lunes, enero 11, 2010

(Otro) Recado sobre el oficio


1- La semana pasada mataron a Valentín Valdés Espinosa. Era reportero y tenía 29 años. A Valentín lo “levantaron” la noche de un jueves y amaneció ejecutado al día siguiente con un letrero: “Esto les va a pasar a los que no entiendan, el mensaje es para todos”.

2- Hace unos días en el invento ese del demonio llamado Formspring, alguien me preguntó que, siendo periodista, cómo es que lidio con las preocupaciones sobre mi seguridad personal o la de mi familia al ejercer mi oficio, sobre todo cuando de cuestionar a políticos se trata. Respondí lo primero que me vino a la mente, lo que aún creo: que yo no tengo miedo, y que creo que la gran mayoría de quienes están en esto no lo tienen tampoco.
La mayor parte de mis amigos son periodistas, como ya lo dije en una ocasión en este recado. Con todos platico sobre el tema, y aunque todos hemos tenido algún momento escabroso, en realidad ninguno de nosotros está verdaderamente preocupado por su seguridad personal. Supongo que se debe a que no conozco a nadie que viva en una de las ciudades que todos los días ven muertos y ejecutados y ahorcados y balaceados y decapitados etcétera. La violencia en el país está de la chingada, la violencia en las relaciones interpersonales, incluso; pero la realidad es que la violencia descarnada producto de la “guerra contra el narcotráfico” encabezada por el pendejo mayor, son más o menos siempre las mismas ciudades, justo aquellas donde su estúpida guerra irrumpió.
Por supuesto que si eres un periodista que se dedica a la cobertura de temas relacionados con narcotráfico y seguridad, eres un blanco; sobre todo si tocas a quien se supone que no debes de tocar, si en el pasado has tenido alianzas que hoy te pueden cobrar, o si trabajas en un medio que no responde por ti. Quienes cubren la fuente sin duda están en riesgo, pero no sólo los periodistas: también lo están los abogados, los ministerios públicos, los jefes y subjefes de seguridad, los mandos altos y medios de las fuerzas armadas, y lamentablemente ahora también sus familias. Lo anterior me lleva a afirmar, entonces, que el peligro no radica en el ejercicio del periodismo, sino en la cercanía con el medio narcotráfico-seguridad-fuerzas armadas.

3- Aún así, números son números. Nuevamente Reporteros Sin Fronteras apunta el dedo hacia México como uno de los países más inseguros para el ejercicio del periodismo. La organización nos coloca en el puesto 137 entre los 175 dentro de su clasificación mundial de la libertad de prensa: 60 periodistas asesinados desde 2000 y 11 desaparecidos desde 2003.

4- Estando las cosas como están, si bien creo que la mayoría de quienes nos dedicamos a esto podremos seguir haciendo nuestro trabajo en un ambiente relativamente seguro, quienes se encuentran cerca de la fuente de narcotráfico y seguridad empezarán a subir la guardia. No sólo los periodistas; seguramente también los abogados, los militares, los que ya mencioné anteriormente. Pero en el caso de los periodistas, corremos un enorme peligro como sociedad: ver caer un telón de silencio que nos regrese a una etapa en la que nada se decía, nada pasaba.
No es algo que ocurrirá en el futuro, es algo que ya ocurre ahora. Este 8 de enero, el viernes pasado, apareció el cuerpo de Valentín. Cuatro días antes, el 4 de enero, secuestraron al reportero de radio José Luis Romero en Sinaloa; horas después del secuestro apareció muerto el policía a cargo de la investigación del caso. El 15 de diciembre Ricardo Sánchez, de Ciudad Juárez, fue obligado a salir del país por amenazas contra su familia que culminaron en el asesinato de dos de sus sobrinos. El 24 de noviembre asesinaron a José Emilio Galindo, director de Radio Universidad de Guadalajara. Una semana antes desapareció María Esther Aguilar, reportera de Michoacán asignada a la fuente policíaca. El 2 de noviembre otro reportero, Vladimir Antuna, apareció muerto en Durango.
Podría seguir mes por mes hacia atrás, pero la razón por la que he expuesto estos nombres es para preguntarles: ¿Alguno los recuerda? ¿Fueron mencionados en la radio, en la tele, en la propia prensa –por sus colegas, aquellos que se autonombran paladines de la libertad de expresión? ¿Alguna vez el gobierno mexicano, ese que enarbola la bandera de la guerra contra los Beltrán Leyva y entrega banderas mexicanas a las familias de sus caídos, ha volteado a ver a estos muertos?

5- Hoy me pareció pertinente hablar de esto. No, la mayoría de los periodistas mexicanos no tenemos miedo. No, la mayoría estamos lejos de esos temas y podemos caminar por las calles con la relativa seguridad que lo hacen quienes se dedican a cualquier otra cosa. La mayoría incluso no conocíamos de cerca a nuestros colegas muertos. Pero sí sabemos que con uno sólo que muriera, el derecho a saber de nuestra sociedad, ese por el que varias generaciones lucharon, se encuentra en riesgo. El telón del silencio se ciñe sobre nosotros y nadie está haciendo nada.
Esta semana escucharemos odas a la familia Saba, los empresarios caídos en un helicóptero. El presidente de juguete y todos los beneficiados por su gobierno de juguete también, hablarán de lo emprendedores y osados que eran los muertos, de lo mucho que amaban a su país. Los nombres que mencioné acá arriba, en cambio, los de aquellos que van por el mundo armados sólo con un gafete de prensa, jamás tendrán derecho a una mención pública.

6- El otro día en Twitter la horrenda mujer que lleva por nombre Adela Micha, y que ofende al oficio haciéndose llamar periodista, se sumó a una cita de uno de los personajes de Mafalda: "He decidido enfrentar la realidad, así que apenas se ponga linda me avisan”. Nada más elocuente.

24 comentarios:

Andrés Tonini dijo...

Muy buena entrada, llegadora y encabronadora a la vez.

Duele que tengas tanta razón.

Kyuuketsuki dijo...

Va a sonar a cliché, pero ya llevo tiempo (como un año) sin ver jamás los "noticieros" de la tele, desde que me di cuenta (si, bastante tarde, lo admito) que podía estar 1000 veces mejor informado usando sólo los internets.

De repente si llego a asomarme a las pendejadas que dicen, pero ya no los aguanto. Y tienes razón: de lo poco que he visto, nunca mencionaron esos nombres. Algunos de esos casos si los he leído.

No puedes vivir toda la vida con miedo. Siempre respondo así a mis amigos de provincia cuando me preguntan lo que se siente vivir en el defe, que porque es muy peligroso y bla bla. Pero entonces ¿cómo le hacen para vivir en cd. Juárez? Por más que intento imaginarlo, no puedo. Ni en las zonas más peligrosas del defe me he sentido tan desprotegido como en Juárez. Quisiera entender como le hacen para vivir ahí siendo periodistas. Los militares tienen armas, andan en grupos, y no dudo que tengan miedo; pero los demás andan solos, teniéndose que cuidar de narcos... y de los mismos militares.

Cada quien desde donde pueda, siempre he pensado que las muertes deben dejarnos, al menos, una enseñanza y advertencia. Advertencia no en el sentido que pretenden, sino en que debemos estar listos para hacer algo. Lo que podamos.

Carmen dijo...

La dolorosa violencia que se escucha todos los días en este país y que nos puede soplar la oreja a cada uno de nosotros, nadie está a salvo.

¿QUé hacer? ¿Cuál es la solución? ¿Legalizar las drogas?

¿Hasta cuando vamos a seguir únicamente contabilizando los muertos?

Un abrazo lleno de esperanza por un cambio verdadero.

Carmen dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
Blas Torillo Photography dijo...

Hola Chila. Te leo seguido, más de lo que crees y más de lo que parece. Aprendo de lo que dices y me emociono con tus letras, a veces en un sentido, a veces en otro, pero atento estoy siempre.

Ya tenía tiempo de no comentar aquí, pero ahora no puedo resistirme.

Esto del periodismo amenazado, con bajas concretas que tienen nombre y apellido, es parte de la reflexión que estoy haciendo al ver el encabezado de hoy de El Universal, sobre el accidente de la familia Saba.

En efecto, como dice ese diario, Tragedia sacude a la familia Saba, quiero hacer una entrada con un título como "Tragedia sacude a la familia hernández, o pérez, o martínez, o garcía o... " y comenzar el texto diciendo todos los impresionantes logros de los miembros de estas famlias, entre los que están poder mantener todavía a alguno de sus hijos en la escuela o salir a trabajar todos los días, aún con este pinche frío encarnizado (en los dos sentidos), o, quizá el mayor, comer todos los días algo en un lugar que llaman casa y que le pertenece al banco.

Tragedia sacude a México, con los periodistas muertos, y con los abogados, policías y militares muertos, y también con los narcotraficantes muertos y con los muertos por el frío y por el hambre y al cruzar la frontera sin papeles (¿has pensado en el valor desmesurado que le damos a algunos "papeles" y no a lo que vivimos?).

Tragedia sacude a México, con "periodistas" inútiles y chascarrilleros como aquella sujeta que mencionas o con políticos de juguete (dices bien; me encantó el adjetivo), o con empresarios de buen vestir y buen viajar (¿cuántos de nosotros tenemos un helicóptero que nos espera después de unas "merecidas" vacaciones de tres semanas en Nueva York?).

Tragedia sacude a México, sin embargo, por algo peor: Mexicanos a los que no les importa todo esto y piensan más en su equipo de fut, en sus "betys" y "patitos", aunque siempre podrán justificarse a través del dominio de la tele sobre sus mentes.

Mexicanos a los que les vale gorro insultar, siempre que sus "argumentos" se vean superados (como Arce hablando de lo normal o lo anormal de la orientación sexual), a los que no les importa pensar, sino decir sus "verdades" (del color que sean) en los foros de los diarios (que lo permiten).

Mexicanos a los que les da hueva escribir o conversar con sus hijos o trabajar lo mejor que puedan y cuya máxima superior es "el gandalla no batalla".

Pero no pierdo la esperanza. Al final, de toda tragedia se aprende y toda obra termina con un telón, para poder continuar nuestras vidas fuera del teatro. La vida real, esa de nuestra chamba de todos los días, con los riesgos que implica realizarla (no he buscado estadísticas recientes de muertes o accidentes laborales, pero esas también tendrían que salir en los diarios), con las familias que nos quieren y a quienes amamos, con los vecinos a los que saludamos y que nos regresan, aunque sea forzada, una sonrisa cada día. En fin, salir del teatro de la virtualidad (no hablo de internet o al menos, no sólo de internet), y regresar a la vida. Esa que con tanto trabajo nos vamos ganando y que a veces merecemos.

En fin querida Chila. Que esto es lo que pienso, así en caliente (a pesar el frío) y esto quería decirte.

Te mando un beso.

Cuídate (de todos modos).

Cin Palacios dijo...

Claro que encabrona!!
Las batallas se libran en lugares tan conocidos como poco mencionados. Ignorarlos no implica que dejen de morir personas que sólo quieren informar, cooperar y que en realidad lo hacen por su país.
Un saludo Chila... y aquí seguimos!

Anónimo dijo...

Es fácil decirlo cuando lo dices fuera del país, lejos de la ciudad donde hay muertos todos los días.

Acá en donde yo vivo todo mundo tiene miedo, los empresarios, los periodistas, los lideres sindicales, las asociaciones, los políticos honestos (si es que los hay), los transportistas, los comerciantes pequeños, etc, etc, etc y por supuesto el ciudadano común.

Porque todo mundo han visto como matan gente inocente entre ellos amigos, compañeros de trabajo, esposas, hijos, sobrinos, etc. etc.

Porque los periodistas no dicen lo que realmente esta pasando!!!

Una Guerra de Narcos dicen, Ja!

Que coraje...que impotencia.

marszoid dijo...

A lo que hemos llegado. A vivir con miedo de trabajar en aquello que nos da para comer.

Me da coraje. Me da mucho coraje. Y nadie sabe, nadie dice nada, nadie vio... ya sea que tienen miedo o de verdad no les importa.

Pero nadie apunta con el dedo, sabiendo bien quien tiene la culpa. Chale.

Chilangelina dijo...

Anónimo, no, no es fácil; de hecho es mucho más difícil.
Cuando dices "la ciudad", no sé a qué ciudad te refieres, pero vivir fuera del país a mí sólo me pone en una situación más vulnerable. Mucho de lo que amo está en México, desde mi familia hasta mis amigos. Por supuesto que sé del miedo; si tienes hijos sabrás de esa sensación que te aprieta el pecho cuando es de noche y tu hijo anda afuera; tal vez en tu caso en la misma ciudad que tú; en mi caso, sabiendo que yo estoy acá y él allá. Y que no puedo hacer nada.
Estando acá vemos a nuestros amigos lidiar con la impotencia cada vez que se enteran de que otra vez llamaron a sus familias extorsionándolas porque saben que tienen un familiar en Estados Unidos, ellos mismos. Nunca sabes cuándo vas a ser tú el que reciba la próxima llamada, sólo porque algún pendejo supone que porque vives fuera del país podrías mandar un chingo de dólares de rescate por tu hijo o por tu hermana.
Creo que no leíste bien: lo que yo dije es que los periodistas no tenemos más miedo que los demás. Que no nos están matando por ser periodistas, sino por estar en el medio donde la violencia se está generando. Que esta no es una embestida contra los periodistas, sino contra una sociedad en la que resulta que también hay periodistas, así como abogados, funcionarios, etcétera. Eso es lo que dije.
Y sí, cuando hablo de un velo de silencio, a eso me refiero: la muerte nos calla a todos, incluso a los periodistas. Coincido contigo: qué coraje, qué impotencia.

Laura. dijo...

Recuerdo claramente que mucha gente pedía la entrada en acción del ejército cuando los cárteles empezaron a utilizar tácticas cada vez más violentas para apoderarse de ciertos territorios. Lo hacían porque la policía, cualquiera de las que han existido y dejado de existir, había resultado no solo ineficiente contra el problema, sino parte del mismo. Es más, las primeras incursiones del ejército fueron aplaudidas, en general.

Pero el ejército ha resultado tan ineficiente como la policía. Los emboscan, los balean, los enfrentan. Heridos y muertos que no se reportan, horas de balaceras, histeria colectiva y ni un solo detenido. De repente detectan laboratorios, decomisan drogas, armas y dinero, pero ni un solo detenido. Eso sí, retenes exprés en la carretera que provocan choques múltiples por la repentina salida de los federales en curvas, pidiendo a los ciudadanos a punta de pistola los documentos, suyos y de su coche.

Tienes razón, no creo que los periodistas sufran más miedo que el resto de nosotros. Yo, a pesar de todo no tengo miedo de andar en Morelia o las carreteras de mi estado, excepto claro, cuando andan muy pegados los grupos de patrullas militares o de federales. ¿Qué tal que andan de malas? ¿O que los traen en la mira y uno ahí pegado? Qué ironía.

Saludos.

tazy dijo...

changos, una entrada larga y dolorosa. lo que me gusta es que sigues escribiendo temas de relevancia en esto que se llama blog

no estoy muy empapada del tema (sobre la reporteada) aunque he oído de sus peligros y tu entrada lo ilustra muy muy bien. me alegra que sigan ustedes trabajando en el caso. es un gusto que te paguen por algo que disfrutas. felicidades chila, que aunque estás lejos, sabes más de lo que se habla que muchos que aquí vivimos.

un abrazo.

ge zeta dijo...

Yo coincido mucho con el comentario de Kyuuketsuki y yo admiro mucho esa profesiòn, pero los que la ejercen de la manera correcta. Acá bien chingona, no como muchos esos de la tele.

Y sí me daría un poco de miedo. Esto no es formspring pero ¿dónde crees que estás más segura? ¿Acá en México o allá?

ge zeta dijo...

Digo, ya dijiste que México es más inseguro, pero me refiero al hecho de que sin duda todo el trabajo que haces está relacionado con México.

Chilangelina dijo...

Ge Zeta, hablando de mi persona creo que estoy igual de segura o insegura en ambos países. El trabajo que hago realmente no le pega a los políticos, pero en ocasiones irrita a ciertos sectores, sobre todo cuando le das voz a quienes no la tienen en algunos medios. Te puedo decir que me he sentido insegura en México, por ejemplo, cubriendo el conflicto postelectoral de 2006 durante los mitines de López Obrador, porque la gente estaba siendo azuzada en contra de los medios, y si en medio de la horda decías que eras periodista, te empezaban a gritar que eras vendido sin siquiera saber quién eras o para qué medio trabajabas. En una de las asambleas del Zócalo me tocó ver cómo a una reportera de radio le rompían la nariz, la chava estaba junto a mí; sólo por ser reportera.
Acá el tema que levanta ámpula es el de inmigración; los grupos antiinmigrantes son bravos y no les importa quién seas ni que estés haciendo tu trabajo: insultan, denostan e intimidan. Pero también me han tocado personajes que estando dentro de organizaciones proinmigrantes me han amenazado, sólo porque trabajaba en una investigación sobre el manejo de fondos de su organización.
Esos son sólo ejemplos de cómo en cualquier lugar siempre tienes tus pequeños miedos; pero repito, yo no cubro narco, yo no cubro policía, y yo trabajo en un medio que mide el riesgo antes de lanzarme como al borras.

Inwen dijo...

Te leo en recolectivo y apenas hace poco me encontré con tu blog. Primera vez que comento... la entrada lo amerita. Por que creo que todos los mexicanos vivamos en México o en China, compartimos ese sentimiento de impotencia. De ver diariamente en los periodicos y en todos los medios reconocimientos y homenajes para los muertos con nombres elegantes, mientras que crece la lista de los muertos ''anónimos'',todos esos que perecieron defendiendo su profesion, su integridad ética y moral.Es doloroso ver dia a dia que este pais al que uno ama, se cae a pedazos por la falta de escrúpulos y la vanidad de uno solo y ...la ambición de otros tantos.
Creo que hace falta más gente como tu, que no teme decir la verdad con todas sus letras.
Mi mas sincero respeto y admiración para ti que puedes honrar ese titulo: Periodista

Unknown dijo...

Estaría vehementemente en desacuerdo con el asesinato de un periodista de la misma manera en la que me opongo a que se asesine a cualquier ser humano.

El asesinato de un periodista es una afrenta no sólo al gremio sino a todos.

Cuando asesinan a un periodista, nos enteramos ya que sus colegas se encargan de ello. Pero, como pasa con la muerte de Saba, el secuestro del niño Martí o de la hija de Nelson Vargas, si asesinan a Perico Palotes, nadie se entera y si asesinan a un periodista el mundo entero lo sabe.

Chilangelina dijo...

N., justamente estoy diciendo lo contrario. Los nombres que mencioné en este post no han sido mencionados en ningún lugar. No lo sabe el mundo entero, no lo sabe nadie, a menos que sea un periodista de Televisa, como fue el caso de Amado Ramírez hace dos años, con lo que se hizo un escándalo.
Los periodistas de a pie y Perico Palotes son la misma cosa. Más aún: a algunos periodistas los asesinan cuando tratan de denunciar la muerte de otros Pericos Palotes.

Unknown dijo...

Chilangelina:

Lo siento, me precipité, confié en la bilis y dije estupideces.


Eso siempre es una pésima idea. =(

Chilangelina dijo...

N., noooo, no digas esoooo!! Siempre es bueno decir lo que se piensa y tú eres una persona que argumenta muy bien.
El asunto es que sí, en ocasiones hay periodistas muertos que salen en horario estelar; pero a veces por eso no nos damos cuenta de todos los demás.
Gracias por leer y por compartir tu bilis y eso. Nos gusta :)

La Diabla dijo...

Dudaaaa
a ti te puedo pedir el libro de Diarios del fin del mundo??? o como o con quien?

Anónimo dijo...

Respuesta Atrazada:

Cuando te comente que los toros no se ven igual desde la barrera, y me preguntaste a que ciudad me referia, me refiero a esta:

http://lapolaka.com/2010/02/02/el-comando-tiene-proteccion-oficial/

por fin alguien puso la verdad de lo que esta pasando, por eso comentaba que porque los periodistas no decían la verdad, muchos los saben pero hay mucho miedo.

ANYELYT dijo...

Huy cuanta razón y enojo.
SALUDOS niña.

Anónimo dijo...

http://lapolaka.com/2010/02/04/que-renuncien-todos-los-gobernantes/

Miguel dijo...

En el sitio oficial de Adela Micha dice como slogan: "La periodista más reconocida de México".

Alguna vez dije que eso es COMPLETAMENTE CIERTO, es la más reconocida (pero por fea!!!) no la mejor periodista.

Saludos!