Recado de la ciudad antidepre

Quienes viven en la hermosa ciudad de México sabrán perfectamente de qué hablo, así que este mensaje más bien va para los que no viven aquí.

Salir a la calle en esta ciudad es un deporte extremo. Todos los sentidos se tienen que poner alertas y uno tiene que andar a las vivas. Mis dos lectores angelinos tal vez no comprenderían que aquí el peatón NO y bajo ninguna circunstancia tiene la preferencia en las calles. Entonces hay que ser audaz, ágil y tener buena vista si eres peatón, y hay que ser un maldito insensible y manejar como adolescente ebrio si eres conductor.

Además de eso, hay miles de colores sobre una base gris ocre, sobre todo en la zona centro de la ciudad. Desde luego hay mucha gente malencarada, pero siempre se impone la tendencia natural del mexicano a estar contento a pesar de todo, que se combina con la gandallez innata del chilango, de modo que el resultado es deveras divertido.

A mí me tocó ser peatón. Y como tiendo a deprimirme cuando hace frío, y aquí esta haciendo un frío de la requetecontrafregada, a pesar de que tengo que entregar un par de artículos me fui a caminar hace rato al centro para moverme un poco y para evitar la depre. Entonces me topé con:

• Un hombre indigente con un sombrero de mariachi y una botella de un líquido misterioso que bien podría haber sido alcohol, pidiendo dinero.
• Un punketo parándose a ver al indigente mariachi. Lo barrió con la mirada de arriba a abajo y dijo: "¡Órale, que chido!".
• Un tipo que vendía bufandas afuera del metro diciéndole a otro: "…ya ves que todo el mundo admira a Benito Juárez, ¿no? Pero a ver, ¿qué hizo ese güey? Siempre que alguien sale en un billete es porque no hizo ni madres…".
• Los simpatizantes de la APPO en su plantón sobre la calle Tacuba. Había una piñata con la forma de un burro y el nombre de Ulises Ruiz.
• Una mujer gordita, gordita, gordita, comprándose una faldita tableada bien cortita en un puesto afuera del metro Allende. Y con este frío.
• El siguiente diálogo:
  -Ah, pero tenías que dejar el pinche suéter
  -Pues es que no hacía frío
  -Pues ya vas a ver cuando te tengamos que enterrar
  -Eso quisieras
  Los volteé a ver. Iban bien abrazados.

También me comí un elote y un pan de la Pastelería Ideal.

Pero además del estímulo gratuito para los sentidos y la imaginación, el mejor tratamiento antidepresivo que ofrece el caminar en el centro de la ciudad es este: a pesar de que yo traía unos jeans viejitos, una blusa, un suéter que me prestó mi amiga Concha, una sudadera y un abrigo, todo ello coronado por una bufanda que me electriza el pelo, y mis no-sexys lentes necesarios para ver bien porque soy peatón, todo lo cual me hacía ver como algo cercano a un gran bulto de rostro semioculto; bueno, a pesar de ello:

• Un policía que traía un chaleco antibalas me dijo "bizcocho" en las escaleras del metro Bellas Artes.
• Un cachetón me cerró el ojo mientras cruzaba la calle.
• Un chavito empujó a otro para darme el paso y le dijo: "Quítate güey, deja pasar a mi novia".

Conclusión: con todo y el frío, estoy de moda en esta ciudad.

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Andrés Manuel tomó protesta y yo tengo muchas cosas que decir, pero también tengo mucho trabajo. Serán dichas otro día.