viernes, mayo 14, 2004

Recado de cineastas

Pues resulta que en México el hijo de Enrique Krauze, de nombre León, está haciendo un programa sobre los mexicanos en Hollywood. Y como aquí vivimos, pues nos contrataron para rentarles nuestro equipo, hacer la grabación y hasta un cachito de producción, de manera que trabajamos en las flamantes entrevistas de Alejandro González Iñárrutu (Amores Perros, 21 gramos) y Guillermo del Toro (Mimic, El Espinazo del Diablo, Hellboy).

Iñárritu. Resulta que vive en una casa in-cre-í-ble, así, con tono de señora de Las Lomas. En una zona también increíble, amueblada increíble, con su increíble mujer guapísima y sus increíbles hijos. Tan increíble, que pues la verdad uno termina por casi no creérsela; y con eso de que es cineasta... El caso que el tipo habló, y habló, y habló durante dos horas de entrevista y todavía una hora mas de platica post entrevista.
Es vaciadísimo porque funciona como a mil por hora, así que en ese tiempo pudo hablar de su trabajo (resultado de la evolución que vivió al pasar primero por la radio y después por la publicidad), de la "no-nacionalidad" del cine (¿Qué es el cine mexicano? Si los actores son argentinos, el director es mexicano, el fotógrafo es cubano, el guionista es colombiano y se filma en Inglaterra, ¿de dónde es esa película?), de sus esfuerzos por trabajar en proyectos "independientes" (es decir, sin recibir lana del Fonca, del Imcine, de Conaculta, etcétera), de su apuesta a proyectos como 21 gramos, en fin, de MIL cosas que encontraran si hojean cualquier revista Cine Premiere. Es un tipazo, culto, guapo, muy interesado en escuchar aun cuando su primera compulsión es hablar, y esta llenísimo de energía. Pero hubo algo que nos sorprendió un poco: tiene tres años aquí y parecería que no tiene un gran conocimiento de lo que ocurre con los mexicanos. En su conversación fuera de cámara hizo una serie de comentarios sobre la comunidad mexicana que francamente nos parecieron imprecisos, sobre todo en referencia a una supuesta falta de cohesión entre los residentes mexicanos en Los Ángeles.
Es muy curioso, porque nosotros hemos detectado precisamente lo contrario: un sentido de identidad al interior de los grupos que es lo que favorece la supervivencia del mexicano que llega. En algún momento Iñárritu dijo algo así como: "...porque aquí los judíos o los coreanos tienen un club a donde pueden ir a jugar tenis, o a estar ahí el fin de semana, pero los mexicanos no, no sé por qué no hay sentido de unidad...". Bueno, la verdad es que sí, no creo que haya un club campestre donde los mexicanos vayan a jugar tenis; pero la realidad es que existen decenas de clubes y federaciones de zacatecanos, guanajuatenses, jalisciences michoacanos, poblanos, sólo por mencionar algunos, que no sólo se agremian sino que trabajan juntos. La Federación de Zacatecanos, por ejemplo, participa en el programa del gobierno federal tres por uno: por cada dólar que envían ellos para obra pública, los gobiernos municipal, local y federal ponen otro. Así que el zacatecano que esta aquí no solo envía dólares para su 'amá, sino para que construyan el puente en su pueblo por donde va a pasar su 'ama, y las amigas de su 'amá, y los hijos de las amigas de su 'amá...
Por supuesto, cada persona que venga terminara viendo con distintos ojos y todas las visiones son válidas y seguramente parcialmente verdaderas, pero, aunque habría que estar loco para no querer ser vecino de Iñárritu en el hermoso barrio de Brentwood, creo que nosotros hemos sido muy afortunados al poder ver esta ciudad justo con estos ojos que nos están tocando hoy.

Del Toro. El tipo es CHIDÍSMO. Si alguien no ha visto su trabajo debe hacerlo, especialmente recomiendo El espinazo del Diablo, aunque recientemente hizo Hellboy y, para quienes gusten del arte secuencial (léase cómics), la película es imprescindible. La historia de Del Toro es interesantísima. Resulta que cuando era muy chiquito, un día él y su hermano vieron en la tele alguna imagen de un monstruo al que se le salían los ojos. El hermano entonces, en la noche, se puso en la cara unos lentes de esos que son como huevos estrellados y fue a asomarse en la cuna del pobre Guillermito que casi muere de un susto. A partir de esa noche, el tipo veía monstruos por toda la habitación, de tal manera que le aterraba levantarse al baño; entonces se hacía pipí en la cama y su mamá le ponía unas tundas buenísimas. Un día decidió enfrentar a los monstruos y hacer un pacto con ellos: si lo dejaban ir al baño, de ahí en adelante serían amigos. Y así fue.
La entrevista fue una tienda sensacional, una librería de terror en donde también venden artículos punketones, y memorabilia de personajes de cómics y del cine de vampiros. Los dueños de la tienda son dos tipos extraños e interesantísimos, rucones ("maduros", sería la palabra políticamente correcta), como atrapados en los setenta pero con una extraña influencia dark. Superbuena onda, porque al final de la entrevista nos regalaron unos carteles de la película para que Del Toro nos los firmara, uno para nosotros y otro para Memo, a quien le puso en la dedicatoria: "Para Memo, de Memo el gordo". Una buena experiencia, pues.

Y hablando de cine......gran tragedia ha sido para nosotros descubrir que en la meca del cine, ir al cine es casi tan complicado como ir a La Meca. Hasta ahora hemos encontrado dos tipos de salas: uno, que es como los cines estos extraños que había en el centro de la ciudad de México, en los que se presentaban dos funciones por un boleto. Así son estos cines tenebrosos, medios cochinones y, en efecto, algunos de ellos con sus dos tandas por un boleto, 3, 5 dólares por persona, . Los otros, los decentes, son realmente decentes: limpísimos, impecables, ordenados y con olor a mall gringo, ese olorcito como a nuevo tan característico aquí. Salas pequeñas, comodísimas, algunas con butacas numeradas -es decir, puedes llegar un minuto antes de que empiece la película y no tienes que pedirle a un tipo que se recorra para sentarte junto a tu novio-, una de ellas incluso con servicio de acomodador y un host que te hace una breve presentación de la pelicula minutos antes de que empiece. De 8 a 11 dólares en matiné, 12 a 14 en horario normal. Y ojo, que 14 dólares no son 140 pesos; al tipo de cambio de hoy son 165 pesos. Para nosotros, acostumbrados al cine semanal, a veces dos veces por semana, por módicos 45 pesitos, esto es una verdadera pesadilla.

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