sábado, octubre 20, 2007

Recado de los muchos premios

Esa cosa de los premios es interesante porque nos persigue desde el fondo de las aberraciones de la infancia. Ya ven que en la primaria típico que tus papás quieren que te ganes el premio por ser el más aseado o el más puntual o el que ganó el concurso de ortografía o algo, y las maestras se la pasan jorobando con premios y premiecitos y estrellitas en la frente y “le subo un punto al que…”.
Luego está la televisión, con eso del Miss Universo y los Oscar y los MTV y los premios TV y Novelas. Así que uno se la pasa secretamente pensando en el día en que ganará un premio, aunque en público diga que no. Pero en privado, ¡cómo no! El que diga que no ha ensayado un discurso de agradecimiento sosteniendo la botella de champú o la salsa catsup, miente.
Yo particularmente he ensayado el mío para un Oscar, o ya de perdis para un Emmy. Por supuesto hay que agradecerle a la gente que hizo posible el premio etcétera, para luego decir una frase linda sobre el futuro y la esperanza y la humildad. Pero en la vida real lo más que me había ganado había sido un premio de fotografía hace como diez años, y no hubo micrófono para que soltara el speech. Aaaahhh, pero a cada capillita le llega su fiestecita, si señor, cómo no, y esta semana que se me junta la chamba, oigan.

Primero, la Tazy me dio mi Premio Blog Solidario, y pues la neta sí está chido, porque los premios son bonitos cuando te los da alguien inteligente, ¿no?

Gracias Tazy, te quiero, snif.

Y luego, que me toca otro. Resulta que hay una organización en Los Ángeles llamada Coalition For a Safe Environment, que cada año da un reconocimiento llamado Angel Awards a personas que hayan contribuido a mejorar la comunidad, entre ellos a cinco periodistas: dos de TV, uno en inglés y uno en español; dos de periódicos, uno en inglés y uno en español, y uno de radio. Y pues que me toca.
Contrario a lo que me imaginé cuando ensayaba para el Emmy, no está fácil recibir un premio y pasar a dar un speech. Primero, porque si te da pena hablar en público y te empiezan a sudar las manos y todo, te ves menos cool de lo que habías ensayado. Pero además, porque creo que es un poco extraño que te den un premio por hacer tu trabajo. La gente común y corriente hace lo mismo todos los días: sale a trabajar, se parte la madre para sacar a los hijos adelante, en este país lo hacen incluso con el miedo de una deportación y a veces sin dominar el idioma. Luego están los que trabajan por mejorar su comunidad enfrentando al poder y a los grupos con intereses. Y uno recibiendo su premiecito, qué barbaridad.

La cosa es que me dieron el premio tal y yo no tenía ni idea de por qué. Me dijeron que hay un comité de líderes de varias organizaciones; alguien propone a los posibles nominados, los demás evalúan y así se decide. Bueno, pues si ustedes lo dicen. Cuando llegué al lugar no vi a nadie conocido, así que me senté y pues a esperar. En eso se me acerca un tipo a saludarme y a felicitarme; se me hizo conocido y me recordó de dónde: de South Central Farmers, una organización de campesinos que tenía un huerto enorme en el sur de Los Ángeles y que fue desalojada hace un poco más de un año. Cuando estaban en el proceso previo al desalojo me quedé a dormir una noche con ellos e hice una crónica. Este cuate estaba esa vez, y se acordó de mí.
Más tarde me saludó alguien de una organización de defensa de derechos laborales. Resulta que hace casi dos años hice un artículo sobre las trabajadoras domésticas en Los Ángeles, y lo entrevisté para ello. Como la entrevista fue por teléfono, yo ni lo conocía.
Poco a poco me empezó a caer el veinte. Normalmente las historias que recuerdo son aquellas que marcan hitos en la historia de México o de Estados Unidos, o que me marcan particularmente a mí: la elección del 2006, la toma de protesta de Villaraigosa, el artículo aquel del Ángel de la Independencia. Pero hay otras historias, como esas, que a veces ya ni recuerdo. No es extraño que ocurra esto: en una semana normal escribo entre cinco y diez historias, para algunas de las cuales debo hacer dos o más entrevistas.
La gran lección que aprendí ayer que fui a recibir mi Angel Award, es que cada historia cuenta. Que aunque yo no lo recuerde, lo que escribo lo está viendo alguien, todo el tiempo. Que cada historia que cuento habla sobre alguien en particular, una de esas personas que se parten la madre todos los días, uno de esos que enfrenta al poder para hacer mejor el lugar donde vive. Así que puse mi ángel sobre mi escritorio no como premio ni como si fuera el Oscar ni como si fuera el Emmy: nomás como recordatorio, pa’ que no se me olvide cuál es mi obligación.

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A otro que le fue bien esta semana fue al Ricky Martin. El martes pasado le dieron su estrella en el Paseo de la Fama de Hollywood, y me tocó estar ahí. No soy fan del tipo, no me gusta físicamente y no me gusta cómo canta, pero no me cae mal; así que para que vea que soy buena onda, aquí unas fotos:



Ahora que, para premios, el hermano de Ricky Martin. Mire usted nomás:

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Una vez que he agradecido a Tazy el haberme otorgado el Premio Blog Solidario, cumplo con mi responsabilidad de conferirlo a otros siete blogs. Mis ganadores son:

1. Tazy, ni modo, ahí te va de regreso; porque su blog tiene la mezcla perfecta entre diversión hilarante y materiales didácticos para chicos y grandes.
2. La Concharra, porque nadie escribe de cosas tan cercanas para todos con tantas tripas.
3. Blas, porque habría que estar loco para no reconocerlo como uno de los blogueros más dedicados y solidarios con la banda, con su familia y con los temas que afectan al país.
4. Enrico, por tener la sensibilidad para traernos un México y un resto del mundo que sólo se pueden ver a través de sus ojos.
5. Carmen, porque no hay solidaridad más grande que la de quien comprende la relación sagrada entre un mexicano y la buena comida.
6. La Charra Frijolera, porque cuando escribe así tan neta siempre me ayuda a reforzar la idea de que uno es quien es, “no le aunque” dónde ande.
7. Sirako, porque a veces llego enfurruñada a su blog, e invariablemente salgo con una sonrisa. Y porque el mes pasado, cuando una bandita se puso a golpetearme a lo güey, fue el único que salió al quite con un argumento inteligente.

¡Aplausos para todos!

miércoles, octubre 17, 2007

Recado del iletrado, otra vez

¿Qué les dije? Que segurito lo tenía que ver otra vez. La cosa es que no esperé que fuera tan pronto.
Fox sigue de gira en Estados Unidos promoviendo su libro Revolution of Hope, en inglés, porque dice que quiere “llegar a la opinión pública de Estados Unidos, a la clase media estadounidense”. En este recorrido ha estado en decenas de entrevistas para radio y televisión, incluyendo los noticieros más conocidos en este país.
Ayer regresó a Los Ángeles para dar una conferencia en una universidad de Pasadena, en donde un público previamente seleccionado a la medida llenó el frente de un auditorio que le aplaudió de pie, mientras afuera los guardias de seguridad sacaban del campus a quienes llegaron a protestar.
Me sorprendió la sangre fría de Fox para dar una conferencia en la que hizo chistoretes y dio cifras alegres al montón de momias y panistas reunidos en el lugar, cuando horas antes, en una entrevista con Rubén Luengas, de la cadena Telelmundo, había ocurrido esto:


Al respecto:
1- Aplaudo el profesionalismo de Luengas. Nunca perdió los estribos, ni siquiera cuando Fox lo insulta. Sus preguntas fueron bien profesionales, nunca dio una opinión a título personal y nunca dijo algo sin fundamento.
2- Fox actuó como es él, como Vicente Fox. Ya nada nos debería sorprender.
3- Lo que sí me sorprende a mí es que el tipo no vaya preparado para responder estas preguntas que evidentemente le van a hacer. A estas alturas ya debería de haber recibido una buena asesoría sobre cómo contestar cada una de las acusaciones. Pero sigue haciendo corajes y berrinchetas, y peleándose de tú a tú con los periodistas. ¿Pues qué no aprendió nada de los priístas?
4- Leí en una columna que el equipo de Calderón está buscando la manera de callar a Fox, tal vez reviviendo el expediente de los hijos de Marta Sahagún. No tienen que hacerlo; que el tipo se siga enredando con su propia lengua; con suerte, en una de esas se ahorca solito.

Actualizo: Hace un rato hablé por teléfono con Rubén. Al terminar la conversación me dijo: “En lugar de un preguntón dócil, le salió un periodista”.
Quihobo!!
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*Para ver el reportaje completo al que se refiere Luengas al final del video, den click aquí.

domingo, octubre 14, 2007

Recado triste y derrotado

Lecciones aprendidas este domingo:

1. Cuando compras boletos para ir a un concierto, sin importar lo ocupado que hayas estado durante los días previos, tienes que entrar con frecuencia a la página web del grupo en cuestión. Si nosotros hubiéramos hecho eso con The Cure, hubiéramos encontrado esto hace tres semanas:

2. Cuando compras tus boletos en Top Notch, no debes borrar los correos que te llegan con ese remitente sin revisarlos primero. La mayoría son propaganda, pero uno seguramente era para avisarte que tu concierto se pospuso.

3. Pocas cosas son tan tristes como enterarte EL MERO DÍA de que el concierto que esperabas desde hace dos meses se pospuso. Y pocas cosas te hacen sentir más pendeja.

4. El uso de la palabra “postponed” en lugar de “canceled” no ofrece ningún consuelo.

5. Descubrir que vives en una ciudad donde el hecho de que se cancele posponga un concierto de The Cure no fue una gran noticia es muy triste. Descubrir que eso no te hubiera pasado en México te hace sentir muy lejos. Y descubrir que no conoces a nadie más que fuera a asistir al mismo concierto que tú, y por tanto nadie estuvo ahí para correrte la voz, pero sobre todo, nadie está ahí para reírse de ti por güey, te hace sentir muy solo.

6. Faltan más de seis meses para el 31 de mayo de 2008.

jueves, octubre 11, 2007

Recado misceláneo (otro)

1. ¿No tiene usted nada que hacer? ¡Pues no espere más! ¡Venga, venga a ver al único, al espectacular, al maravilloso: Toby, el cerdo sabio!!!

Bueno, la verdad es que no es el cerdo en sí. Es la exhibición de más de 80 carteles de “Exhibiciones Extraordinarias” que presenta el Museo Hammer en esta ciudad. Si van a venir a Los Ángeles, pues ya saben; si no, aquí hay una probadititita.

2. Pero miren, no todo está perdido. Ahora que por todos lados vimos al Ché (normalmente la palabra “che” no se acentúa, pero él lo acentuaba y pus los nombres propios se escriben como los escriben sus dueños) por aquello del 40 aniversario de su muerte, los que viven en el DeEfe o los que vayan de visita no tienen pretexto para no ir a la exposición de fotografías de René Burri en San Ildefonso. Burri es el fotógrafo de la Agencia Magnum que entre otras fotos tomó esta:

Ahora que estuve en la Hermosa Ciudad de México fui a verla y no tiene desperdicio. El material incluye imágenes de varias guerras y de la posguerra en Europa, pero también mucha fotografía cotidiana en Asia y Sudamérica, así como retratos de tipos tan disímiles como Picasso y el Sha de Irán. Me conmovió particularmente una serie lindísima que tiene sobre unos niños en una escuela de sordomudos. Y además de las fotos, la exposición incluye algunos objetos personales del fotógrafo. Vayan corriendo, pues; para ver la página denle click aquí.

3. Acabo de estar en una conferencia que dio Lorenzo Meyer en San Diego. Qué bárbaro, me cae re-bien. La conferencia fue en inglés, y el momento más divertido fue cuando describió a Marta Sahagún como una mujer “good for nothing”. Juar, juar, juar.

4. Ya quiero que sea domingo:

domingo, octubre 07, 2007

Recado del judío bailador

Seguramente ustedes saben que la tradición esa de los horrendos eventos llamados Teletón tiene su origen en esta nación de las hamburguesas. Sin embargo lo que segurito no sabían es que hasta la comunidad judía tiene su corazoncito, y por esa razón cada año organiza el Chabad Telethon.
El acontecimiento me llena de alegría por una razón: sobre algunas de las calles cercanas a donde vivo, ponen la publicidad alusiva al evento, que no es más que un alegre judío bailador:

Nada de esos judíos tristes y resentidos que uno imagina o que ve en las películas. Nada de mascullar rezos entre dientes, o de realizar chantajes emocionales a los hijos. La cosa aquí es bailar con alegría. Y para darle verosimilitud al asunto, la estrategia es acomodar al judío bailador en distintas posiciones a lo largo de la avenida, de manera que cuando uno pasa vuelto madres por ahí, crean un efecto “cinito” que con algo de imaginación puede dar la impresión de que el judío deveras baila.

Mire usted nomás qué belleza (ahora con musiquita):






Actualización: Y ahora, por cortesía del SoyBeto… ¡¡el judío bailador animado!!
¡Mazel Tov!

jueves, octubre 04, 2007

Refecafadofo

Efestafabafa chafateafandofo cofon Afairafa yfi nofos afacofordafamofos defel ifidiofomafa defe lafas efes. Efellafa mefe difijofo quefe nufuncafa sefe lofo afaprefendiófo, peferofo yofo nofo eferafa tafan mafalafa.

Yfi túfu, ¿¿quéfe tafal??

lunes, octubre 01, 2007

Recado de la mirada asesina

Cada vez que lo veo me digo a mí misma: paciencia, tolerancia, esta es la última vez que lo vas a ver. La bronca es que van como cuatro veces que digo lo mismo y la tortura no se acaba. Algo hice en otra vida y ahora lo estoy pagando.
Fox volvió a venir. El miércoles pasado me avisaron que el domingo se celebraría el Primer Encuentro Nacional del PAN en Estados Unidos, y que sería aquí en Los Ángeles. “Y sí, mire, la cosa es que van a tomar protesta los que van a ser representantes del PAN en varios estados como California, Texas, Illinois y la madre, y que va el gobernador de tal, y Manuel Espino, y nos acompaña para la clausura Vicente Fox…”. A partir de ahí, todo se volvió blah-blah-blah: maldita mala suerte, otra vez.

Explico el punto: esto va más allá de la antipatía. Mi problema es que cuando Fox viene, o cuando yo voy a un evento en el que él va a estar, voy trabajando. Entonces tengo que ponerme unas ligas en la panza y abstenerme de proferir palabrotas; oír con atención, registrar los aplausos que le dan –que normalmente son muchos- al igual que las protestas –que generalmente son más. Tengo que ponerle buena cara, si lo tengo muy cerca incluso tengo hacer una muequita que pretenda ser una sonrisa de cortesía cuando hace contacto visual conmigo, y si me dan ganas de vomitar tengo que evitarlo a toda costa. Por supuesto, las palabras “jumento”, “mandilón” y “pinche terco” deben ser eliminadas de mi subconsciente durante el tiempo que dure el tormento. Normalmente cuando todo acaba me da mucha hambre y me dan antojos por la ansiedad; ayer en la tarde me zampé unos tacos de tasajo oaxaqueño con chapulines y me refiné un chocolatote entero.



El programa era el siguiente: Llegaba Espino con el gobernador de Guanajuato y un montón de líderes migrantes simpatizantes del PAN. Tiraban rollo y tomaban protesta a los nuevos representantes del PAN en EU, porque sí: el blanquiazul nos salió más cabrón que bonito y ahora se lanza a la conquista de los millones de potenciales votantes que viven en el gabacho con la consigna de convertirse en “el partido de los migrantes”, hágame usted el favor. Después de eso, un receso, dos mesas redondas y chacachachán, el Fox.

Yo la verdad no creí que viniera. Supuse que el sentido político, o ya de perdis el sentido común, o ya de perdis-perdis el sentido de supervivencia, le dirían que no viniera. Pero no, no sólo vino, sino que como llegó temprano, dijo “pues yo quiero estar en todo” y se les apareció desde el momento de la inauguración.
Lo que siguió fue una sucesión de momentos sublimes distribuidos en cerca de cuatro horas, de los cuales lo más sobresaliente fue:

-Afuera del lugar se reunieron cerca de 150 personas a protestarle. La protesta fue bien interesante: había grupos de ex braceros pidiendo la indemnización que él les prometió en su gobierno y que no cumplió; había grupos protestándole por los presos políticos de Atenco y por las Muertas de Juárez; un grupo de simpatizantes del PRD llevó máscaras de Fox y Calderón y se besaban, mientras otros repartían trampas para ratas, jojojo. Un grupo de minutemen también se le plantó ahí enfrente, protestando por los niveles de migración a Estados Unidos durante su sexenio.


-El salón para 300 personas se llenó. Todos los que estaban ahí resultaron ser incondicionales del Fox; tanto, que no permitían que nadie le dijera nada. Cuando uno por allá gritó “¡Fox, regresa lo que te robaste!”, de volada lo apañaron y va para afuera.

-Un tipo, Ramón Mejía, quien fue representante del PAN en California hace dos años, trató de leer un documento en el que protestaba porque no hubo un proceso de selección en esta ocasión, sino que los representantes se eligieron por “dedazo”. Tan pronto quiso empezar a hablar, tres guardias de seguridad lo tiraron al piso y le pusieron esposas, ahí mismo, enfrente de todos. La gente lejos de indignarse, gritaba “¡Fuera, fuera!”.

-Fox tiró un rollo insufrible: habló de su “profundo amor por los migrantes”, a los que dijo querer con todo su corazón. Pues sí, los quiere tanto que en su sexenio se dedicó a que hubiera muchos y por eso salió del país más de medio millón de mexicanos por año. Después dijo que él y su horrenda mujer “seguirán cabalgando”, o sea, que ni de chiste me hago ilusiones de que esta fue la última vez que lo vi, demmit! Y como si eso fuera poco, se aventó el comercial: “El próximo 4 de octubre sale a la venta mi libro Revolution of Hope”, así, en inglés.

Total que en algún momento el tipo accedió a tener una conferencia de prensa. Pero digo yo, ¿qué no piensa? ¿Qué no sabía que el único tema posible para la prensa era el asunto de la investigación iniciada en su contra por enriquecimiento ilícito? ¿Que las fotos publicadas en la revista Quién indignaron a la gente acá lo mismo que a la de allá, o tal vez más? ¿Que mientras él estaba acá, la urraca de su esposa seguía hablando y metiéndolo en broncas?
La conferencia empezó. Me tocó en la primera fila, escasamente a un metro de la mesa donde estaba. Puse mi grabadora frente a él, y él con sus manotas la “reacomodó”, no puede dejar las cosas donde están. Me volteó a ver, sonrió, hice la muequita.
En una conferencia de prensa, cuando ya conoces a los otros reporteros, normalmente te “distribuyes” las preguntas. Sabes cuál es el tema que nos interesa a todos, y si a uno le evaden la respuesta, el siguiente vuelve a preguntar, hasta conseguir una declaración completa del tema que buscamos. En esta ocasión, obvio, el tema era el enriquecimiento ilícito, el rancho, las cuentas que no salen.



Primera pregunta, Jaime Hernández, de El Universal: “Miembros del PAN han dicho que meterían las manos al fuego por usted, pero no por su esposa; denos un comentario al respecto”. Entonces empezó la transformación. Fox endureció los ojos, apretó la quijada y respondió lo que ya ha dicho: que su declaración patrimonial es clara, que ahí están las cuentas, que no debe nada. No respondió a lo de la esposa.
Tercera pregunta, Alberto Avilés, del Diario San Diego, regresando a la carga: “La inquietud de los que estamos en Estados Unidos se debe a que en esas fotos vemos a un ex presidente viviendo en la riqueza mientras una gran parte del pueblo mexicano viven en la pobreza”. Fox apretó los puños y empezó a sonreír sarcástico: “Ya les dije todo lo que tenía que decir; mentiras y más mentiras es lo que dice esa revista, nada de eso es mío (...) todo está en las declaraciones patrimoniales”.
Me gustó el giro que le dio Avilés al tema, así que decidí seguirle por ahí. Quinta pregunta, Chilangelina: “Aún suponiendo que su declaración esté dentro del marco jurídico, y que usted supere el juicio legal, la sociedad está haciendo otro juicio, que es el juicio moral. ¿Usted cree que es moralmente correcto exhibir ese modo de vida en un país como México?”.
Bien pocas veces en mi vida he sentido la famosa “mirada asesina”. En inglés le dicen “the look”. Bueno, he gave me the look. La mirada de odio en sus ojos fue tan fuerte y me penetró tan hondo, que por un momentito chiquito me sentí bien intimidada. Después de un momento de silencio que se me hizo eteeeeerno, la respuesta furiosa fue: “Ya te aclaré una y otra vez aquí, ya esta aclarado públicamente, no sé que más quieres. ¿Quién es juez para la moralidad, La Opinión, o quién?”, dijo leyendo en mi gafete el nombre de mi periódico. “No te voy a contestar nada más sobre el tema”.
El coordinador de medios dijo que no se hablaría más del asunto; hubo una pregunta más y se terminó la conferencia. Me paré por mi grabadora, la neta es que me empezó a dar una risita nerviosa bien zonza. El tipo me voltea a ver y yo sólo atino a decirle: “Yo no le hice un juicio, le hice una pregunta”. Y me dice: “¿Y tú eres la jefa de la moralidad, o que?”. Cuando le empiezo a decir que eso no responde a mi pregunta, el tipo ya se está largando.



Fox es miope. No ve más allá de su pequeño mundo. Por eso es incapaz de darse cuenta de que, más allá de lo legal o ilegal, es incorrecto que salga posando en su rancho millonario con su horrible esposa; por eso no sabe que la moral es algo más que un árbol que da moras. No entiende que un político debe ser eso, político, no un montón de vísceras haciendo berrinchetas y cumpliéndose caprichitos por el mundo; no entiende que un reportero no pregunta a título personal, y que las respuestas correctas de un político jamás, jamás deben ser personales.
Mientras se iba, el subconsciente se deschongó y yo pensé: pues no pendejo, evidentemente no soy la jefa de la moralidad; si lo fuera, ya te hubiera partido toditita tu madre.

*Las fotos del evento fueron tomadas por los colegas de Porvenir Latino USA

jueves, septiembre 27, 2007

Recado del paseo por las nubes

Desde niña me pasaba: pies fríos, panza apretada, piernas temblorosas y un sudor helado en las manos que me las dejaba siempre mojadísimas. Me pasaba cuando tenía que hablar en público, cuando decía mentiras, cuando me tocaba patear jugando soft-ball, pero muy particularmente cuando tenía que estar en un lugar alto. De todos, este último era mi peor miedo.
Los otros los he ido controlando o eliminando; hablar en público y decir mentiras lo he ido puliendo, uno gracias a mi profesión y otro porque uno se acostumbra, y lo del soft-ball de plano lo borré de mi vida. Pero lo de las alturas, chúchale, es para mí todo un desafío.
También porque decidí entrarle al trotamundaje que es el periodismo, y otras veces nomás por orgullo, he ido tratando de vencer el maldito miedo a las alturas. A pesar de que me sudan las manos y me tiemblan las piernas, camino sobre barditas angostas, subo por escaleras de albañil, brinco de una azotea a otra, escalo sobre rocas no muy estables, he brincado de trampolines y me he subido a montañas rusas, ruedas de la fortuna y teleféricos. Mi máximo orgullo, lo saben los visitantes frecuentes de este recadero, ha sido cuando tuve que subir al Ángel de la Independencia; me sudaban tanto las manos que temía no poder agarrarme de los andamios porque sentía que me resbalaba.

Pues ándale que con todo este antecedente, el lector comprenderá lo importante que fue para mí el día de ayer.
Resulta que hay una escuela de aviación en Los Ángeles, llamada Alas de California. Fue fundada por un salvadoreño y desde hace casi 20 años se dedican a entrenar pilotos latinos. La escuela ésta les ayuda a cumplir un sueño que en ocasiones, por falta de recursos, no pueden realizar en su país. De sus 50 alumnos, la mitad cuenta ahora con una licencia para hacer vuelos comerciales; otros simplemente vuelan por diversión.
El caso es que ahí voy, a hacer las respectivas entrevistas, el perfilito de la escuela, la visita al hangar, el paseo alrededor de las avionetitas, y pues era inevitable: “Y por supuesto, su artículo no está completo si no la llevamos a dar una vuelta”.

Gulp. Avionetita, frágil, frágil como la vida, cielos. Y el vientazo de septiembre, los vientos de Santa Ana. Gulp y doble gulp.


Claro, a toda acción corresponde una reacción de la misma magnitud pero en sentido opuesto. Y a mi férrea muestra de valor, la recompensa: desde arriba, la hermosa Ciudad de Ángeles.


El puerto de Los Ángeles

La bahía de Long Beach



El freeway 5, el Este de Los Ángeles

El estadio de los Dodgers (dedicatoria especial para Jazmín)

El centro de Los Ángeles



...y por allá atrás, cerquita del letrero de Hollywood, mi casa…

Por supuesto, se aceptan aplausos.