!


miércoles, septiembre 15, 2010

Recado de congruencia y amor



1- La mayor fortuna de mi vida es haber nacido en la Ciudad de México. Esa es la variable que determinó gran parte de mi carácter, de mi manera de ver y entender el mundo, la que moldeó mi personalidad.

Para mí, en la Ciudad de México se concentra lo mejor de mi país. Ser mexicano, para mí, necesariamente atraviesa por el DeFe, “la capital”, el sitio donde palpita la vida política, financiera, cultural, deportiva, la industria del entretenimiento y la del mercado negro, la maquinaria que mueve al país, en donde una quinta parte de sus habitantes -¡los de todo el país!- cada día se parten la madre para llegar a sus casas sonrientes cargando con una bolsita de pan.

En el DeFe aprendí a amar a México. Desde ahí supe identificar acentos, comidas, atuendos, a reírme de ellos a veces y también a apreciar y a respetar. Desde ahí emprendí recorridos en autobús, lo mismo hacia la frontera norte, donde el Río Grande y el Golfo se encuentran, que hacia el sur, en donde no hay barda ni alambre ni border Patrol, sino una plaquita con un círculo que de un lado dice Guatemala y del otro el nombre de mi país. Desde la cuidad de México he visto el orgullo de cada persona que llega “de fuera” y de los que como yo, nacidos en medio de la amalgama, somos capaces de conmovernos hasta las lágrimas cuando la lluvia desprende el olor a cemento mojado de las banquetas de CU.

A México, a lo largo de mi vida, me lo fueron inyectando intravenoso y de a poquito.


2- Con este antecedente, la decisión que marcó mi vida reciente sin duda fue la de hacer una maleta para ver que había más allá de mi país. No fue una decisión difícil ni dolorosa, porque sabía que no perdía nada; cuando tienes la certeza de lo tuyo, cuando tienes la raíz bien afianzada, te lanzas al vacío con lo que tienes, sabiendo que pase lo que pase, tienes a dónde volver. Así de importante es para nosotros, los mexicanos migrantes, la estabilidad de nuestro país. No es que nuestra vida presente dependa de ello; es que nuestro futuro, nuestra esperanza, el punto del que nos agarramos mientras rolamos por la vida, radica en eso que es lo único nuestro. Sé que el concepto es muy difícil de entender para quien no ha vivido fuera de su tierra, pero un mexicano fuera de su país, se vuelve más, y más, y más mexicano cada vez.


3- Pensar en México en los últimos tiempos duele. Si no lo quisiera, si fuera como esas personas que dejan la patria atrás con desdén y se alegran de no volver, la cosa carecería de importancia. Pero amar a tu país y verlo como está, va consumiendo el alma y pone a prueba el amor. Sólo descubro cuán grande es cuando a gritos defiendo a mi gente, a mi tierra, cuando alguien osa hablar de las matanzas, y el narco, y la corrupción. A voces y a golpes si fuera necesario, le callo la boca al salvadoreño, al guatemalteco, al colombiano, al boricua que todos los días mueve la cabeza al ver las noticias y me ve con compasión. Al que se burla de mi pueblo pelele porque a pesar de que le matan a su gente, compra banderas y va al Zócalo a hacerle bola al presidente, a legitimar la burla, a formar parte de la estadística oficial. Por amor me callo la boca y no digo que es cierto, que tienen razón; trago saliva y hablo en cambio de mi ciudad, mi gran orgullo; hablo de lo que he visto, lo que sé, lo que he aprendido y lo que he hecho con mi vida; me pongo sobre una mesa de exhibición y les digo que lo que ven es México; que México soy yo. Que alguien se atreva a vilipendiar a una patria que los mira desde mi rostro.


4- A pesar de ello, sé que tienen razón. Yo quiero hablar del pueblo libre, de la universidad pública, del sentido del humor de Monsi, de la solidaridad del 85, de todas esas cosas cursis de las cuales ya hemos escrito tanto, tantas veces. Pero me caen encima los papás de la ABC, los 72 asesinados, el cinismo del narco y el cinismo peor aún del fulano que ostenta el cargo de presidente. Me retumba en la cabeza la voz del migrante con el que hablé la semana pasada, que me contó que al ser deportado a Reynosa, los policías federales lo asaltaron. Me duele la sangre, los muertos, la incertidumbre, la manera en que a nosotros, los migrantes, nos arrancaron nuestra única certeza. Me encabrona hasta el alma que me quitaran el punto de apoyo para ir por el mundo arriesgando hasta lo puesto; me indigna, me ofende, me cala que me quitaran la esperanza de regresar a casa para disfrutar los frutos de la chinga lejos de ella.

Este 15 de septiembre, esperado por años, era un día para celebrar. Para agitar las banderas por todo lo alto y gritar Viva México con el alma. Mi corazón, mi amor enorme por mi patria, la de a de veras, me lo pide; pero mi congruencia, aquella aprendida también gracias a lo que me enseñó mi país, me reclama prudencia. Porque yo no brindo con el que mata a mi hermano, porque yo no soy comparsa de nadie, el gobierno mexicano se puede meter su bicentenario por la cola.

Este 15 de septiembre yo sólo amo a mi México como se ama lo propio, en privado y con pasión; cierro los ojos con orgullo y sé que no soy de México, no señor; sonrío, y sé que México es mío.


viernes, septiembre 03, 2010

Recado de la balaceada


Esta semana se armó gran borlote. Resulta que un cartonista gringo, de nombre Daryl Cagle, tuvo a bien hacer un cartón alusivo a la violencia que se vive en México. El tipo decidió representarla usando la bandera mexicana y dibujándola como la ven en la ilustración de aquí abajo: atravesada con balazos y con el águila del escudo muerta a tiros sobre un charco de sangre.


Cagle forma parte de un equipo de editorialistas que "sindican" sus materiales, es decir, que los venden para su reproducción en varios medios de comunicación. El cartón apareció en decenas de diarios del país, incluido aquel para el que yo trabajo. Y más tardó en salir el cartón, que nosotros en tener los teléfonos sonando y a la gente indignada enviando correos electrónicos: mexicanos ofendidísimos por la forma en que se había vapuleado su bandera y ofendido a su nación.

La cosa no paró ahí. Reforma y El Norte publicaron la nota este jueves, y por la tarde la Embajada de México en Estados Unidos estaba enviando una carta a MSNBC, la cadena encargada de difundir la imagen.

Curiosamente, el autor del cartón está de lo más sorprendido ante la reacción, asegurando que entre cartonistas de todo el mundo el "jugar" con la imagen de una bandera es algo de lo más normal.

Me interesa mucho la opinión de ustedes. Díganme, ¿se sienten ofendidos por la publicación de una imagen como esta en un momento como el que vivimos?


jueves, septiembre 02, 2010

Recado sobre el día en el que algo cambió


1- Llevo 15 años ejerciendo el periodismo. En este tiempo me ha tocado ver de todo; a veces directamente, otras a través de la información que sin dar respiro llega a las redacciones. Sin embargo en esta ocasión algo se rompió: vi la foto de los cadáveres de los 72 migrantes asesinados en Tamaulipas y casi pude escuchar algo haciendo “track” en mi cabeza, algo que me desconectó. El dolor ya no se ubica en la boca del estómago, ni en el pecho, ni siquiera en el cuello o los hombros después de la jornada de trabajo; me conmuevo, pero el sentimiento no me lleva a las lágrimas; intento escribir pero no me sale. Por primera vez en 15 años me tardé una semana en escribir.

2- ¿Qué ocurrió en esta ocasión, qué fue diferente? Durante años hemos escuchado, leído visto estas notas de migrantes que mueren en el intento de cruzar: los tráilers y contenedores cargados de indocumentados que se quedan abandonados en un camino hasta que alguien los encuentra y rescata a los sobrevivientes al calor; las "casas de seguridad" en la frontera, en Tijuana, en Palomas, en Altar, donde los migrantes se consumen esperando a que el coyote venga por ellos previo pago realizado por un familiar; los centenares de hombres y mujeres asesinados en pleno desierto, o muertos bajo el rayo del sol, o congelados; aquellos que recibieron un disparo de un ranchero antiinmigrante o de un agente de la Border Patrol. Sin embargo esta vez algo golpeó a la sociedad mexicana –el “track” que escuché en mi cabeza, supongo yo. Desde acá, desde este lado de la frontera, trato de explicar lo que nos ocurre. Son 72; el verlos ahí, todos juntos, se vuelve un golpe a la conciencia. O será que no eran mexicanos y los asesinaron a sangre fría en México: de pronto nos golpea la responsabilidad con quienes sólo pasaban por ahí. O será que en esta ocasión se identificó claramente a los Zetas, el grupo criminal que ha sido autor de numerosas masacres, el nombre que parecía que nos estábamos acostumbrando a escuchar. O será la cercanía con la fecha del informe presidencial; o el llamado del presidente a que sigamos asumiendo una responsabilidad que no nos toca; o el miedo que cada vez está más cerca y la realidad que llama a la puerta.

3- Cada año mueren en promedio 400 migrantes tratando de cruzar la frontera entre México y Estados Unidos. Esa es la cifra oficial; algunas organizaciones estiman que el número real, entre los que mueren del lado mexicano, los que nunca se reportan y aquellos cuyos restos jamás se encuentran, podría llegar hasta los mil. Mil muertos que se sabe que lo son, tanto aquí como allá. Decenas de historias que todos los meses aparecen publicadas en revistas y periódicos. “La Bestia”, el tren que atraviesa el sur de México, en donde los inmigrantes centroamericanos tienen que defenderse de la rapiña en nuestro país. “La Ladrillera”, el cruce por el desierto de Sonora en donde los migrantes, cuando son hombres, saben que van a un asalto seguro, y al que las mujeres llegan preparadas con pastillas anticonceptivas bajo la certeza de una violación. Los casos de esclavitud reportados una y otra vez, de hombres y mujeres que al llegar al otro quedan a merced de alguien que los explota.

Los 72 migrantes muertos, asesinados a sangre fría, no son diferentes a todos los demás; en las estadísticas se suman a las otras decenas, a los centenares, a los números que nos acostumbramos a escuchar sin que algo nos suene en la cabeza. Sólo que esta vez, algo cambió.

4- He pensado que lo que ocurrió en esta ocasión es una suma de circunstancias que han terminado por transformar, no sólo la realidad, sino la forma en que la vemos. A quienes están en México, los oigo desesperanzados, iracundos, agraviados. A quienes están en Estados Unidos, aterrados por el destino de sus familias, impotentes porque los dólares que se mandan desde acá no garantizan la seguridad; incrédulos, porque la esperanza de regresar algún día a vivir una vida tranquila tras los años de trabajo extenuante, parece cada vez más lejana.

La realidad, la del México que los de aquí y los de allá conocemos, se colocó a 180 grados de sí misma y de pronto nos golpeó. Creo que no es que las cosas súbitamente hayan cambiado; creo que lo que cambió de golpe es la manera en la que la sociedad ha visto a estos migrantes. Finalmente, después de todos estos años, nos asomamos a ver a 72 personas asesinadas y aterrados por el reflejo, reconocimos en ellos nuestra propia imagen. Y yo me pregunto si ante esta nueva realidad, en verdad habrá llegado el momento de un cambio.


viernes, agosto 06, 2010

Recado porque Los Nos Queremos Vivos



Hace algunos meses escribí aquí mismo un post que hacía referencia a los periodistas en México. Unos días antes habían matado a Valentín Valdés Espinosa en la ciudad de Saltillo. Valentín era reportero y tenía 29 años; lo “levantaron” la noche de un jueves y amaneció ejecutado al día siguiente con un letrero: “Esto les va a pasar a los que no entiendan, el mensaje es para todos”.

Pero no fue la muerte de Valentín lo que detonó mi texto de entonces, sino una pregunta que alguien me hizo en el Formspring a raíz de esa muerte: Siendo periodista, ¿cómo es que lidias con las preocupaciones sobre tu seguridad personal o la de tu familia al ejercer tu oficio? Yo respondí lo primero que me vino a la mente, lo que en ese momento creía: yo no tengo miedo y creo que la gran mayoría de quienes están en esto tampoco lo tienen. Acto seguido, me puse a escribir.

En esa reflexión, realizada en enero de este año, explicaba que la mayor parte de mis amigos son periodistas que viven en México, y que platico con ellos frecuentemente. En aquel momento ninguno me parecía verdaderamente preocupado por su seguridad personal. Una de las razones, explicaba yo, podía ser que yo no conocía a nadie que viviera en las ciudades donde todos los días se ven muertos, ejecutados, ahorcados, balaceados, decapitados, etcétera.

Mi hipótesis era la siguiente: Por supuesto que si eres un periodista que se dedica a la cobertura de narcotráfico y seguridad, eres un blanco, sobre todo si tocas a quien se supone que no debes de tocar, si en el pasado has tenido alianzas que hoy te pueden cobrar, o si trabajas en un medio que no responde por ti. Quienes cubren la fuente sin duda están en riesgo, pero no sólo los periodistas: también lo están los abogados, los ministerios públicos, los jefes y subjefes de seguridad, los mandos altos y medios de las fuerzas armadas, y sus familias. Lo anterior me llevó a afirmar, entonces, que el peligro no radicaba en el ejercicio del periodismo, sino en la cercanía con el medio geográfico en el que miden tamaños los grupos del narcotráfico con las fuerzas armadas del Estado. Si te matan, no es porque seas periodista o abogado, sino porque estás ejerciendo tu trabajo (periodístico, legal, político, el que sea) en el área de interés de ambos grupos, afirmé yo.

Han pasado un poco más de seis meses desde entonces, y hoy me sorprendo releyendo y revisando el texto aquel. Seis meses; no años. Menos de treinta semanas en las que esa percepción, la que yo tenía, la que la gente que conozco tenía, ha cambiado.

Como la mayoría de ustedes tal vez sabrá, este sábado 7 de agosto se celebrará en lel DeFe y en algunas otras ciudades del país la primera Manifestación contra las Agresiones a Periodistas en México. La iniciativa surgió espontáneamente de un grupo de reporteros “de a pie” indignados tras el secuestro, hace unos días, de cuatro compañeros periodistas. Los secuestrados fueron liberados gracias a que trabajan para medios de comunicación con capacidad de negociación; sin embargo hay 64 periodistas más que han sido asesinados y 11 que continúan desaparecidos sin que los dueños de los medios ni las autoridades que deberían tomar estos casos en sus manos, hagan un carajo. Esta fue la gota que derramó el vaso y que dio origen al grupo Los Queremos Vivos, del que seguramente también todos ustedes saben.

Las demandas de Los Queremos Vivos son concretas: Un alto a la impunidad en los asesinatos y agresiones contra periodistas; la defensa por parte del Estado mexicano y de los diferentes órdenes de gobierno del acceso a la libertad de expresión e información para la sociedad; y el establecimiento de mecanismos institucionales para proteger la labor de los periodistas. En un documento aparte, este mismo grupo hizo un llamado a los directivos de los medios de comunicación –que tan calladitos se han quedado en muchas ocasiones ante las amenazas a sus reporteros- para que se sumen a estas demandas.

El día en el que se dio a conocer el secuestro de los cuatro reporteros platiqué con mi carnala La Concharra, que como algunos de ustedes saben, trabaja en una empresota de comunicación. Le pregunté si tenía miedo. “¿Sabes qué? Por primera vez en muchos años, ahora sí. Estamos viendo cómo cada día se acerca más”, fue su respuesta. Y yo desde LosAngeleslandia la escucho en el teléfono y un escalofrío me sacude todita. Mis amigos, mucha de la gente más importante de mi vida, está en este oficio; en medio de la sangrienta guerra entre poderes, ellos recorren a diario un país cada vez más violento armados tan sólo con un gafete de prensa. Y hoy, a diferencia de hace unas semanas, sé que mi gente tiene miedo.

Como decía en mi post de entonces, yo no conocía a los colegas que han muerto en los últimos meses, pero sí sé que con uno sólo que muere, el derecho a saber de nuestra sociedad, ese por el que varias generaciones lucharon, se encuentra en riesgo. El telón del silencio se ciñe sobre nosotros y parece que nadie hace nada. Por eso, hoy quiero pedirles que, aunque sientan que los asuntos que afectan a los periodistas no les competen, piensen un poco en las libertades que son garantizadas con el ejercicio periodístico; en el derecho que tenemos a informar tanto como los demás tienen el derecho a ser informados. Hoy les pido que compartan mi apoyo y admiración para mis colegas mexicanos de Los Queremos Vivos; porque quienes estamos en el oficio nos queremos, nos necesitamos vivos.

jueves, julio 29, 2010

Recado cuarenta


Recuerdo la escena como si fuera ayer: yo tendría unos nueve años y estaba en la recámara de mi abuela. Platicábamos de su mamá, de sus hijas -una de ellas mi mamá-, de mis hipotéticos hijos, del futuro. De pronto dijo: "Cuando cumplas cuarenta años va a ser el año 2010. ¿Te imaginas?".

No, la verdad es que nunca me lo imaginé. 2010 era un año tan lejano como la posibilidad de cumplir cuarenta años: eso es algo que sólo pasa en la imaginación de señores muy creativos que escriben cosas del futuro. Pero el futuro me alcanzó y mira nada más: aquí estoy, dejando la treintena atrás y haciendo mi flamante arribo al cuarto piso.

No podría hacerlo en mejor momento. Cuando empezó el 2010 me dio un conato de angustia: chale, ahora sí se me acabó el veinte y nadie me salva: se me acabaron los años de comprar mi ropa en el departamento de juniors y de poner emoticons cuando chateo, me dije; ahora me tendré que resignar porque en cualquier momento todos me empiezan a decir "señora", ay por dios.

Pero la verdad es que no es cierto. En estos meses he descubierto que quienes sufren por tener la edad que tienen, quienes se obsesionan con verse más jóvenes, con ocultar sus años, con evitar las marcas del paso del tiempo, son quienes no están orgullosos de lo que han hecho con él. A mí cada año vivido me ha costado un chingo, y estoy muy orgullosa de lo que he logrado en ellos. Hoy cumplo cuarenta años tan bien vividos, que neto parece que fueran más; pero tan bien llevados, que estoy segura de que en mi espíritu pesan como si fueran menos.

Hoy estoy agradecida por haber vivido hasta aquí, y segura de que los próximos cuarenta -que sí los viviré, no lo duden ni un momento- serán encabronadamente divertidos. Y como lo único que tengo es gratitud, se me ocurrió que en este día lo mejor que puedo hacer es compartir con ustedes lo que he aprendido en mis primeros cuarenta años de vida. No son consejos, ni reglas para vivir bien, ni nada por el estilo; es simplemente un sumario de mi aprendizaje jugando el juego de vivir, en el que hasta ahora me han salido puras cartas buenas. Que la buena mano del que reparte no se acabe nunca, es lo único que pido yo.

A continuación, mis cuarenta lecciones:

1- Muchas familias ven llegar a alguno de sus integrantes justo cuando otro se acaba de ir. No esperes a que te ocurra para reconocer el maravilloso ciclo de la vida, lo perenne de la energía de aquellos que se van.

2- Guarda fotografías de tu infancia. Míralas con atención y analiza tu rostro y tus expresiones con el paso de los años. Aprenderás mucho sobre ti.

3- De preferencia no mientas, pero si lo haces, busca que tu mentira no lastime a los demás. Si tu mentira lastima, no vale la pena mentir.

4- Leer y escribir son los dos hábitos que te harán invencible.

5- Si tu pastel de cumpleaños es del mismo tamaño que tú, es tiempo de dejar de añadirle un piso por año.

6- Enseña a tus hijos a amar a su escuela y a estar agradecidos por lo que aprenden cada día.

7- Nunca uses los dientes para abrir bolsas o botellas, ni muerdas objetos cuando estés nervioso. Un diente es valioso e irremplazable.

8- Compra un diccionario y léelo por gusto, no sólo cuando lo necesites.

9- Por lo menos una vez en la vida juega con la nieve.

10- Si eres mujer, al menos una vez ponte un vestido hermoso, largo, vaporoso, que te haga sentir como princesa.

11- Aprende a tocar un instrumento y canta con ganas, con voz muy fuerte y sin pena.

12- Nunca comas chocolate cuando lleves una prenda blanca.

13- No digas “o sea”; sustitúyelo por “es decir”.

14- No ignores lo que sueñas; esa es la única herramienta que tiene tu subconsciente para comunicarse contigo.

15- Si no planeas tener hijos aún, siempre usa un método anticonceptivo cuando vayas a coger; la paternidad no es algo que se pueda dejar a la suerte. Y usa condón; aunque no lo creas, sí se siente lo mismo.

16- Cuando tengas un hijo descubrirás en dónde estaba guardado el motor que te hacía falta.

17- Por muy antiimperialista que seas, trata de aprender inglés. Es de gran ayuda en la vida y algunas de las canciones más bellas están escritas en ese idioma.

18- Disfruta el hecho de ser adulto. Quienes aseguran que quisieran volver a la infancia demeritan el poder del libre albedrío.

19- Evita el maquillaje excesivo y los zapatos con tacones altos. Los huesos y la piel constituyen la estructura que sostiene a tu cuerpo. Ninguna moda es tan relevante para sacrificar algo tan valioso.

20- Cada mañana, cuando te vistas, ponte ropa interior y calcetines pensando en la posibilidad de que ese día termines en un hospital y un enfermero del sexo opuesto te ayude a desvestirte.

21- Haz algo extraordinario durante tu juventud, algo que ponga a prueba tu temple, tu fortaleza de carácter y espíritu, aunque termines el día exhausto. Durante los siguientes años eso te dará autoridad moral para sermonear a los que te rodean.

22- Nunca es tarde para estudiar si eso es lo que deseas hacer. En serio; nunca.

23- La universidad pública es el mayor tesoro que tiene el Estado mexicano.

24- Durante tus veintes come todo lo que quieras. Ya llegarán los treintas y te tendrás que poner a dieta.

25- Pisar la arena descalzo durante unos minutos equivale a dos horas de masaje shiatsu.

26- Nunca hagas algo de lo que no estés realmente convencido. Incluso si estás parado en una iglesia llena de gente, con alguien esperando junto al altar, tú puedes decir “no”.

27- No digas “no me gusta la política, no me interesa”. Asume la responsabilidad de ser ciudadano, de formar parte de una familia, de ser parte de una institución. Todas las relaciones humanas son relaciones políticas porque conllevan una relación de poder; si no te interesa la política estás despreciando una parte esencial del ser humano.

28- Deja de buscar el verdadero amor, el eterno, el que siempre durará. Es más, deja de buscar. Sólo mantén una ventana abierta, porque en cualquier momento se asoma.

29- Aunque dejes de tener la necesidad de hacerlo, sigue utilizando el transporte público de tu ciudad. Es la única manera de seguir conectado con la vida real.

30- Cuando cumplas treinta años empieza a hacer ejercicio de manera regular y cuida lo que comes. Cuando cumplas treinta y cinco entenderás por qué.

31- Si compras un auto, procura que sea de cuatro cilindros. No compres un auto más grande que tus necesidades reales. Si no usáramos tanto combustible las empresas petroleras no excavarían pozos más grandes y profundos a mayor velocidad. Nuestras decisiones al momento de comprar determinan la magnitud de los desastres ecológicos.

32- Escucha a las otras personas. Las historias más bonitas que escucharás en la vida no vendrán de un político ni de un artista famoso, sino de la gente que pasa junto a ti. No le des más importancia al que tiene dinero o poder que al que sobrevive entre el esfuerzo y la injusticia.

33- No temas a los cambios de casa, de ciudad o de país. Los lazos verdaderos se fortalecen con el tiempo y la distancia; lo que verdaderamente importa siempre va contigo.

34- Aprende a aceptar a la gente como es. Cuesta trabajo, pero una vez que lo haces los demás se sentirán cómodos y felices contigo. Es como hacer una inversión que siempre te dará dividendos.

35- Nunca se está preparado para la muerte de un ser querido.

36- Date la oportunidad de equivocarte, pero una vez que reconozcas el error, no lo vuelvas a cometer.

37- Cuando encuentres al amor de tu vida –y el amor de tu vida es aquél que te corresponde, no lo olvides-, aférrate a él. Somos seres humanos libres e independientes y estos son tiempos de conservar nuestra individualidad; pero el amor verdadero es cada vez más escaso y uno no se puede dar el lujo de dejarlo ir.

38- Tu cuerpo es la carrocería con la que andas por la vida y todo el tiempo te está llamando. Escúchalo.

39- No hay coincidencias. Todo ocurre por alguna razón aunque no la entiendas. Todo.

40- Cuando llegues a la que puede ser la mitad de tu vida, retrocede unos cuantos pasos. Entonces sonríe, respira hondo, corre fuerte y lánzate con toda tu alma a la segunda mitad, porque seguramente te la vas a pasar pocamadre.



Hoy cumplo cuarenta años.


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¿Más chisme?

martes, junio 22, 2010

Recado del día en el que murió Monsiváis (recado de cuarto aniversario)


Para Silvia, por la búsqueda y la lejanía compartidas

1- Hace cuatro años, el 22 de junio de 2006, publiqué el primer post de este blog. En ese entonces –que parece que fue hace como diez años- mi México estaba en la cúspide de la esperanza sin sospechar que esa era la antesala del declive de mierda que paulatinamente se ha llevado entre las patas los anhelos, la certidumbre y un poco del orgullo de ser de los mexicanos. En ese entonces yo llevaba sólo dos años fuera del país. Para mí, la visita a la ciudad de ángeles era sólo eso, una larga visita que podría prolongarse durante algunos años más, pero que nunca perdería su carácter de temporal. Porque tu casa está donde está tu corazón.

2- El día en el que murió Monsiváis, de pronto la realidad me pegó de golpe. Como tantos otros chilangos, para mí Monsiváis era México, pero sobre todo, era mi ciudad. La imagen de Monsi era todo aquello que admiro y anhelo en mi propia vida: la inteligencia, el humor, la sencillez, la agudeza, el desprecio por el poder, la acidez, la ironía, un poquito de arrogancia, un atuendo nunca a la moda y un pelo difícil de controlar. Monsiváis también representaba la ciudad a la que amo con el alma, la mejor del mundo. La hermosa Ciudad de México tan llena de contrastes, de colores, de cultura, de paisajes que te cortan el aliento y de restregones y piropos que te encabronan primero y te suben el ego después. LA ciudad, la que me hace sentir viva, en casa y feliz.
La partida de Monsi súbitamente me escupió la realidad en la cara. Mi país ya no es el mío, en el que yo viví 34 años y en el que sigue viviendo mi corazón. El gobierno que lo dirige no es el que yo elegí; el miedo que lo domina no es lo que yo conozco. La inteligencia va dando paso a la incultura general, la hueva y la apatía ganan terreno y la generación que viene detrás de mí, en general, me parece que se rinde y usa la “k” en lugar de la “q”. El día en el que murió Monsiváis a mí me aplastó la evidencia: el México que es mío se va acabando. Tengo siete meses sin ir a mi ciudad y esta semana de madrazo me dio miedo regresar: temo no reconocerla, o peor aún, temo no reconocerme en ella.
“¿Qué vamos a hacer sin ti, Monsi?”, dijo Elenita.

3- Hace tres meses tomé una decisión basada en consideraciones financieras que me ha acercado más a la ciudad de ángeles. Hoy tengo una casa en el sitio al que vine de vacaciones. Estoy por cumplir cuarenta años y mi corazón profesional está indeleblemente tatuado con el México del norte. No me veo a mí misma durante décadas en este lugar, pero justo el día en el que murió Monsiváis, traté de verme caminando por las calles de mi ciudad y, de pronto, tampoco me vi. La pregunta no es a dónde van los muertos; la duda es a dónde vamos los vivos para no perder el ancla cuando los muertos -personas, ideas, certezas, momentos, esperanzas- se van.

4- Este blog ha sido mi referente durante la mayor parte de estos años en el exilio por vocación. Creo que quienes lo leen, algunos heroicamente desde el principio, pueden tener alguna idea de lo difícil que es vivir un México colapsado desde la impotencia de la lejanía. En estos cuatro años hemos visto el péndulo ir de un extremo al otro con implacable crudeza; pero quiero creer que ambos, mi México y yo, hemos entrado en un impasse paralelo que por su propio peso caerá. Que el péndulo, forzosamente, volverá a llegar a su centro.

Feliz cumpleaños, blog.

martes, junio 15, 2010

Recado de recuento


1- Mayo pasará a la historia como el mes en el que este blog estuvo en letargo. La autora confía en que eso no volverá a ocurrir.

2- Por un tiempo el letargo se muda a Recolectivo. Muchas gracias a quienes fueron suficientemente generosos para leerme y comentarme allá, y a quienes comparon Diarios del Fin del Mundo. Gracias, gracias.

3- En los últimos días me ha tocado cubrir el caso de Anastasio Hernández, el migrante muerto por la agresión de agentes de la Patrulla Fronteriza. Anastasio fue torturado. A este caso se suma el de Sergio Hernández, el joven asesinado en Ciudad Juárez, del lado mexicano.

Sé que muchas personas gritan y patalean por estos dos casos, al igual que por la Ley Arizona, contra el gobierno estadounidense. Sí, son unos hijos de puta. Pero mi dedo apunta derechitito al gobierno mexicano. Felipe Calderón viajaba con su sarakof hacia Sudáfrica cuando ocurrió lo del joven Sergio y como siempre, lo que hace es regodearse poniendo cara de malo, mandar una "enérgica condena" por lo ocurrido, y elogiar el trabajo que hace el Consulado en San Diego para ayudar a la familia de Anastasio (Sí, el trabajo del consulado ha sido bueno, pero para eso les pagamos. Es lo menos que se espera de ellos, no algo que se deba festejar como cosa extraordinaria, aunque comparando con muchos otros consulados lo sea).

4- El caso es que el gobierno mexicano se la pasa reaccionando (¡Ajajá! Puede ser que por eso se les acuse de reaccionarios), pero nunca previniendo. En el caso Arizona, el gobierno mexicano tenía que haber cabildeado con el congreso de Arizona desde mucho tiempo antes de que se firmara la ley. La función de los cuerpos diplomáticos es esa: negociar para lograr acuerdos que eviten relaciones desvenjosas entre dos partes.
El proyecto de ley en Arizona era ampliamente conocido por todo el mundo semanas antes de su aprobación; pero parece que el gobierno mexicano se enteró hasta que lo anunció Televisa.

5- En el caso de la Patrulla Fronteriza ocurre algo similar. Organizaciones de defensa de Derechos Humanos en los cuatro estados fronterizos de EU habían pedido desde hace meses al gobierno de Obama que transparentara los procesos de entrenamiento de los agentes fronterizos. La respuesta fue negativa y aún seguían en conversaciones cuando los incidentes de los migrantes ocurrieron.

La solución para este tipo de sucesos es, sin duda, la aprobación de una reforma migratoria integral; pero siendo realistas, eso no está cerca y el gobierno mexicano no tiene posibilidad de incidir en esta decisión. Lo que sí puede hacer es cabildear con su contraparte para exigir que los agentes fronterizos reciban la capacitación adecuada y sean instruídos en las legislaciones vinculadas con Derechos Humanos y derecho constitucional.

Claro, para eso habría que esperar a que el presidente termine de cazar elefantes.

6- Finalmente, tenemos los dedos en la puerta con el caso ABC y en cualquier momento se nos cierra. Abusando de su tiempo y su buena voluntad, aquí está una lista de los correos electrónicos de los jueces de la Suprema Corte que no consideran de su competencia el fincar responsabilidades en este caso. Los invito a que les digan lo que piensan.

Ministra Margarita Beatriz Luna Ramos
mbluna@mail.scjn.gob.mx

Ministro José de Jesús Gudiño Pelayo
jgudino@mail.scjn.gob.mx

Ministro José Fernando Franco González Salas (cinco nombres el cabrón)
JBassH@mail.scjn.gob.mx

Ministro José Ramón Cossío Díaz
RamonCD@mail.scjn.gob.mx

Ministro Luis María Aguilar Morales
maguilarm@mail.gob.mx

Ministro Sergio Armando Valls Hernández
savallsh@mail.scjn.gob.mx

Ministro Sergio Salvador Aguirre Anguiano
saguirrea@mail.scjn.gob.mx

Ministro Guillermo I. Ortiz Mayagoitia
presidencia@mail.scjn.gob.mx

Listo. Despáchense.