¿Y qué dijeron? ¿Esta ya no volvió a postear jamás en la vida? Pues casi; entre que regresé "empachada" del paseíto, y entre que hubo cambios en la chamba, nomás no había tenido tiempo de pasar reporte. Pero como sé que todos morían por enterarse del chisme, vengo nomás a dar una probadita de lo que fueron las dos semanas más chidas en la historia del roadtrip.
Tengo tantas cosas que contar que siento que no me va a alcanzar el blog para echar el chisme. Prometo que en próximos recados iré dándoles detalles interesantes de los lugares que visité, pero por ahora les comparto algunas fotos, un vistazo general de lo que vieron mis ojos; ojalá les gusten, gente.
Primero, el mapa: este fue el rol.
Salimos de Los Ángeles el 4 de agosto. Tomamos un avión a Batón Rouge, la capital de Louisiana, y ahí rentamos el auto que sería nuestra casa las siguientes dos semanas.
Parada del camión en Baton Rouge
Baton Rouge es una ciudad linda que cuenta historias de franceses en cada esquina, pero sin duda se la ha comido Nueva Orleans que está a hora y media. En Baton Rouge tuvimos nuestro primer encuentro con el Mississippi, que marcaría nuestra ruta pa'l norte, hasta llegar a Illinois.
Esa misma noche llegamos a New Orleans y los ojos se nos llenaron de casas afrancesadas durante el día, de ruido y colores durante la noche, y de música todo el tiempo.
Homeless con su novia de bronce
"Oh when the saints, go marchin' in..."
Taberna en Nueva Orleans. Encuentre usted a la Chilangelina.
Después de rolar dos días por la ciudad, salimos rumbo a Memphis. Antes de dejar Louisiana visitamos una de las muchas plantaciones de la zona, el corazón de la producción de caña durante la época de la colonia, y también el lugar donde los abusos de la esclavitud construyeron sitios tan espectaculares como este:
Antes de entrar a la mansión que se ve al fondo hay una réplica de la relación que guardaban los administradores sobre los esclavos comprados para trabajar ahí, y cuánto habían pagado por ellos. Por ejemplo: una mujer, con dos niños y un bebé, cerca de 1,500 dólares.
Bordeando el Mississippi entramos a Arkansas, al estado de Mississippi, y llegamos a Tennessee. Ahí, el destino era Memphis.
En Memphis, dos escalas obligadas: Graceland, la que fuera la casa de Elvis Presley...
Duerme el rey.
¡Rúgeme, tigre!
...y Sun Studio, cuna de la música estadounidense que todos traemos en las tripas.
En Sun Studios: Elvis, BB King, Jhonny Cash... y nosotros.
Dos días después, agarramos carretera otra vez. La idea era llegar directito a Chicago, pero en el camino se nos atravesó St. Louis Missouri. Y quien haya visto este arco en la tele...
...sabrá que teníamos que pararnos a verlo de cerquita.
Cumplido el trámite, le seguimos a Chicago.
Como la mayoría de ustedes sabe, el objetivo último de este viaje era llegar a Nueva York, la ciudad con la que soñé desde hace muchos años. Y nada se le compara, sin duda: por el ritmo, por el tamaño, por la fuerza que tiene la ciudad. Pero yo esperaba que Nueva York fuera así. De lo que nadie me había advertido, era de Chicago, así que la sorpresa fue enorme: qué-hermosa-ciudad.
Union Station y la escalera que ha salido en chingocientasmil películas
Espero tener tiempo para escribir un recado sobre Chicago que le haga justicia a la ciudad más bonita que he visto en Estados Unidos.
Los tramos de carretera entre Louisina e Illinois tuvieron todos una constante: el color verdísimo del follaje tropical bordeando la carretera que corrió siempre a un lado o al otro del Río Mississippi. Llegando al norte, y rumbo a Canadá, el verde siguió dominando el paisaje, pero ahora uno más cercano al que conocemos los chilangos: medio de arbusto, medio de pinos, un verde que no brilla, pero que es más profundo. Paradójico, ver los pinitos con un calor de la chingada, pero así fue esto.
Una semana después de haber salido de casa, llegamos a Toronto. El peor trato que recibimos durante todo el viaje fue el del agente de inmigración candiense, que segurito nos vio el nopal en la frente y nos interrogó como si lleváramos a siete paisanos, tres bombas molotov y una marimba chiapaneca en la cajuela. Después de que nos ladró todo lo que se le dio la gana y me preguntó qué talla de brassiere usa mi vecina, el fulano nos dio la "bienvenida" (perro) a su país. Iba yo toda encabronada, queriéndome regresar a echar chela a Chicago, cuando de pronto, en medio de la nada, aparecieron unos venadotes pastando. Y ps se me pasó la muina.
(no hay foto de los venadotes, pero ahí al fondo está la torre CN, en Toronto)
Pretty in pink, en el metro de Toronto
Pretty in black, en Kensington Market
Aquí hago una escala para agradecerle a la Charra Frijolera su alivianda hospitalidad y el paseo que nos dio por los bajos mundos torontianos. Vendrá un recado al respecto.
Una vez visitado Toronto, lo siguiente fueron las cataratas del Niágara (el Niágara es un río, por eso son "del" y no "de", aunque también el pueblo donde se ubican se llama así).
¿Les ha pasado que de tanto ver en la tele o en las películas un sitio famoso, cuando lo ves te decepciona porque lo imaginabas más grande? Bueno, estaba segura que me iba a pasar; que cuando las viera iba a pensar "y este pinche chorrito de agua qué", de tanto que se las ha imaginado uno, ¿no? Pues señores, me permito decirles que nel: no hubo decepción. Las cataratas tales son una chingonería.
Aquí, la catarata que está del lado candiense, de frente.
Aquí,la misma catarata vista desde arriba, justo en el borde de la caída (que sería el extremo que aparece arriba a la derecha en la foto anterior).
La catarata que está del lado gringo no la incluyo porque está gacha.
Y ahí vamos de regreso al gabacho. Horas y horas de carretera nos llevaron rumbo a Nueva York, pero antes de ello hicimos una escala en Kingston para al día siguiente seguirle.
Combo de antiquísima iglesia y antiquísimo panteón en Kingston. Íbamos a entrar, pero somos bien respetuosos de los señalamientos.
Unos 20 minutos antes de llegar a Kingston vimos un letrero que decía: "Woodstock". ¿Será? Cuando llegamos nuestros amigos kingstonianos nos lo confirmaron: es. Así que fuimos, justo el día en que se celebraba el 40 aniversario del concierto. Para los masoquistas, publiqué una crónica que pueden leer AQUÍ.
Total, que después de la dosis adecuada de amor y paz, agarramos pa' NiuYor. Uta, qué emoción.
Este de aquí arriba es el túnel Lincoln, que conecta New Jersey con New York. Cuando uno sale del otro lado, de pronto se encuentra en el corazón de Manhattan. Y yo era la más feliz del mundo.
Manhattan, desde el Empire State.
Escena cotidiana en el Metro. Como en el Metro chilango, pero de colorcitos.
El Museo Guggenheim por dentro. Una de las piezas arquitectónicas más chingonas que he visto (cada franja es un piso, si se fijan bien se alcanza a ver la gente).
Lady Liberty.
Después de cuatro días en NiuYor, con todo el dolor del corazón el 19 de agosto tuvimos que tomar el avión que nos trajo de regreso a Elei. Pero ni siquiera nos tomamos la molestia de ponernos nostálgicos; nomás dijimos adiosito, como cuando uno sabe que pronto va a regresar.
Prometo que haré todo lo posible para en un tiempo más o menos breve traerles algunos recados con detalles de los sitios que más me gustaron. Mil gracias a todos los que nos dejaron mensajitos aquí y a quienes nos siguieron en el tuiter y en el feisbuc; fue como traerlos a todos en el asiento de atrás, y así nos supo más sabroso.