Esta semana se armó gran borlote. Resulta que un cartonista gringo, de nombre Daryl Cagle, tuvo a bien hacer un cartón alusivo a la violencia que se vive en México. El tipo decidió representarla usando la bandera mexicana y dibujándola como la ven en la ilustración de aquí abajo: atravesada con balazos y con el águila del escudo muerta a tiros sobre un charco de sangre.
Cagle forma parte de un equipo de editorialistas que "sindican" sus materiales, es decir, que los venden para su reproducción en varios medios de comunicación. El cartón apareció en decenas de diarios del país, incluido aquel para el que yo trabajo. Y más tardó en salir el cartón, que nosotros en tener los teléfonos sonando y a la gente indignada enviando correos electrónicos: mexicanos ofendidísimos por la forma en que se había vapuleado su bandera y ofendido a su nación.
La cosa no paró ahí. Reforma y El Norte publicaron la nota este jueves, y por la tarde la Embajada de México en Estados Unidos estaba enviando una carta a MSNBC, la cadena encargada de difundir la imagen.
Curiosamente, el autor del cartón está de lo más sorprendido ante la reacción, asegurando que entre cartonistas de todo el mundo el "jugar" con la imagen de una bandera es algo de lo más normal.
Me interesa mucho la opinión de ustedes. Díganme, ¿se sienten ofendidos por la publicación de una imagen como esta en un momento como el que vivimos?
Durante la presentación de la serie de programas Discutamos México, Miguel León Portilla hizo un pertinente llamado a entender el debate como una forma de la crítica. No podemos ser complacientes con lo que en las novelas policiacas se llama "el lugar de los hechos" y en la Historia se llama "la patria".
La perplejidad de vivir en esta tierra comenzó desde hace mucho. En La visión de los vencidos, León Portilla recoge estos versos, compuestos en náhuatl entre 1430 y 1519: "¿A dónde pues iremos?/ ¿Cómo sufriremos aquí?". En 1958, Carlos Fuentes ofreció un eco a esa interrogante: "Aquí nos tocó. Qué le vamos a hacer. En la región más transparente del aire". Patria: lugar del destino inescapable.
No escogemos un país en el surtido de las naciones. Te toca uno y aprendes a quererlo o soportarlo. El nuestro cumple doscientos años de una vida que puede llamarse "independiente" si se omite el hecho decisivo de que casi todos los bancos son extranjeros.
De madrugada, las preguntas son terribles. Pensemos, al modo de las leyendas antiguas, que nuestro país duerme un sueño profundo, recostado en sus montes y sus valles. De pronto un temblor lo despierta. Son las cuatro de la mañana y la nación padece vértigo existencial: "¿Es necesario que exista?", se pregunta.
Ahondemos en ese despertar tan próximo a una pesadilla: ¿es necesario que haya mexicanos? ¿Qué perdería el mundo sin nuestra especificidad regional?
Hace unos días, un conductor tomó el segundo piso del periférico "a valor mexicano", es decir, sin precaución ni permiso. Conducía un camión de basura. Ya en lo alto, perfeccionó el desastre y se desplomó sobre tres coches. La metáfora no puede ser más inclemente: la basura cae del cielo para aplastar a quienes sufren aquí.
Uno de los problemas de ser mexicano es que otros también lo son. No es habitual que un compatriota se desplome sobre ti desde un puente, pero puede pasar. Lo habitual no siempre es mejor.
¿Cómo sobrellevamos la vida en común? Esta semana 23 presos murieron en una reyerta en la cárcel de Durango. La explicación cómoda consiste en pensar que los violentos no saben convivir. ¿Qué tan bien convivimos los que estamos fuera de un penal?
En una canción reciente, Alejandro Fernández propone un nuevo trato entre mexicanos y mexicanas: "Unas nalgadas con pencas de nopal/ es lo que ocupas por falsa y traicionera./ Cómo te amaba, qué bruto, qué animal/ cómo fui a darte mi amor a la ligera./ Unas nalgadas con pencas de nopal,/ una lección es la que te mereces./ Unos rasguños con espina de maguey,/ hoy se me antoja jugar gato en tus cachetes;/ me hacías piojito y luego me 'hicites' güey/ ya te veré empeñando los aretes". Es obvio que El Potrillo no necesita escándalos para triunfar. Seguramente, la canción le pareció divertida y no pensó que podía tener consecuencias. Lo grave está precisamente en eso; en ignorar que se trata de una ofensa.
¿Cuándo empezamos a malentendernos? Nuestro escudo nacional es el único que representa un acto de depredación. ¿Debemos entenderlo como un modelo para actuar como el águila y la serpiente y usar la penca como sugiere Alejandro Fernández? Por supuesto que no.
Sin embargo, las noticias indican que somos víctimas de algo que podríamos denominar "maldición del escudo". Unos se creen águilas y otros serpientes. Incluso los pastores de la Iglesia, que profesan una fe de conciliación y amor al prójimo, caen en la intransigencia. Es el caso del Cardenal Norberto Rivera, quien practica un catolicismo selectivo donde no caben disidentes.
¿Y qué decir de la intolerancia en los medios? El conductor de Televisa Esteban Arce se refiere a los homosexuales como "puñales" y hace poco dejó caer este alarde oratorio: "La finalidad de la vida sexual es la reproducción... comer Cheetos por las tardes y masturbarse es una preferencia pero no es normal". Arce considera anormales a quienes se tocan a sí mismos o tocan a alguien de su mismo sexo. Esto lleva a una pregunta: ¿cómo es un mexicano normal? ¿Se parece al chofer del camión que se despeñó del segundo piso, al golpeador con penca, al arzobispo de México, a los Zetas y los miembros del cártel de Sinaloa que se enfrentaron en el penal de Durango, al comunicador que juzga perverso a Elton John? Todos son mexicanos por igual. Y no sólo eso: ninguno de ellos califica como extravagante. Se trata de gente que piensa y actúa como muchos otros mexicanos. ¿No ha llegado la hora de ser típicos de otro modo?
Mientras esto ocurría, ese especialista en festejos que es Felipe Calderón, le hundía la cabeza en un pastel al director del ISSSTE. Tal vez me falte imaginación, pero no concibo un acto oficial donde Vaclav Havel, Olof Palme o Lázaro Cárdenas le hundan la cabeza en un pastel a un subordinado. "Yo quiero celebrar con alegría y patriotismo", dijo Calderón en su mensaje del 4 de enero. Ya sabemos a qué se refería.
Lo único que alivia este recuento es que no incluye a ninguna mujer. La verdad sea dicha, es más fácil celebrar la matria que la patria.
… porque como la mayoría de los lectores de este recadero están en México, pues tienen que estar encerraditos en sus casas. Y entonces, como en aquellos tiempos de películas malas en el canal cinco, yo muy solidaria hice una selección de videos para que se les haga más llevadero el confinamiento.
Ahora: recordemos al Cuarteto de Nos con uno de mis videos favoritos del mundo mundial:
Finalmente, en el recado de aquí abajo(otra vez, gracias a todos por participar, me cae que los mejores recados de este blog son esos en lo que me callo la boca para que hable el sabio lector), varios comentaron la Doctrina del Shock (The Schock Doctrine). Encontré el video promocional, ahí’sta:
Una amiga me envió una historia corta: "Un hindú vio pasar a la muerte y le preguntó a dónde se dirigía; ésta le mencionó que iba a Bernès a matar a un centenar de personas.
Al mes, el mismo anciano se volvió a encontrar a la muerte; entonces le reclamó porque se enteró de que había matado a mil personas; ésta le contesto:
-Yo maté a un centenar; a los otros 900 los mató el miedo".
Pero yo conozco a mi gente, y sé que todos ustedes están bien.
Nada; que este recadero ha estado muy solemne. Pongámosle un poco de diversión y hagamos lo siguiente:
1- Agarren a su pior es nada de preferencia: él, ella, indeciso, gordo, flaco, como sea; el caso es que sea alguien que haga que se les afloje la ropa interior, si es que usan.
2- Corran a una agencia de viajes o a un sitio web que venda boletos baratitos.
3- Compren dos pasajes con hotel incluido a Las Vegas.
Mientras más decrépito y kitsch sea el hotel, mayor diversión garantizada.
4- Beban hasta que vean borroso. Si ya ven borroso porque son miopes, beban hasta que oigan borroso.
5- Plántele un beso a su el/la/lo pior es nada y llévelo a contraer matrimonio (jojo, contraer, como las enfermedades). A elegir:
a) Capilla blanca inmaculada cursi como de película mala del canal cinco de Televisa.
b) Capilla que hace homenaje al grito de Dolores. O a Alejandro Graham Bell. O al Taco Bell.
c) Capilla de nombre impronunciable. Note usted la oficina de abogados justo a un ladito.
d) Capilla Hollywood que pasa a segundo plano. Lo importante es que usted se hospede en el Holiday House, porque seguramente nadie más tiene cable gratis. Ya después puede usted irse a casar.
e) Si lo suyo son las bodas temáticas, consígase un traje de Elvis y aquí lo esperamos. Viva Las Vegas, ey.
f) ¡Un clásico! La Little White Chapel, donde se han casado famosas estrellas como Joan Collins y Michael Jordan. ¿Qué espera? Felicidad garantizada.
g) Si la cosa es que ya le urge, venga y cásese aquí: "I do" Wedding Drive Thru. Ni se baje del carro, pues. (¿Anillos y votos matrimoniales extra grandes por 1.25 dólares más?).
h) Si usted quiere compartir su felicidad con el mundo, GRATIS su boda en internet. Vamos, no sea tímido: si lo sabe el empleado que gana 10 dólares la hora por dar actas de matrimonio exprés, que lo sepa el mundo.
6- No se preocupe por lo que dirán los demás: mientras no se haga un tatuaje, lo que pasa en Las Vegas se queda en Las Vegas (espero).
Pues resulta que tuve que ir a Denver. Al llegar a la sala de abordar puse cara de “soy una persona decidida y de mundo” y con aplomo de hombre de verdad le dije al fulano que recibía los boletos: “Verdaderamente apreciaría que si usted tiene una ventanilla disponible me la pudiera asignar” –en vez de este apestoso asiento de en medio, pensé, pero no le dije.
“Voy a hacer todo lo posible”, respondió con tono de me vale madre tu aplomo, aquí el que manda soy yo. Pero al final sí, me dio mi ventanilla.
La insistencia era por lo siguiente: cuando vuelas de Los Ángeles a Denver, el avión se va derechiiiiito, derechito. Y entonces, pasas por encima del Gran Cañón.
Y entonces, se ve primero así:
Y luego así:
Qué lindo, ¿no? Con confiancita, denle “click” para hacerlas más grandes.
Si quieren ver cómo se ve desde abajo, mi amigo Témoris tiene unas fotos bien chidas. Click aquí.
Que si la crisis, que si la devaluación. Que si el chapelén, que si Carstens. Que si la reforma energética, que si va a ir o no a México Radiohead. ¡¡Camaaaaaaán, es viernes!! ¡¡Mahna-mahna!!
Y pues me parece pertinente; en medio de la euforia olímpica, es importante no olvidar la realidad del país que aloja a la celebración.
Human Rights Watch estima que en China hay al menos 130 personas que aún están detenidas injustamente tras la matanza de Tiananmen (¡19 años después!), además de cientos de activistas que han sido encarcelados o están en arresto domiciliario por defender la libertad de religión, de expresión, de prensa, los derechos humanos o los derechos de los trabajadores y los campesinos.
Esta organización también ha denunciado a empresas que han sido silenciosos cómplices del gobierno chino en la represión de quienes han aprovechado la publicidad que ha llegado a China para denunciar las violaciones a los derechos humanos y la miserable política de ocupación de este país en contra del Tíbet. Coca-Cola, McDonalds, Panasonic, Samsung, Kodak, Visa, entre otros, han aceptado ser patrocinadores e ignorar las acciones represivas del gobierno chino.
En estos juegos olímpicos hay mucho que ver, pero también mucho que saber. Se puede encontrar un poquito más AQUÍ.
La semana pasada John Mc Cain, el candidato republicano a la presidencia de Estados Unidos, lanzó un anuncio de televisión en donde compara al demócrata Barack Obama con una “celebridad” como Britney Spears o Paris Hilton:
Por supuesto, Barack no se queda cruzado de brazos, aunque no menciona nada sobre la “celebridad”:
Pero la que sí se ofendió fue Paris Hilton, que lanzó su respuesta:
¡Aplausos y risas locas!
¿A poco no parece que fue la asesora de imagen –y discurso- de Martita Sahagún?
Entré a la página. Resulta que un tipo de nombre Hank Eskin decidió marcar billetes de un dólar, abrir una página de internet, y pedirle a la gente que recibe los billetes que diga en dónde lo recibió y cómo. El proyecto está en marcha desde 1998.
El billete que yo recibí sólo tenía un registro previo, del 25 de junio de 2006. De acuerdo con la info que había ahí, el billete se encontraba en buenas condiciones en esa fecha. Con base en las dos referencias, este billete ha viajado al menos 1,535 millas en casi dos años, un promedio de 2.1 millas al día. Pero obviamente el billete ha viajado mucho más, ¿no? Ojalá todo el mundo se hubiera dado un tiempecito para registrarlo, el proyecto me parece interesantísimo. En estos días lo voy a "soltar". Ya veremos si alguien más se ve buena onda y nos cuenta dónde anda George.
Si quieren ver la ficha completa de mi billete, den click AQUÍ.
Cuando llegamos a vivir a Los Ángeles, una vez pasada la emoción de los primeros días, nos cayó el ramalazo: la vida resultó ser mucho, mucho más cara de lo que habíamos calculado y conseguir empleo no estaba tan fácil. Además vinieron gastos inesperados y el “it never rains in California” resultó ser un mito, llovía todo el tiempo. Mientras el dinero en el banco se esfumaba como promesa de político y a nosotros nos daba el blues bien gacho, encontramos una manera de levantarnos el ánimo sin que nos costara una lana: salir a caminar a nuestra calle.
Por azares del destino, que siempre ha sido harto generoso con nosotros, llegamos a vivir al barrio de Hollywood. Hollywood fue por muchos años la sede de los grandes estudios de cine, pero la verdad es que en ese entonces no eran tan “grandes”. Cuando en verdad crecieron se mudaron a la vecina ciudad de Burbank, justo atrás del cerro con el letrero que dice Hollywood. En Hollywood se quedaron entonces sólo un pedacito de la industria, como el Teatro Chino, algunos estudios pequeñitos y por supuesto, el Paseo de la Fama, ese que tiene las estrellas rosas en el piso con los nombres de los famosos. Después de un declive gacho por ahí de los años setenta-ochenta, Hollywood empezó a renacer como zona turística con la llegada del Teatro Kodak y la inversión en edificios de apartamentos para meseros wannabe músicos-actores-actices-guionistas-cineastas. Por supuesto, a uno de esos apartamentos llegamos a vivir.
Fue una bendición. Nuestro edificio estaba a media cuadra de Hollywood Boulevard, que se volvió nuestra calle. Caminar por ahí es como meterte en un tunel lleno de ruido, imágenes, absurdos y clichés que le sacan una sonrisa hasta al más deprimido. Con el tiempo puede volverse una molestia, pero por mucha prisa que lleves, por muy apurado que vayas, siempre acabas atacándote de la risa mientras recorres las tres cuadras que te separan del metro. Un ejemplo, un día cualquiera: (Nota: por alguna razón que ignoro, siempre que camino por ahí me imagino que lo hago con un andar-brincadito a ritmo de esta rola. Dele play si está inspirado. Y déle click a las fotos si las quiere ver más grandes).
Sales de tu casa y llegas a la esquina. Si volteas hacia la derecha, esto es lo que se ve:
Pero si vas hacia el Metro, te tienes que ir a la izquierda. Y pues luego luego empiezas a caminar sobre las estrellitas, y ps a ver, lo reto a usted a que no sonría…
Inmediatamente empieza a ver la lluvia de estrellas: Glorias de tiempos idos…
Genios musicales…
Leyendas de la pantalla….
Algún imbécil.
Las fotos le recuerdan a usted en dónde está…
...y empiezan a aparecer los personajes: Un hombre araña con SPM…
Un Elvis cuya guitarra seguramente está siendo vendida en el mercado negro…
Un Frankenstein ignorando a unos escapistas ebrios…
Unos piratas viendo pasar gordas…
Los mismísimos Kiss.
Por supuesto, no puede faltar el bonito souvenir…
…que siempre vale más que lo que cuesta.
Si usted ya caminó como cuadra y media, está por arribar al Teatro Chino, que es este:
…en donde las turistas poco creativas se ponen a medir sus manos para ver si son más chicas o más grandes que las de Marilyn Monroe, como esta:
Ahí, entre el Teatro Chino y el Teatro Kodak, se encuentra el paraíso de la botarga y del mal disfraz para que usted se tome una foto por un módico dólar (que no le aceptan si los compró unos pasos atrás, por supuesto). Entonces le ofrecen al Batman en tiempos de hambre y al Yoda de panza chelera…
…al Elmo que las quiere tanto que se las podría comer…
…al crossover más esperado de la industria cinematográfica…
…y al Bob Esponja que implora atención.
Obvio: llegas al Metro muerto de la risa.
El Metro.
Después de cuatro años de vivir ahí, nos acabamos de cambiar precisamente a Burbank. No es superglamoroso ni supersofisticado, pero aún tenemos buenos vecinos:
Y la realidad es que aunque ya no vivimos ahí, Hollywood siempre va a seguir siendo nuestra calle.
Ahora estimado lector, le toca a usted responder: 1- ¿Cuál es el diálogo piratero que tiene tan entretenida a la Supergirl?
2- ¿Qué está viendo el Yoda chelero con tanta atención?
3- ¿Qué le pasó a esa gorda en la mano?
4- Y lo más importante: ¿quién es ese güey y qué anda haciendo ahí?
Periodista, bloguera, tuitera, feisbuquera.
Chilanga hasta el tuétano.
Metiche sin remedio, vine a ver qué había del otro lado de la barda y decidí quedarme un rato; el rato ya duró.
Siempre estoy contenta. Sí, aunque hable golpeado.