¡¡Señoras y señores, bienvenidos al tercer aniversario de El Rincón del Recado!! Hagan ustedes el favor de subirse a nuestro vehículo, ¡que nos vamos a Vallarta!
Ay sí, ingenuotes... ¿qué dijeron? "Ay, la Chila ya nos va a llevar a la playa y todo". ¿Cómo creen que a ese Vallarta? ¿Qué no están viendo la crisis? Me cae que cómo son inconscientes... yo me refiero al otro Vallarta: al Vallarta Supermarket.
El Vallarta Supermarket es el lugar a donde voy de shopping cuando ya no hay nada en el refri. Supongo que el nombre se debe a que el flamante dueño del changarro debe ser jalisquillo, entonces dijo: "no, pues para lugares bonitos, Vallarta, cómo no". 'Tons decidió darle a sus clientes que viven en Los Ángeles y alrededores una probadita del paraíso vallarteño, recreando su propia versión del lugar. A saber: techo pintado de azul-cielo, palmeras por toda la tienda, y las infaltables piñatas que nos indican que... estamos en México!
En el Vallarta usted puede encontrar todos esos excéntricos objetos que lo harán sentirse como en casa; aun cuando usted tenga un Wal-Mart a media cuadra, preferirá manejar hasta el bonito lugar para, a ritmo de rancheras de Jorge Negrete y boleros de Los Panchos -el soundtrack habitual del Vallarta durante un domingo cualquiera- comprar:
La sopita Knorr y el chilorio de la Chata
Los nopalitos La Costeña y el pozole de Juanita
Los productos Marinela... ¡de 100 calorías! por si usted está a dieta. (Pregunta: ¿hay de estos en México? Porque las últimas veces que he ido no los he visto...).
Desde luego ninguna familia puede considerarse bien alimentada si no se echa una buena ración de frutas y verduras. Acá, verde que te quiero verde.
Pero en el Vallarta no sólo les interesa su alimentación, sino también su salud espiritual. Por eso, si levanta la vista hacia su cielo azulado, podrá encontrar auténticas réplicas del Señor de las Sávilas.
Si le preocupa que se metan a robar a su casa, puede compar un perro guardián de cerámica. Aquí, acomodaditos para que no extrañe usted la feria del pueblo, vigilando con entereza los chiles, los chayotes y los camotes.
Y hablando de fiestas, no deje de llevar usted su vitrolero pa'las aguas. Nótese que también le proporcionamos la bolsita de plástico, por si es para llevar.
Ahora, el que esté usted viviendo en el gabacho no quiere decir que vamos a dejar que su mujer se vuelva una holgazana, ¿verdad? Nada de que la licuadora y que el microondas ni esas cosas: a molcajete y tortilladora, que para eso son viejas!
¿Se le fue el marido de parranda? Lleve sus rodillos para ponerlo en cintura. Y una fibra para lavarle las culpas.
Ninguna celebración está completa sin pastel, así que métase hasta la cocina y pásele a la panadería, con escenografía sacada del pueblo mexicano de Reino Aventura.
Panadero, ¿ya está el pan?
Pues nada: la Chilangelina les agradece de todo corazón que durante tres años se hayan dado su tiempecito de caerle al recadero. En verdad, no saben cuánto aprecio sus visitas, sus comentarios, y que -estando la mayoría de ustedes en México-, me permitan seguir sintiendo que aunque vivo acá, no me he ido. Me cae que eso ni el Vallarta, sólo ustedes.
Y pa' que vean que los quiero, a'istán su confetti y sus dulces.
Ahora pásenle a la caja, no se hagan. Gracias por su compra, vuelvan pronto.
(¡Cómo! ¿Que Osvaldo Ríos se hará la vasectomía?)