lunes, enero 22, 2007

Recado desde el frente I

Ser soldado y ser mujer

Este lunes aparece en La Opinión la primera de dos partes de un reportaje con testimonios de mujeres que han formado parte de la vida militar.
Desde que inició la invasión de Estados Unidos a Irak, han muerto más de 3 mil soldados y casi 25 mil han regresado heridos. A partir del primer día, por todo el país surgieron organizaciones activistas alertando sobre lo absurdo de esta guerra sin razón y sobre las muertes de inocentes iraquíes, a la fecha casi 700 mil.

Sin embargo siempre que se habla de soldados, se habla de los hombres. Poco se conoce de lo que están viviendo las mujeres al interior de la institución militar en Estados Unidos, y con este trabajo pretendo hacer un acercamiento a ellas.
A continuación copio algunos párrafos ; el artículo completo está aquí.
Las fotos son del Arlington West Memorial, el homenaje que cada domingo rinde la organización Veterans for Peace en la playa de Santa Mónica a los soldados caídos. Estas en particular las tomé el 1 de enero de 2007.


Hace apenas unos meses Maricela decidió hablar. Y ahora lo hace para compensar los ocho años que estuvo en silencio, para denunciar que lo que le pasó a ella no debe ocurrir a ninguna mujer, y para decir que en las Fuerzas Armadas, aunque no se sepa, ocurren estas cosas: Maricela fue víctima de un ataque sexual cuando formaba parte de la Armada.
Según información de la Administración de Veteranos (VA), existen más de 350 mil mujeres en las Fuerzas Armadas estadounidenses, de las cuales 216 mil se encuentran en servicio activo. En el caso de la guerra de Irak, uno de cada siete elementos de la tropa es una mujer.
A pesar de ello, no se sabe mucho sobre las condiciones para las mujeres en las Fuerzas Armadas. No sólo de las labores que desempeñan ahí, de las razones por las que ingresan o de las desventajas que aún enfrentan, a pesar de todos los discursos y las iniciativas de ley, por ser mujeres en un mundo construido por y para hombres. Es también poco, o casi nada, lo que se habla de las agresiones psicológicas a las que se ven sometidas, del acoso y el abuso sexual por parte de los propios compañeros, de las humillaciones y de las secuelas que las marcan de por vida.
Es el caso de Maricela. Habiendo crecido en el sur de Los Ángeles, la joven se enroló en la Armada en 1998 para poder financiar sus estudios. "Yo venía de una comunidad en la que hay mucha violencia y uno piensa que ésta es la única manera de salir adelante". Maricela fue enviada a un campo de entrenamiento básico en Illinois, y fue ahí, durante sus primeras semanas en la institución, que ocurrió: mientras realizaba una guardia nocturna, un hombre la sometió por detrás.
"Ni siquiera tuve el valor para voltear a verle la cara, pero sé que era un superior porque traía uniforme y nosotros no. Todo el tiempo sentí sobre mi espalda el roce de los galones en su pecho", recuerda.

"En las Fuerzas Armadas nosotras somos una minoría", dice por su parte April Fitzimmons, quien durante cuatro años fue analista de inteligencia en la Fuerza Aérea. April era la mayor de seis hermanos de una familia en Montana. "No había otra opción para mí para recibir educación, así que me enlisté a los 17 años. Si hubiera sabido todas las opciones que conozco ahora, nunca lo hubiera hecho", asegura.
De acuerdo con una encuesta realizada entre más de tres mil veteranas por la Universidad de California en Santa Bárbara, una de cada cuatro mujeres que ha servido en las Fuerzas Armadas afirma haber sido víctima de ataque sexual, aunque otros estudios llegan a arrojar cifras cercanas al 40% y 50% de las mujeres que han estado en servicio activo.
"Mira cómo te entrenan, las palabras que usan: Don’t be a pussy, don’t be a bitch", dice Maricela, quien ahora estudia psicología y desea dedicarse al tratamiento de mujeres para la VA. "Ellos usan términos degradantes para las mujeres en las Fuerzas Armadas".
"Creo que la parte más difícil es que convives con mujeres y hombres con los que entrenas cada día, y crees que estás a salvo", comenta April. "Pero no es así; cuando no eres atacado por el enemigo, te ataca uno de tus compañeros, la gente en
la que se supone que confías. Es una total violación a la confianza".

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3 comentarios:

Enrico dijo...

Increíble Eileen, sencillamente increíble, excelentes testimonios, gracias por el adelanto del libro, ¿por qué pronto pondrás todo esto en un libro verdad? Ahora voy a por el artículo en la Opinión.

Anónimo dijo...

Chilangelita:
Nuevamente sensacional, como siempre. Por cierto, no me has contestado; me vas a obligar a gritar a los cuatro vientos. Que conste.

Juan Manuel

Chilangelina dijo...

Gracias Enrico y Juan Manuel. Nadie mas suertuda en esta vida que yo: dos lectores y los dos me quieren.