jueves, agosto 11, 2011
Recado de los #30libros
viernes, julio 29, 2011
Recado del cuarto piso, departamento uno
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miércoles, julio 13, 2011
Recado sobre la apología de la pobreza
buscando agua encontró petróleo,
se volvió rico...
pero se murió de sed...
(…)
Mas que el oro es la pobreza,
lo mas caro en la existencia...
Pobrecito mi patrón
piensa que el pobre soy yo...
Solamente lo barato,
se compra con el dinero...
Pobrecito mi patrón
piensa que el pobre soy yo...
Que me importa ganar diez,
si sé contar hasta seis...
Pobrecito mi patrón
piensa que el pobre soy yo...
jueves, junio 30, 2011
Recado pa' tomarnos un café
Resulta que Ángel, echándole leña al fuego del regreso, me invitó a participar en la sección Blogger Café de su blog El Ornitorrinco en Línea. La cosa era escribir por qué blogueo, para quién, usando qué herramientas, con qué frecuencia, largo etcétera.
Redactando el textito me fue cayendo el veinte una vez más de lo chido que se da la relación con el mundo a través de un blog. Como en el recado anterior me puse re-cursi, no repetiré aquí nada de eso, pero si alguien lo quiere leer, vaya corriendo al citado texto y echémonos una platicada allá. Cuéntenme, por ejemplo, cuál ha sido la mejor experiencia que han tenido a raíz de que escriben su blog, qué cosas chidas les ha dejado, qué es lo que ven venir. Tenemos un buen pretexto para reivindicarlos, que al fin son nuestros.
Dicho lo anterior, píquele usted
miércoles, junio 22, 2011
Recado sobre volver (recado de quinto aniversario)
jueves, noviembre 25, 2010
Recado que da las gracias (recado de mi mamá)
miércoles, septiembre 22, 2010
Recado de los 100 años
miércoles, septiembre 15, 2010
Recado de congruencia y amor
1- La mayor fortuna de mi vida es haber nacido en la Ciudad de México. Esa es la variable que determinó gran parte de mi carácter, de mi manera de ver y entender el mundo, la que moldeó mi personalidad.
Para mí, en la Ciudad de México se concentra lo mejor de mi país. Ser mexicano, para mí, necesariamente atraviesa por el DeFe, “la capital”, el sitio donde palpita la vida política, financiera, cultural, deportiva, la industria del entretenimiento y la del mercado negro, la maquinaria que mueve al país, en donde una quinta parte de sus habitantes -¡los de todo el país!- cada día se parten la madre para llegar a sus casas sonrientes cargando con una bolsita de pan.
En el DeFe aprendí a amar a México. Desde ahí supe identificar acentos, comidas, atuendos, a reírme de ellos a veces y también a apreciar y a respetar. Desde ahí emprendí recorridos en autobús, lo mismo hacia la frontera norte, donde el Río Grande y el Golfo se encuentran, que hacia el sur, en donde no hay barda ni alambre ni border Patrol, sino una plaquita con un círculo que de un lado dice Guatemala y del otro el nombre de mi país. Desde la cuidad de México he visto el orgullo de cada persona que llega “de fuera” y de los que como yo, nacidos en medio de la amalgama, somos capaces de conmovernos hasta las lágrimas cuando la lluvia desprende el olor a cemento mojado de las banquetas de CU.
A México, a lo largo de mi vida, me lo fueron inyectando intravenoso y de a poquito.
2- Con este antecedente, la decisión que marcó mi vida reciente sin duda fue la de hacer una maleta para ver que había más allá de mi país. No fue una decisión difícil ni dolorosa, porque sabía que no perdía nada; cuando tienes la certeza de lo tuyo, cuando tienes la raíz bien afianzada, te lanzas al vacío con lo que tienes, sabiendo que pase lo que pase, tienes a dónde volver. Así de importante es para nosotros, los mexicanos migrantes, la estabilidad de nuestro país. No es que nuestra vida presente dependa de ello; es que nuestro futuro, nuestra esperanza, el punto del que nos agarramos mientras rolamos por la vida, radica en eso que es lo único nuestro. Sé que el concepto es muy difícil de entender para quien no ha vivido fuera de su tierra, pero un mexicano fuera de su país, se vuelve más, y más, y más mexicano cada vez.
3- Pensar en México en los últimos tiempos duele. Si no lo quisiera, si fuera como esas personas que dejan la patria atrás con desdén y se alegran de no volver, la cosa carecería de importancia. Pero amar a tu país y verlo como está, va consumiendo el alma y pone a prueba el amor. Sólo descubro cuán grande es cuando a gritos defiendo a mi gente, a mi tierra, cuando alguien osa hablar de las matanzas, y el narco, y la corrupción. A voces y a golpes si fuera necesario, le callo la boca al salvadoreño, al guatemalteco, al colombiano, al boricua que todos los días mueve la cabeza al ver las noticias y me ve con compasión. Al que se burla de mi pueblo pelele porque a pesar de que le matan a su gente, compra banderas y va al Zócalo a hacerle bola al presidente, a legitimar la burla, a formar parte de la estadística oficial. Por amor me callo la boca y no digo que es cierto, que tienen razón; trago saliva y hablo en cambio de mi ciudad, mi gran orgullo; hablo de lo que he visto, lo que sé, lo que he aprendido y lo que he hecho con mi vida; me pongo sobre una mesa de exhibición y les digo que lo que ven es México; que México soy yo. Que alguien se atreva a vilipendiar a una patria que los mira desde mi rostro.
4- A pesar de ello, sé que tienen razón. Yo quiero hablar del pueblo libre, de la universidad pública, del sentido del humor de Monsi, de la solidaridad del 85, de todas esas cosas cursis de las cuales ya hemos escrito tanto, tantas veces. Pero me caen encima los papás de la ABC, los 72 asesinados, el cinismo del narco y el cinismo peor aún del fulano que ostenta el cargo de presidente. Me retumba en la cabeza la voz del migrante con el que hablé la semana pasada, que me contó que al ser deportado a Reynosa, los policías federales lo asaltaron. Me duele la sangre, los muertos, la incertidumbre, la manera en que a nosotros, los migrantes, nos arrancaron nuestra única certeza. Me encabrona hasta el alma que me quitaran el punto de apoyo para ir por el mundo arriesgando hasta lo puesto; me indigna, me ofende, me cala que me quitaran la esperanza de regresar a casa para disfrutar los frutos de la chinga lejos de ella.
Este 15 de septiembre, esperado por años, era un día para celebrar. Para agitar las banderas por todo lo alto y gritar Viva México con el alma. Mi corazón, mi amor enorme por mi patria, la de a de veras, me lo pide; pero mi congruencia, aquella aprendida también gracias a lo que me enseñó mi país, me reclama prudencia. Porque yo no brindo con el que mata a mi hermano, porque yo no soy comparsa de nadie, el gobierno mexicano se puede meter su bicentenario por la cola.
Este 15 de septiembre yo sólo amo a mi México como se ama lo propio, en privado y con pasión; cierro los ojos con orgullo y sé que no soy de México, no señor; sonrío, y sé que México es mío.