Recado del día en que la Chilangelina le hizo coros a Robert Smith

Llegó el día y yo me peiné lo mejor que pude -con mi corte de pelo feo-, me puse mis zapatotes negros me-vale-si-me-pisas-en-pleno- toquín, y ahí voy, a ver-oír-gozar a The Cure.

Nosotros, ñoñamente tempranísimo. La sonrisa aún me dura. El peinado aplastado también.

Descubrí varias cosas:

1- La calidad del video que saca mi camarita chiquita de fotos –que es la única que puede entrar de contrabando, porque en el Hollywood Bowl no dejan entrar con cámara- es directamente proporcional a la cantidad de dinero que pude pagar por mi boleto, ergo a la distancia a la que me encontraba del escenario.

2- El zoom de mi camarita tampoco es así como que la gran cosa, dio lo que tenía que dar. Esto es lo mejor que pude lograr:

Sin zoom

Con zoom

2- ¡Qué gordo está Robert Smith! Pero deveras: la cara, las manos, los dedos regordetos, todo él. Me sorprendió un poco; en mis años mozos yo amaba al escurrido flaco sufrido Smith.

Cara regordeta

Manos regordetas

4- Aun así, míster Smith sigue siendo un papito. Un-pa-pi-to. Sigue teniendo la voz, uuuuutssss, esa voz; toca como nunca, y conserva la miradita. El siguiente pedacitito de video es para que usted aprecie en la pantalla la miradita esa que digo:

Esa mera.

5- Luego: Tocaron Lullaby. Cheque usted la guitarra.

6- No tomé ningún tipo de registro de Pictures of You; estaba muy ocupada llorando.

7- 'Tons también canté, ¿no?. Nota: si usted se marea fácilmente no vea el video, nomás óigalo. (Nota mental: cuando uno toma video no debe bailotear, o viceversa).

Quihobo.

8- Entraron y salieron cuatro veces, se echaron casi tres horas. Míster Smith: "Thank you!", y yo: “¡Brrravo, Roberto, brrrrrrrrravoooo!”, pero creo que no me oyó.