Recado del feisbuc

Mi juguete nuevo es el Facebook. Señor señora señorita, si no tiene uno, vaya corriendo a abrirlo.

En mi caso, el feisbuc es para ese objetivo que en la página se llama “networking”. Es decir, no quiero encontrar pareja porque ya tengo una, ni quiero hacer muchos amiguitos porque me gustan los que tengo y los nuevos los hago de otra manera. Pero sí está chido extender las “redes”; y pues a veces pesca uno cada cosa…

Pesca 1: Por azares de la vida, encuentro en la lista de amigos de un amigo, a un tipo que fue mi vecino durante 10 años, vivía en el piso de arriba en el mismo edificio que yo. Luego me mudé, el tipo se volvió una celebridad, pero deveras celebridad del pop en español y nos perdimos de vista. Cuando lo encuentro le mando un mensaje detallado de mira, yo era tal, te acuerdas que tal, y tu hermana y yo tal, y una vez tu hermano y tú fueron a mi casa porque tal, y cuando tu tocabas el piano yo me ponía de malas, pero mira, el tiempo te dio la razón y qué gusto encontrarte.

Y el tipo responde: “hola como estas te mando un fuerte abrazo ciao”. Así, sin acentos ni comas ni un carajo. Chale.

Pesca 2: Me contacta un tipo de nombre “Luis” que dice que estuvo conmigo en la secundaria, que se sentaba a la izquierda y atrás de mí en segundo. Sí chucha: yo iba en una escuela de sólo mujeres.

 

Pesca 3: Hace unos días me encontré a un colega en un evento que fui a cubrir. Nos saludamos por encimita, como cuando realmente no eres amiga de la persona: “Qué onda, cómo estás, a ver si nos tomamos un café, chau”. Luego me llega un mensaje suyo por el fesibuc: “¿Que onda (nombre de la Chilangelina en la vida real), sigues en la tropicalmente cubana Miami, capital de los bikinis?”.

O sea, ¿cómo?

 

Pesca 4: Entro al perfil de un amigo y veo entre sus contactos a Gabriel García Márquez. Voy a su página y pienso: “Si yo fuera el Gabo, la neta si me gustaría ser mi amigo”, así que le envío una solicitud de contacto. Ergo:

  

Soy importante.

Anden, como en la iglesia: cuéntenme sus pescados.